La naturaleza enfadada.

Policromías, centelleando en almibaradas percusiones térmicas, de luz, de destellos explosivos, del derrumbe monstruoso de una naturaleza colérica, rayos con formas de raíz que salen de un cielo negro para incrustarse en una tierra sedienta de fuego, arboles de luz eléctrica que extienden sus ramajes solapados en nubes espesas, casi carnales, en el ámbito lujuriento de una tormenta desatada, en la precipitación de una lluvia deseosa de apagar las llamas. El viento ciclónico con el carácter deseoso de una destrucción inamovible, con el ardor de arrastrar en una orgía desconsolada de masas de presión dispuestas a despedazar todo lo construido, suele pasar cuando la naturaleza se enfada.