La piedra bailarina

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Le guardo mi cariño
al puente improvisado:
Cruzando yo, de niño,
por piedras afanado,
subido en una, hermoso,
me puse yo a bailar,
de barro pegajoso
llené charca y lugar;
el barro entró en el ojo
(más bien era puré),
se puso todo rojo
y yo me resbalé,
quedé todo prendido
del lodo más marrano,
volví muy ofendido
a casa bien temprano;
en casa, agua del pozo,
bien fría, ¡congelada!,
quitó barro y sollozo
(que horror) de una sentada.
Y ahora aún la veo
clavada en el fangar,
la piedra que morfeo
me quiere recordar;
y ahora yo la quiero
tal cual me la encontré:
metida en su agujero
sin baile y sin puré.

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Me gusta, me gusta cuando Morfeo trae a nuestro encuentro esos escenarios que de algún modo nos hacen de nuevo ser niños, es un lindo relato/poesía, esa piedra debe sonreírte invitándote con picardía a que vuelvas a bailar sobre ella jajajaja
Saludinesss Cetrro3, gusto leerte el alma de niño que nos traes.

 

Gracias por vuestros comentarios, un saludo.