La pluma mágica

Dolor que maldice una mente hecha de papel,
borrar puede su pensamiento pero no escribirlo;
y, a su vez, eterna su historia de hiel
por vivirlo todo y perderlo y finjirlo.

Para siempre su palabra quedó grabada
y las huellas que quiso borrar le aplastaron
pues, quizá imagines lo que el amor de hadas
hace a un simple humano, muerte y tormento le adularon.

Su relato bien olvidado se ha, no querría recordarlo.
Pero en un inscrito perdido recuperé su memoria.
Su deseo: su historia infinita y reencontrarlo,
para que se supiera su hazaña, su grandeza, su gloria.

Leí en leyendas sus pensamientos y nombrarle deseo.
Su nombre, pequeño Romeo, buscaba algo de pan y agua,
a los pies de los transeúntes miraba con recelo.
Mirarle más quisiera él, por escupirles palabras de su fragua.

El parpadeo agujeteaba su mirada, deshidratado, maldito.
No podría andar, pues las rodillas demacradas
surgían de arrastrar sus lágrimas hacia el sustento descrito,
seguía sus penas en el muro de granito,

al pie de los aposentos del gran mago Merlín.
En su castillo de piedra y luces brillaban grandes hechizos,
en su poderío extasiado quedaba Romeo por su afín
y exclamado dedo de poder; atónito por un favor que hizo.

Con gran calma y esfuerzo suspiró un deseo:
una pluma mágica, que al escribir pudiera poseer
y tener lo que allí en papel escribiera, hasta Orfeo
se rendiría a sus versos, cualquiera le iba a leer.

"Deseos tan grandes no debes acercar a tu mente",
Merlín expresó. Pero demasiado tarde fue su consejo,
pues el pequeño Romeo al instante se volvió inpenitente,
el primer escrito sería ser perfecto, allí quedó su reflejo.

"Poder en mi mano tengo", se decía el poeta ahora forjado.
Sus escritos infinitos serían en aquel momento
lo que su mente corrompida por su ambición había deseado:
poder, fama, gloria, riquezas, hasta un monumento.

Encontrarlas pudo y controlar su pensamiento realizó,
si en tristeza se tornaba su pluma escribía felicidad interior,
a la amargura por no estar lleno en emoción decidió.
Una vez por mujer su cuerpo cambiaba, para ver su exterior.

Locura amenzaba a su cerebro, ya destrozado
y quiso ser inmortal para comprender el mundo en que vivía
hasta que un día se fijó en un ángel, un ser aterrado.
Sorprendido había quedado y mirar su faz solía.

Dibujado la pluma en papel de piel de yegua,
blanca, la más pura de su yeguada,
tenía el la esperanza de encontrarla a la legua,
y construir un bello cuento de hadas.

Pedido que bajara del cielo a sus tierras escribió en su libro
y la pluma magia mostraba, entallada en platino,
le dio lo mejor que encontrar hubo podido.
Sacar a Galadriel, el más hermoso, incluyó en su destino.

Comprendia entonces su decisión, un ser humano, angelical,
aterrada ella, inocente, en mundo malvado se apostó.
En el destino de Romeo bajó a acudir un ser celestial,
junto a él se quedó, protección le daba y amor le ofreció.

Tanto amor Romeo sentía por ella, que se olvidó de todo.
La pluma acabó fuera de su mente, magia interior en él nacía.
Corría por el país la magia patente y, allí en el lodo,
búsqueda iniciaron todos para tener lo que a ellos les complacía.

Pero poeta recitó lugar seguro, al que nadie accediera,
para que no se suscitara más tormento, si aquello sucediera.
El poder quedaba en él por pluma de pichón que cogiera,
aferrado a su pluma de platino estuvo, dormía en él su fiera.

Por temor a ello, escribía cada noche amor seguro
e infinito a su amada, que a él le correspondía,
ese ángel suscitaba miedos y un dolor muy duro,
muerte por salvar a su amado de las garras del día a día.

El amado, fiero y terroríficamente en enfado
desató toda su maldad en el papel de su mente.
Entró la era oscura, a saber, el Barroco por su mando,
y pérdida de vidas causó de repente.

Merlín apareció en su recuerdo y recordó sus palabras,
vio que hasta en amor exigió un ángel bello
y se quedó consigo, sólo, perdido, entre cabras.
Apacentaba con ellas, la locura le indució a ello.

Al tiempo que recordaba sus hechos y pasatiempos
le sonaban con voz pasiva los éxitos realizados.
Sus fechorías y caminos fueron tremendos,
sí, pero todo se tornó en sentimientos frustrados.

Así, pensó en su inmortalidad y que la tinta agotada
no le daría más salidas sino más enfermedad acumulada.
Y la vida de Romeo acabaría fundida y quemada
si se atrevía a dar su vida por la que fue su amada.

De esa manera lo hizo y con punta afilada,
a su corazón acercó la pluma, adiós dijo al cuento de hadas.
Pero murió con la eterna esperanza,
de ver a su amada y permanecer con ella en andanza.

 

ey elesillo! ke pasa?
me alegra ver ke escribes de nuevo aki...
ya lo machacaremos mas e?
venga wolf espero seuir leyendo mas e?

taluego

sin mas
zack

 

:shock:

yatta to dicho.