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La poesía de la experiencia

Tema en 'Debates, pensamientos...' comenzado por R_Cordero, 15 de Abril de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 2023

  1. R_Cordero

    R_Cordero Poeta asiduo al portal

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    29 de Abril de 2008
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    Dejo por aquí un artículo que escribí, si no recuerdo mal, en 2007. Aunque no soy tan tajante con algunas de las ideas que manejaba entonces, en general sigue expresando muy bien el tipo de poesía que me gusta escribir y defiendo
    . Espero vuestras opiniones.

    Tengo que hacer una oscura confesión: soy un "poeta de la experiencia". Lejos de rechazar esta etiqueta que la crítica ha usado en los últimos tiempos para desperstigiar cierto tipo de poesía, creo que es una definición acertada de la opción poética que para algunos es la fuente de nuestro oficio. Durante años, criticada y despreciada por los círculos de la vanguardia y la poesía posmoderna, la poesía de la experiencia ha abrazado el empeño de abrillantar una literatura demasiado hundida en las fangosas profundidades del fundamentalismo romántico. El resultado ha sido la devolución de su caracter compartido, de ida y vuelta, a la poesía; su concepción como una forma de comunicar. Un gran número de lectores lo avalan, lo que ha supuesto un rechazo todavía más fuerte en los círculos literarios posmodernos y de vanguardia.


    No es fácil navegar en un mar de relativismo absoluto, donde la única norma que parece seguir en pie es la transgresión, único objetivo, me parece, de gran parte de la poesía moderna. Así pues, como náufragos a la deriva, la poesía de la experiencia tiene un punto de partida crítico con la modernidad romántica, con este peligroso y transgresor "todo vale" que nos agita de una costa a otra y que a mi me sabe como un trago de agua salada. Los principios de la vanguardia tienen que ver con una crítica al totalitarismo de la Razón como vehículo único, pero, como dice Luis García Montero "...si no se puede creer con optimismo en la Razón, así, con mayúscula y de forma totalitaria, tampoco son muy positivos los saldos del irracionalismo y del yo ensimismado, convertido en torre de marfil o en estercolero, cada vez más alejado de la realidad, más imposibilitado para intervenir en algo que no sea una moda impuesta por aquello mismo que denuncia: el mercado". Continuando con la cita de García Montero, "la vanguardia resulta hoy una tradición más, un conjunto de técnicas en las que se puede aprender, pero no una perspectiva innovadora. Recuperar el futuro, según están las cosas, tiene más que ver con unos ojos ilustrados capaces de aprender las enseñanzas del romanticismo que con unos románticos empeñados en acabar con la ilustración. En la llamada poesía de la experiencia se produce una lectura precisa de la posmodernidad".


    Mis pretensiones son mucho más simples que traspasar el umbral de la historia a patadas contra las reglas. Como poeta me interesan estadios y niveles de comunicación que abran posibilidades en lo real, que tengan su origen en la profundidad de cada experiencia y que sirvan para establecer espacios comunes. La sentimentalidad como único fin poético nos conduce a un subjetivismo tan extremo que el poema termina siendo un desahogo del autor, pero impenetrable para sus lectores, que lo acaban interpretando a su manera, perdiendo por el camino el sentido comunicativo del texto. Es por eso que lo emocional debe servirnos de punto de partida, a partir del cual se elabora una visión crítica de los sentimientos que nos permita compartirlos con los demás de una manera comprensible. Deben estar al principio, no al final, para ser recuperados después por el lector. Como dice Felipe Benítez Reyes, "sería saludable que se comenzase a considerar la práctica de la poesía no como el desahogo sentimental de personas enamoradizas, o como la salida vocacional de sensibilidades pintureras, sino como lo que realmente es o puede llegar a ser: un ejercicio de inteligencia". Se trata, a mi entender, de comenzar desde un análisis crítico de los propios sentimientos que nos permita llegar a las causas "biográficas", contextuales, que han producido esa sentimentalidad, de forma que podamos transmitir la situación que originó determinado sentimiento para que el lector interprete el contexto y sienta en nuestro lugar en el momento de la lectura. No considero a mis lectores estúpidos consumidores de sentimientos ajenos, ni me doy la importancia que a otros les conduce a confesarse poéticamente con el corazón en la mano. ¿Por qué iba a importarle a un lector como me siento una noche de verano o un día de lluvia? Lo que quizás si aprecie es la descripción de situaciones con potencial emocional suficiente para ser él, el propio lector, el que sienta una vez leido el poema. "No basta con sentir, con recibir impresiones, porque la tarea del poeta culmina en el viaje de vuelta, en la construcción de impresiones capaces de afectar al lector" (Luis Garcia Montero). No es la autenticidad emocional de lo sentido por el poeta lo que cuenta, sino su capacidad para hacer creible el contexto que describe, lo suficiente al menos para que el lector pase por el aro y sienta. Gil de Biedma, una de mis mayores influencias poéticas, lo explica muy bien: "La poesía no anuncia verdades; enuncia las condiciones dentro de las cuales es verdadero algo sentido por nosotros".


    Por otro lado, en la poesía de la experiencia hay otra fuente motivacional importante que es lo cotidiano. No significa abandonar los grandes temas como el amor, la muerte, la incertidumbre, etc, sino que se trata de recuperarlos para un lector que, seguramente, no vive una vida en las alturas, sino en suelo firme. Como dice Auden, " el nuevo protagonista no es el Gran Hombre ni el rebelde romántico, ambos realizadores de hechos extraordinarios, sino el hombre o la mujer que, dentro de cualquier actividad, a pesar de las presiones impersonales de la sociedad actual, logra adquirir y conservar un rostro propio". Es una cuestión de mirada, de capacidad para ver en la realidad posibilidades nuevas, una recuperaión del autentico sentido etimológico del término poesía, poiesis, que significa actitud creadora, transformadora.


    Hacer grande lo que ya lo es no es difícil. Mi reto como poeta de la experiencia es hacer grande lo pequeño, y este es un reto emocionante y para el que pongo todo mi empeño.
     
    #1

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