La posada del pezonero

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Y Jacinta salió tras la cortina.
-¿Qué pensáis, que no se os adivina?
¿o acaso creéis que todo fue un descuido?,
no amigo, quien vino de aquel río
trajo aguas a las claras, debió secarse
y no dejar sus carnes tan mojadas.

Pues ahora que lo dices… Jacinta,
creo que razón no te falta,
pues aunque no se bañó en esas aguas,
en las mías lo hizo, como puedes ver
por lo mojada; que en mi falda es todo
el ver, lo que mi cuerpo no mostraba.

“Perdón, no sé si interrumpo; vengo del pueblo
y necesito hablar de un asunto”

-Habla, habla gran capullo.
¡Éste era el que escondíase!, el que miraba
y remiraba; ya ves, aquí me tienes,
casi desnuda con la ropa empapada.

"Yo… venía; ¡Ya veo, ya veo! ¡Qué pezones!...
¿Los pruebo?"

-¡Ja!; ahí te lo dejo;
mucho ojo que te desnuda con la mirada,
cuando menos te lo esperes…
¡Te deja embarazada!

"Es el doctor sin nabo, sin lengua, con vista
y sin chavo, el que hasta aquí me ha traído;
lo suyo y mío fue un encuentro relativo;
usted iba con prisa y yo medio salido;
que los dos cayéramos fue algo fortuito,
y más teniendo en cuenta
que nunca dio un solo grito;
así que no me venga con esas largas,
que yo miraría, pero no más de lo que me ofrecía;
¿o por qué se cree sino que la mojé?,
¿para calmar su sed?; qué culpa tengo yo
que se cruzara en mi camino;
ver a otra es lo que quería, y por ello estoy aquí;
pero ya puestos… ¿los pruebo?; uhhmm, qué buenos,
y qué tiernos; son pezones… ¡Y de qué río!"

-Pruebe usted los míos gentil hombre;
y hágame el favor que al volver usted al pueblo
de razón del buen pezón que se comió,
en la posada a la que llegó
que todos llaman del pezonero.

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pícaro relato y bien llevado.Salvador

 

Jajajaja... muchas gracias Salvador por tu conmiseración... un abrazo