La sardina.

Ella estaba preparada para mí, desde el primero momento.
Con un suspiro, engendró viento.
Era un gran placer, ser su huella en el camino.
Una estela en la Mar. Un capricho; un antojo. Unos prismáticos...


Para que ella mirara desde el ático. Apostada en la terraza, y tomara el Sol.


Me pescó, con larga caña y con caricias.
Ascendí, no en ascensor. Sino que el anzuelo se me hincó en la nariz.
En su granja de avestruces, me puso a empollar grandes huevos, pero no tengo alas.
Luego, me tocó estudiar Historia, dentro de una sala.


Finalmente, me besa. Me quedo bastante absorto y tieso.





Me pilla desprevenido. Me armo de paciencia.
Desarmo el sable y lo introduzco con pericia y profesionalidad, en mi pantalón de pana.
Porque soy experto, en el manejo cotidiano de los dardos, de la diana.
Ella se va con los luceros de la noche. Sus mejillas, sonrosadas.


Después de pasar por camerinos, rueda, rueda y rueda películas de cine.


Es Sabrina.
Tiene pechos preciosos.
Y es amor brujo, femenino.
Que me transformó en sardina. Siendo, como era, oso.

 

El amor nos atenta cuando nos enamoramos y es capaz de transformarnos en cualquier cosa. Un abrazo amigo.

 

¡ Gracias, Paloma !
Eres como la cinematografía.
Ella es paloma, encina, piano y cinematografía.
Musa de inspiración, para el Universo.

 

Oso o Mamut igual nos pescan como sardinas, viejo. Saludo. Buen poema.

 

Sí, señor. ¿ No son encantadoras ? Y afrodisíacas.

 

Un poema encantador.
Saludos cordiales

 

Gracias, Maygemay. Seamos humildes, siempre. Ése es el mensaje oculto, en mi obra.

 

Magnificas letras que despiertan nuestras sonrisas. Un placer leer amigo, enhorabuena. Saludos, que vaya todo muy bien.

 

De acuerdo, Tribu Zen.
¡ Una sonrisa !
Magnífico.
También, un tirón de orejas.
¿ Por qué motivo ? Porque en el Universo, tienen que pasar cosas.


A veces, desagradables. Pero qué bonito es hacer el Amor...