La sed

El auto camina lento, es un pájaro que sueña.

Tú te vestías de sur con un traje liviano de colores.

En junio los frutales dejan caer los carozos,
su pulpa derramada.

Los puestos de la carretera se exhiben al sol:
fresas, el amarillo del melocotón, las sandías sin abrir…

En nosotros reina el horizonte,
la raya azul del océano,
las casas de cal como dientes pulidos,
el resplandor de los tejados en la lejanía.

El verano llega con sus luciérnagas heridas,
la playa abraza tu cuerpo y son espuma tus labios
al besar mi silencio.

Por la noche los fuegos artificiales en la bahía,
y una sed infinita de beberte toda.

 

La profundidad del genio.
Perfecta entrega, amigo Ramón.

Salud !

RJL

 

Excelentes versos, con ese apasionado cierre de la sed infinita de beberse lo que se ama. Saludos, que este bien poeta.

 

Gracias, Ricardo. Un abrazo, amigo.

 

Gracias, Ansel, un saludo cordial.

 

Me imagino las escenas con una cadencia tranquila como de quien hace cosas cotidianas con una mirada única, envuelta en un aire maduro y dulzón apuntalado por la vida. Precioso y muu evocador. Me dieron ganas de ir a la playa
Saludos.
Luz

 

Gracias, amigo, por rescatar este poema y por el comentario que dejas. Un saludo cordial.

 

Gracias, Luz, por el bonito comentario. Un abrazo.