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La selva y su espiral

Tema en 'Microprosas' comenzado por Starsev Ionich, 19 de Febrero de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 401

  1. Starsev Ionich

    Starsev Ionich Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    26 de Marzo de 2011
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    Siguió el camino de esos hombres que pintaron el suelo de sangre y reían al ver rodar las cabezas de sus amigos. Se sentía uno de ellos, cuando repasaba la senda fangosa formada por el peso de unas botas americanas hechas con cuero de lince. ¿Quería tal vez desafiar a la naturaleza forjando la cicatriz dejada por el hombre blanco en esa mitad del amazonas?

    Sentíase abstraído de su naturaleza, y el odio se había generalizado a todas las razas de dos patas que viera de ahora en adelante; hace poco venía de estrangular a una cría que lloraba parecido al rio hirviente en donde conoció al hombre puro y franco, ese que respetaba la naturaleza y veía en cada planta a un Dios divino al que respetar.

    Pero estos hombres ahora le eran tan parecidos… sin importar su idioma o su color, todos olían a suciedad y envidia, todos con esas ínfulas de superioridad, ese juego sucio de aprovecharse de los demás, de sacar la mejor tajada; cuando ni siquiera eran capaces de correr como él, ni cazar como el, ni sentir como él. Él solo mataba cuando lo necesitaba, cuando su estómago chillaba al compás de su gruñido. El hombre no, él mataba por complacencia y poder.

    Aun así, sabiendo esto, mató a cuanta cría de hombre vio de ahí en adelante, fomentando un odio a muerte entre este y el temido jaguar, llegando al tamaño de ser mito; sin darse cuenta había aprendido algo de ellos, se había humanizado; al igual que le pasa a un estúpido perro, con la patraña insulsa de ser el mejor amigo del hombre. La venganza hacia también parte de su naturaleza y no solo hacia parte, otrora, de su buen amigo.

    Lo rescatable de esta historia es que el mito se superó, el hombre y el jaguar dejaron de ser enemigos (a pesar de que el material de las botas ya no solo era de cuero de lince, sino que a veces también eran de este último). Vivieron felices siendo el jaguar prisionero del hombre, a cambio de tres comidas diarias y mucho amor, en algunos hogares excéntricos del mundo.
     
    #1
    A homo-adictus le gusta esto.

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