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La Señora S (cuento)

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por the.jester, 16 de Diciembre de 2014. Respuestas: 4 | Visitas: 1974

  1. the.jester

    the.jester Poeta recién llegado

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    La señora S

    La señora S era una mujer singularmente solitaria. A sus cuarenta y cinco años de edad, soportaba el peso de una soltería cuya tediosa personalidad y cuya figura, muy alejada de los estereotipos de belleza de su época, ya habían declarado condena vitalicia. El “natural” tránsito de la libre soltería juvenil a la comprometida vida familiar la había separado casi totalmente de sus viejas amistades, y el ineludible dictamen de la muerte ya le había arrebatado a sus padres. Aquella imperativa soledad la mantenía sumida en una amarga sensación de fracaso, y le asestaba una profunda melancolía que solía disimular con una dureza ficticia enmarcada en parcos gestos de desdén.

    No obstante su secreta frustración, la señora S ocupaba un destacado cargo ejecutivo en la prestigiosa compañía para la que trabajaba y ostentaba los más admirables méritos académicos. Su éxito profesional le había permitido, hacía ya unos años, hacerse a un pomposo pent-house en las altas colinas del sector más exclusivo de la ciudad, tal como lo dictaba la moda para las gentes adineradas de aquella época. Entre las muy escasas actividades en las que aún lograba encontrar algo de placer destacaba su afición por contemplar la ciudad desde el inmenso ventanal de aquel lujoso apartamento. Dedicaba tardes y noches enteras, de pie, apoyada sobre el barandal que había tras el ventanal, a aquel deleitante pasatiempo, absorta, inmersa en el paisaje de concreto, que desde allí se veía tan pacífico y estático que su aparente trivialidad la llevaba al completo olvido de su aflicción. Tal era su goce que, a partir de cierto momento, comenzó a hacerse recurrente un etéreo sueño en el que se levantaba de su cama y se dirigía al ventanal, a través del cual salía volando y se hacía una con el sereno panorama que tenía en frente, en un abstracto proceso de naturaleza alquímica.

    Caía el ocaso de aquel viernes trece y, aunque ligeramente, llovía con benevolencia, en medio del agosto más caluroso que se había registrado en la última década. La señora S se sentía particularmente triste, pero al mismo tiempo serena, una nostalgia parecida a la que viene tras alcanzar un logro por el que mucho se ha luchado (cuando se empieza a extrañar y añorar precisamente aquella lucha), una rara mezcla de pena y satisfacción, similar al remordimiento, turbaba su corazón. Quiso disipar aquella exótica e incómoda sensación optando por no usar su auto para ir a casa al salir de su oficina. Unas doce calles que estimaba recorrer en veinte minutos serían ejercicio suficiente para extirpar su confusión. Entonces, las cosas comenzaron a tornarse inusuales.

    Recorrida la primera cuadra del camino cesó la lluvia, las aceras que flanqueaban la avenida no tardaron en congestionarse de transeúntes, los últimos destellos de sol en el horizonte aún daban suficiente luz, todo lucía perfectamente normal, pero una desesperante e irracional paranoia comenzó a gestarse en la mente de la señora S. Por momentos tenía la impresión de percibir una sombra que pasaba velozmente por su lado, cuando volteaba a revisar, advertía en un rápido vistazo una silueta indistinguible, quizá semihumana, en medio de la multitud. Tras un parpadeo o con el paso de alguien por delante, la fantasmagórica aparición se esfumaba en un instante.

    Alarmada por sus visiones, decidió cambiar de ruta e ir por una calle menos congestionada, de hecho, totalmente solitaria, lejos del inminente peligro de la existencia ajena. Recorrió algunas calles con la sólida convicción de ser perseguida o vigilada. Mirando de un lado a otro, por momentos hacia atrás, buscaba aquella presencia que su instinto percibía. Estaba, sin embargo, completamente sola.

    Creyó sentir una gota impactando su mejilla y poniendo su mano izquierda con la palma hacia arriba pretendió revisar si comenzaría a llover de nuevo, dos alarmantes gotas carmesí cayeron sobre su mano, anunciando una inminente lluvia de sangre. Horrorizada, cubrió su boca con ambas manos, en un gesto de espanto y asombro. Tras breves segundos, sus ensangrentadas manos y el intenso olor a hierro que percibía le recordaron que las hemorragias nasales eran usuales en ella durante días tan calurosos como aquel. Tomó un pañuelo de su bolso y limpió la sangre, luego detuvo la hemorragia orientando el rostro hacia el cielo con los ojos cerrados. Para cuando hubo abierto los ojos, unos pocos segundos después, ya no había luz en el firmamento. La inexplicablemente súbita llegada de la noche llenó de sobresaltado misterio su mente.

    Caminando tan rápido como su peso y rodillas se lo permitían llegó, empapada de sudor, a su morada. El insoportable calor del recinto la obligó a abrir el ventanal de par en par, tras lo cual se quitó toda la ropa, quedando desnuda. Agitada, exaltada e indescriptiblemente exhausta, se arrojó a su lecho sin más, en donde, casi en el acto, sucumbió al más profundo sueño.

    Como de costumbre, la señora S comenzó a soñar con su ventanal, pero esta vez el sueño era diferente. La sensación de un asfixiante calor le impedía respirar con normalidad, era como si inhalara cíclicamente el aire previamente exhalado dentro de una bolsa. La brisa, densa, cargaba un intenso aroma a flores que sacaba de sus más profundos recuerdos la fúnebre memoria del sepelio de su padre. Se oía el bullicio de cientos de voces murmurando, guturales, similares al gemido de algún animal, en alguna clase de idioma infernal del que no lograba comprender ni una palabra. Agudas y escalofriantes carcajadas rompían la monotonía de los murmullos.

    Todo a su alrededor se veía ligeramente distorsionado, como si las cosas estuvieran vibrando con frecuencias diferentes sin moverse de su sitio. Las blancas cortinas del ventanal ondeaban sutilmente ante la caricia de aquella siniestra brisa. Espectrales siluetas, completamente negras, antropomórficas, igualmente distorsionadas, comenzaron a salir de aquellos lugares inalcanzables para la pálida luz de luna que penetraba la habitación: de las esquinas, tras los muebles, bajo la cama. Finalmente, la habitación quedó poblada de aquellas criaturas.

    Sin el más mínimo dominio sobre su cuerpo, la señora S se levantó. Un horror demencial invadía sus atribulados pensamientos. Sus manos temblaban, al igual que sus labios, mientras en vano intentaban dejar salir algún gemido. Abundantes gotas de sudor bañaban todo su cuerpo y sutiles pero sinceras lágrimas del más genuino miedo brotaban de sus ojos, sin poder si quiera parpadear. Sus pies, por voluntad ajena a la suya, comenzaron a dar lentos pasos, dirigiéndose al ventanal. A su paso, los espectros le sonreían y con venias le señalaban su camino, algunos lamían su cuello o sus mejillas, otros olfateaban su cabello, las recurrentes carcajadas no cesaban.

    La señora S se hizo entonces consciente de su sueño y con el más insistente desespero intentó, inútilmente, despertar de éste. Quería, pero no podía gritar, le ordenaba a sus pies detenerse sin obtener respuesta alguna, con cada paso aumentaba su pavor, con cada segundo su angustia, con cada centímetro de su piel que iluminaba la pálida luz de luna se hacían más agresivas sus ansias de despertar.

    Finalmente se detuvo, tocando ya su vientre el helado barandal, frente al austero paisaje de concreto. Por un instante, el horror se transformó en dolor, la señora S sintió la más desgarrante soledad jamás experimentada por alma mortal, luego, la voluntad regresó a su cuerpo, entonces sonrió. Ni siquiera el electrizante vacío pudo despertarla de su profundo sonambulismo. Algunos vecinos escucharon algo fuera del edificio, al salir fueron testigos del sueño hecho realidad de la señora S: se había hecho una con el estático paisaje de la ciudad, en una alquímica mezcla de asfalto, carne, sangre y sesos.

    The Jester (16-XII-2014)
     
    #1
    Última modificación: 8 de Enero de 2015
    A Uqbar y ropittella les gusta esto.
  2. ropittella

    ropittella Poeta veterana en el Portal

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    Excelente de principio a fin. Describes a la perfección estados de la mente que pueden llevarnos a la locura y a la muerte. Tal vez a la señora S le hubiera hecho bien dar algo, salirse del estado de egocentrismo puro para ver el mundo como lo ve un filántropo...Solo tal vez.
    ¡Gracias por escribir! Abrabesos
     
    #2
  3. nesbith

    nesbith EL MONSTRUO DEL LAGO.

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    Magnífico! La fluidez, las imágenes nítidas, el entorno... Un verdadero placer.
     
    #3
  4. Eratalia

    Eratalia Con rimas y a lo loco

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    Una prosa indudablemente rica, fluida y bien hilvanada que te atrapa desde el primer renglón.
    Me ha parecido un relato de excelente calidad.
    Un saludo muy cordial.
     
    #4
    A the.jester le gusta esto.
  5. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Inquietante, atrapa de principio a fin. Una historia fantásticamente escrita y que provoca una velocidad de lectura a medida que la protagonista entra en esa pesadilla.
    Excelente el ritmo. Verdadero placer la lectura.

    Saludos,

    Palmira
     
    #5

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