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La silueta

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por Castor, 17 de Agosto de 2013. Respuestas: 2 | Visitas: 2022

  1. Castor

    Castor Poeta recién llegado

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    La zozobra en que Aldo se despertó por la madrugada le indicó que no era un día común; consecutivos y estruendosos destellos hacían vibrar los vidrios de su ventana, anunciando la posibilidad de una tormenta.

    Pese a eso, se propuso que ese día fuera especial en su vida. La razón de su optimismo se debía a que por la tarde se reencontraría con Beth, el encuentro ella lo decidió, así como que fuera en su propia casa aprovechando que su madre estaría fuera del hogar por algunas horas.

    Días atrás, Beth le había informado que debido al castigo que le impuso su mamá, no se verían por algún tiempo. La madre había descubierto el tatuaje con su nombre que lucía Beth en la parte baja de la espalda y, encrespada por lo que consideraba una vulgaridad, le prohibió salir de casa por algún tiempo y también seguir viéndolo; so pena de un castigo mayor nada ajeno a los crueles arrebatos que la caracterizaban cada vez que ella hablaba de él.

    Pero ahora, sólo faltaban algunas horas para el anhelado reencuentro, por lo que dejó transcurrir el tiempo, repasando el ensueño interrumpido por el maldito vendaval.

    Fantaseaba que en compañía de Beth se encontraba en Perú, en las montañas de Machu Picchu. Alguien le había comentado que este lugar mágico era repositorio de los más encarecidos anhelos de los visitantes y que al partir de ahí, los deseos se hacían realidad. Aldo se veía con ella,tomados de la mano sin el temor a ser sorprendidos por la madre de Beth o poralguna otra persona indeseable; reducidos a simples espectadores uno del otro,sin importar que el planeta tierra se detuviera o siguiera girando.

    Estaba consciente que no era fácil que su sueño se convirtiera en realidad. Hacía falta dinero y encontrar un pretexto para hacer ese gasto sin que su esposa sospechara.

    En el transcurso de su existencia conoció a varias mujeres, pero ninguna había impactado su vida como lo hizo Beth.

    En un principio el trato entre ambos fue un tanto escabroso: aunque convergían en el mismo grupo de amigos, por lo general se evitaban. Ella llegaba, saludaba, charlaba o hacía preguntas a todos menos a él.

    Aldo, por su parte, algunas veces gozaba molestándola con hirientes indirectas dirigidas a ella, musa de su maldad.

    Una ocasión, en que el grupo se había reunido para celebrar la llegada del Año Nuevo, ocurrió lo inesperado: Beth se acercó y le preguntó a Aldo si le había gustado la cartera que ella le había regalado con motivo del intercambio de regalos en Noche Buena, y la respuesta fue un contundente “¡No!”.

    Tímidamente, ella le reprochó la manera de responder. Fuera de disculparse, y mirándola de reojo,Aldo respondió que prefería ser grosero que mentiroso.

    Así se relacionaron y así lo aceptó Beth.

    Al parecer, ése fue el parteaguas para que se estableciera entre ellos el diálogo espontáneo,intemporal, que los hizo pensar que ya se habían amado en otra vida.

    En algún momento Aldo le preguntó la razón de por qué aceptó ser su novia, ya que ella le había hecho experimentar lo más endiablado de su persona; Beth le confesó que precisamente su forma de ser y no tanto lo físico había sido lo que le gustó de él.

    La respuesta no había sido del agrado de Aldo, que en tono serio le preguntó si tan jodido lo veía.

    Con la mirada baja,Beth le había respondido que no era eso lo que había querido decir, pero que desde el momento en que lo había conocido, ella entendió que no era la más fea de la planta y luego estalló en sonora carcajada.

    Las palabras de Beth eran parte de un juego que muchas veces ambos compartían con alegría y Aldo,para seguir la broma, aclaró que el hecho de estar feo no lo convertía en presa fácil de cualquier zorra.

    Tiernamente, Beth lo abrazó, al mismo tiempo que le decía: hombre, si eres el feo más alzado que conozco, esta vez ahogando en la cara de Aldo una convulsiva risa.

    Fue por la tarde cuando Aldo llegó a casa de Beth, minutos antes lo había telefoneado para preguntarle si ya podía ir a verla: afortunadamente para él la señora ya había salido y se tardaría en llegar.

    Al abrirse la puerta,la mirada amorosa de Beth le dio la bienvenida e inmediatamente lo condujo al sofá, que en algunas ocasiones había sido cómplice de sus intimidades.

    Durante ese breve trayecto, Aldo no pudo evitar observar la sensualidad de Beth: la pequeña blusa que vestía dejaba ver la dibujada cintura, que permanecía incólume pese al rítmico oscilante de su trasero, el cual, más de una vez, sus manos recorrieron con el simple propósito de cerciorarse de que la mujer que constantemente estaba en su mente era real.

    Ya en la comodidad del sofá, cientos de palabras apresuradamente salían de la boca de Beth, asemejaban el borbollón de agua fresca que es expulsado con la fuerza que tiene el manantial, después de haber sido reabastecido por una tormenta.

    Aldo era uno de los poco privilegiados que disfrutaban de esa elocuencia. Pues no estaba en la naturaleza de Beth compartir ese don de la conversación con cualquier persona,aun cuando se lo solicitaran.

    Por un buen rato conversaron de las tareas que los habían ocupado durante los días que se habían dejado de ver.

    -¿Qué has hecho?-preguntó Aldo.

    -¡Ah! mil cosas-respondió Beth.

    A lo que se refería Beth, es que hacía ya varias semanas que realizaba sin protestar las tareas que le encomendaba su madre, también las que en otras ocasiones se había negado a hacer, “Me caga podar los rosales del jardín”, había dicho cientos de veces-,pero para evitar entrar en un conflicto, se limitó a acatar lo que se le pedía que hiciera en el hogar. Incluso cuando se le impuso la prohibición de ver a Aldo, ella no replicó. Pero esta humildad tenía un propósito, que era la de pedirle a su madre que le diera dinero extra del que recibía cada semana.

    -He hecho todo lo que mamá me ha pedido, mañana le doy el golpe bajo.

    La manifiesta necesidad de dinero expresada por Beth intrigó de sobremanera a Aldo, pues siempre la había considerado una persona austera en su vestir y en el arreglo personal, y más de una vez, ella había desacreditado lo fastuoso y el consumismo desmedido,por lo que inevitablemente le preguntó para qué quería más dinero.

    La respuesta de Beth fue breve, sólo dijo que el dinero no lo ocupaba para algo en particular, pero que sí quería incrementar el monto que tenía ahorrado. Y haciendo un gracioso mohín, giró la conversación al preguntar: “¿Piensas en mí dos o tres veces en el día?”

    .-Siempre, cuando puedo hablar de ti, lo hago con sumo placer.

    Continuó diciendo Aldo que días atrás se encontró con un amigo que ella no conocía, y que le había comentado del problema que existía por la relación amorosa que ambos sostenían y que no aprobaba la mamá de Beth. Agregó que por la tensión que percibió Luis en él, trató de bromear al preguntarle: “¿Siquiera está buena la vieja para que valga la pena tanta bronca?”.

    De tajo cortó Beth el relató que hasta ese momento había escuchado con atención, su explosivo carácter se mostró en su esplendor; en réplica a lo dicho por Luis, no lo bajó de “puto perro” y después dirigió su enojo hacia Aldo, a quien reprochó no haber censurado la indiscreción de Luis. “¿Para qué pregunta el cabrón cómo estoy, me va a comprar o qué?”, cuestionó Beth.

    Por un buen rato, Aldo escuchó las expresiones de enojo, y en una de las breves pausas que hacía Beth entre los largos alegatos, aprovechó para disculpar lo dicho por Luis, entre otras cosas decía que él lo entendió como una forma de solidaridad a su persona, y que jamás le habría permitido que se expresara mal de ella.

    –Ya sé- asintió Beth.

    Ya tranquila Beth,reflexionó sobre el romance entre ambos. Consideró que a pesar de lo mucho que le amaba y de que nadie en el mundo lo podría ver como ella lo veía, tal vez para Aldo no había sido bueno iniciar la relación que sostenía, ya que le atemorizaba que por esta causa pudiera él sufrir algún daño.

    Sin tener en claro a lo que Beth se refería, Aldo le dijo que en muchos noviazgos se presenta circunstancias que ponían a prueba lo sólido de una relación, pero que eso podía ser superado si se sumaran el esfuerzo de los dos.

    –Mi deseo es que jamás pases por nada malo, no lo mereces- afirmó Beth.

    Por unos segundos, Beth fijó su mirada en el rostro de Aldo,manifestando su gusto por el gesto que la boca de él hacía al charlar.

    La adulación complació el ego de Aldo, que no perdió la oportunidad para preguntar a Beth lo que legustaba de su físico.

    –De lo que he visto,todo- dijo Beth.

    La breve respuesta no satisfizo la curiosidad de Aldo, ya que en alguna ocasión ella había mencionado algo que no entendió bien sobre su trasero, así que le preguntó directamente si era tan grande como el de Pepe, que alguien había dicho que tenía la raya delas nalgas como de un metro.

    -¿Así se me ve a mi?-preguntó Aldo.

    Sin dejar de reír Beth le aclaró que no, que su trasero no era grande, y que para ser de hombre era de buen tamaño.

    Aldo trató de insistir en su pregunta, pero Beth le cortó la intención diciéndole que cuando iba a decir una tontería se le notaba en la cara, que era bastante expresiva, y quede hecho, se podía adivinar todo de él con solo verla.

    Tocó el turno de Beth,que le preguntó a Aldo por qué se había fijado en ella, si padecía de celulitis, además de carácter caprichoso.

    Aldo respondió que toda ella era de su agrado; la comparó con la luna llena de octubre, con un oasis enel desierto y por último, con la última cerveza a mediación de un clásicoTigres-Rayados.

    Beth le dijo que le encantaba cuando bromeaban, pero al mismo tiempo recordándole la advertencia que tiempo atrás le había hecho: “¡Ah! nada más no te pases porque no te la acabas”. Justificó que en algún momento se mostrara condescendiente con él,porque según ella, la forma en que habían sido educados los hacía personas diferentes, aunque con muchas cosas en común, pero aclaró que jamás permitiría que se sobrepasara con ella, porque dañaría el respeto que se debían los dos.

    Añadió que a pesar de algunas cosas que habían sucedido, veía respeto por parte de él y que eso le gustaba. Ya en broma le decía a Aldo que “su disponibilidad de llegar a alcanzar el grado máximo de excelencia como ella, está ahí, y que eso siempre sería admirado de una maestra para un alumno”, terminaba diciendo Beth con sonrisa pícara.

    Un tanto como defensa, Aldo reconoció tener el don de exasperar a la gente, pero le recriminó que ella tenía la cualidad de enfurecerlo. Aceptó ser gruñón, canijo, posesivo, demandante,chiflado, celoso, raro, pero señaló que ella era eso al 125%. También le recordó que ella siempre le reprochaba que su atención se fijara en algo,aunque esta cosa no fuera una persona.

    –Ni modo que quiera pasar a segundo plano- respondió Beth.

    Aldo manifestó que no le molestaba la exigencia de Beth, pero que tampoco quería que sin motivo llegaran a reñir. Reconoció decir cosas sin pensar, pero sin el propósito de molestarla. También que antes de ser novios sí lo había hecho, por maldad o por lo que fuere, pero que eso era cosa del pasado.

    En realidad, las disculpas de Aldo salían sobrando; pese a cualquier cosa, Beth respetaba su individualidad, percibía en él ese calor que sólo una persona que ama de forma especial puede dar. Tal vez no era bueno para expresarse con ternura, pero ella podía escuchar de él un “te amo” aún sin que lo dijera.

    En algún momento una de sus amigas le preguntó si no le molestaba la actitud de él y Beth se concretó a decir: “Así es Aldo, va con su persona y después de tanto tiempo, aún me tiene fascinada”.

    Durante las interminables charlas entre ellos, muchas veces surgió el tema de “cuando hicieran el amor”, y esta ocasión no podía ser la excepción: Beth como siempre le expresó su temor a no satisfacerlo.

    En contraparte a la inseguridad expresada por Beth, afloró como parte conciliatoria la“experiencia” de Aldo, diciéndole que lo más importante de ese momento era poseer a la persona amada, y no tanto la cantidad de cosas que se hicieren en el acto y que por mínimo que ella hiciera él lo disfrutaría. Socarronamente le decía que lo que ella no supiera él se lo enseñaría y que además no creía que ella se mantuviera pasiva.

    -Ni yo- respondió entre risas Beth.

    Conmovida por el momento, Beth le decía que era suya desde la primera caricia y que cada uno de sus encuentros eran momentos excitantes para ella, ya que Aldo muchas veces decía cosas que la hacía inquietarse.

    -¿Cómo qué cosas?-preguntó Aldo-, para decirlas más seguido -agregó con picardía.

    Ignorando la pregunta,Beth dejó caer su cabeza en el pecho de Aldo, al momento que le pedía que la besara y le reprochó que ya habían pasado varias horas conversando y sin que él hiciera el intento por abrazarla, además de que ya era muy noche y que su madre no tardaría en llegar.

    Sin esperar a que la invitación se repitiera, Aldo aproximó sus labios a los de ella, los besó, los estrujó, succionó cada suspiro exhalado por Beth, apretando los ojos como queriendo con esto aprisionarlos para que eternamente se quedaran con él.

    Súbitamente Beth lo retiró; mencionó haber escuchado ruidos y de un salto se paró del sofá para investigar la causa de éstos. A su regreso dijo que era su perro que al estar aburrido buscaba qué arañar o morder.

    Presurosos reiniciaron las caricias interrumpidas, volviéndose éstas a cada momento más atrevidas. Aldo trató de quitarle la tanga pero la negativa de ella lo frenó, y no era que Beth no lo deseara, sino más bien al temor a que su madre los sorprendiera en el acto. Pero como opción ella sugirió que la tocara por encima de la diminuta prenda.

    El peligroso juego al que se entregaron derrumbó la resistencia de Beth, que miraba fijamente a los ojos de Aldo, como esperando aprobación a lo que estaban haciendo. Él, por su parte, entre lindas o impúdicas frases al oído de Beth, recorría cuello,hombros, vientre…

    La silueta que inesperadamente se situó tras ellos sacó a Beth de la inconsciencia en que se hallaba. Aterrorizada veía como sus lágrimas se transformaban en rubíes ardientes que penetraban la piel de Aldo.

    No paraba de llorar,zarandeaba violentamente el cuerpo de Aldo como si con esto pudiera deshacer las furiosas puñaladas que le quitaban la vida.

    En un momento de lucidez, Aldo pareció leer en los desorbitados ojos de Beth, la advertencia que días atrás le hizo su madre a ella… “¡Si los veo juntos, lo mato!”.
     
    #1
    Última modificación: 4 de Septiembre de 2013
  2. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    wow profundo y fuerte final, grato leerle, saludos[/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font]
     
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  3. Castor

    Castor Poeta recién llegado

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    Marián, gracias por la lectura
     
    #3

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