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La Soledad de los muertos que aún viven (Historias para no contar)

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Samuel17993, 4 de Noviembre de 2011. Respuestas: 10 | Visitas: 1206

  1. Samuel17993

    Samuel17993 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    La Soledad de los muertos que aún viven





    Estaba sentado en el sillón. Pensó, sin más, en todo. Muchas cosas le empezaron a zarandear, a acoger en las sombras del pasado; y le agarraron los recuerdos, con todas las derrotas de los años. La vejez le hacía melancólico y sentirse senil. Solo y tocando la locura con la punta de los dedos, ese era su currículum. Nada de optimismo le emanaba de las venas cerebrales. Las neuronas como un cáncer se pronunciaban en darle un ataque neurótico fuerte; la confabulación del olvido; las lágrimas que le amargaban el ánimo.

    Con los años, ha vivido con optimismo. Nada le detuvo. Ahora, con el cansancio en los huesos, el pensamiento, que se venga cuando menos lo espera uno, le castigaba con los errores, y todo recuerdo positivo se lo disolvía en la niebla del cerebro, para dejarle aún más cansado de lo que los años le habían dejado. Los chirridos del sillón se mezclaban con las punzadas del corazón, que es a veces peor que cualquier máquina de tortura, punzando en el pecho como mil agujas.

    No sabía cómo definir su vida, si de solitaria o de extravagante; posiblemente fueran las dos opciones. Al dejar el trabajo, fue peor, aunque en la televisión hagan soñar con que ésta, la jubilación, es el paraíso terrenal; para quien sepa usar el tiempo, es casi ese paraíso, pero, quien tiene su reloj más tocado y hecho prácticamente añicos, es el infierno.

    La pensión no era nada del otro mundo, más para vivir en una casa conseguida por la austeridad estoica de su espíritu. Hubiera deseado vivir en un cuchitril, que era lo que le parecía su alma y habría sido su espejo, y morirse de asco entre gente de su misma condición. Pero el destino es un tahúr y nos reserva nuestra debida condena. A cada cerdo le llega su San Martín.

    Sus pocos amigos habían muerto o se habían ido del pueblo, que parecía más un pueblo fantasma, y los pocos habitantes que quedaban parecían vivir una condena. Él paseaba siempre en silencio por el pueblo. Sólo unas ruinas se escrutaban en todo la vetusta aldea. A la Iglesia le faltaba la campana y el cura, que murió hace años de una enfermedad del pulmón y que dejo al pueblo sin oficio religioso. Los comercios eran un espejismo de carteles que anunciaban antiguas ofertas, con sus puertas cerradas con cerrojos oxidados. Al Ayuntamiento le faltaban políticos que pudieran robar, ya que no quedaba nada por robar más que el olvido. Y el olvido es imposible de robar. En la antigua escuela faltaban niños y maestros que enseñaran y ordenaran a los pequeños.

    El silencio suspendía todo lugar con su aliento de muerte; sólo se rompía por los pájaros, que eran ya los únicos habitantes del pueblo y ya empezaban a pensar en hipotecar su nido para emigrar a otros pueblos algo más poblado donde podrían conseguir más fácilmente comida.

    Se levantó del sillón, y fue dando vueltas a su casa, lleno de lugares, huecos para dejar su cuerpo ajado por el tiempo. El polvo reposaba en todo los muebles, como un manto mágico que marca el tiempo de condena del desuso. Su vieja chabola era el prototipo de practicismo clásico-cristiano, objetos para las necesidades básicas y recuerdos que se escondían en algún recoveco de la casa.

    No podía con la carga de la casa; ya era fuerte la carga a la espalda, convertida en chepa por culpa de los años. Cogió su bastón de madera buena y ,con su chápela y su traje típico de los ancianos, se dispuso a herrar por la avenida central. Era la única con carretera y por la que ya no pasaban los coches; ni por pasar ni pasaban las personas, ya que el otro lado de la calle ya nadie vivía más que las casas semiderruidas o las lagartijas, que eran las okupas de las viviendas.
    Entonces camino por el pueblo fantasma y se fue hasta el bar del Clemen, como siempre.


    Al bar del Clemen ya nadie va; el viejo dueño sólo atiende al viejo, en la mesa de siempre. Los dos se quejan de los achaques de los años y se dicen que puede ser el último día de vida, y de penas. El viejo ya no tendría dónde ir si Clemen muere, y eso lo derrumbaría más. La vieja María Luisa hace días que no sale de casa; los dos concluyen que habrá muerto.

    Ya ni los muertos pueden morir tranquilos sabiendo que alguien los enterrará. La paz, que es la soledad del pueblo y la peor compañera, es un veneno feroz. Clemen quisiera llorar, pero no puede.

    Después de la rutina, pondrán la única tele del pueblo, que es la del bar, y verán las noticias, que parecen de un mundo diferente, paralelo al suyo, que es la nada, la nada absoluta.

    Clemen hará cómo si limpiará, y el viejo hará cómo que sus viejos amigos viven y juegan una partida de cinquillo o de tute. La televisión seguirá emitiendo sonidos, mientras los dos hacen cómo que el tiempo no ha pasado, un puro teatro. Así, de ese modo tan estúpido, como es la soledad, pasarán las horas.

    Llega la cena, y se despiden con un adiós que puede ser el último. Y el atardecer los aterra con la noche, ya que ya no hay farolas en el pueblo.


    Ya con la noche, dormirán otra día más. Llegará la mañana, y el viejo irá a la casa de la Marisa, la única joven que queda en el pueblo y que tiene sesenta años, que le enseña fotos de su marido, un viejo amigo suyo. La Marisa le recordará el pasado y llorarán hasta que llegue la tarde. Ella le hará la comida, y él la dará las gracias con un beso, que les recuerda esos momentos cuando eran novios y él la rechazó.

    Ella, antes de irse, le dirá que la vieja Paca se la ha llevado el señor y que ya son uno menos, sin contar a la Luisa, a la que nadie quiere, los tres últimos habitantes, ir a ver por si está muerta. Y concluirán con un “son más en el pueblo los muertos en estos últimos veinte años, —que son unos diez,— que vivos”.

    Irá al bar del Clemen, y verá el cierre. Y sabrá que está muerto. Llamará a los del depósito que vendrán, cuando encuentre el pueblo que ya ni aparece en los mapas, y se llevarán a Clemen, junto a Luisa, que mirarán a ver si está muerta y, sí, comprobarán que estaba muerta. No sabrán cómo enterrarlos, ya que no hay nadie que los entierre y los enterrarán en el pueblo con ayuda de los servicios públicos, que odian hacer aquello, odian esos pueblos de muertos.

    Luego, sólo quedarán Marisa y él. Decidirán irse a vivir juntos, en la casa del viejo. Ella cocinará y él descansará en el sofá. Al día siguiente Marisa lo encontrará descansando en el sofá, como lo había dejado ayer. Entonces, se achuchará a él y esperará a descansar, como él, para siempre.
     
    #1
    Última modificación: 4 de Noviembre de 2011
  2. Osa

    Osa Invitado

    Samuel, historias para no contar que cuentas muy bien y
    con un deselvolvimiento cada vez mejor en tu narrativa.
    Tal vez nada queremos saber de la muerte pero ella nos
    acompaña desde que nacemos y se convierte de pronto
    en nuestra amiga. Al final de nuestros días seguramente
    de la mano nos llevará con una sonrisa. Abrazos amigo.
    Un gusto leerte. Osa.
    :::blush:::

    [​IMG]
     
    #2
  3. Samuel17993

    Samuel17993 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias Osa. Un saludo de Samuel.
     
    #3
  4. Cisne

    Cisne Invitado




    Samuel
    me gusta la forma en la que narras los hechos
    te manejas fluidamente en los espacios
    creo que debes sacar tu libro de cuentos
    te felicito
    Estrellas y cariños
    Ana
     
    #4
  5. Samuel17993

    Samuel17993 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias Cisne, pues tengo más. Si quisieras, pues ahora sólo puedo conectarme como mucho a un foro, por el tiempo, os los relatos; y aquí, lo siento, os he tenido abandonados. Pido perdón. A ver si en Navidades... Empezamos a volver, y con fuerza. Un saludo de Samuel.
     
    #5
  6. Alonso Vicent

    Alonso Vicent Poeta veterano en el portal

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    [FONT=&quot]Muy interesante el relato, que me ha tenido viajando por las calles de ese pueblo fantasma en compañía de esos inminentes difuntos.
    [FONT=&quot]Muy buenos toques en esa forma de narrar compañero.
    [FONT=&quot]Un fuerte saludo.
     
    #6
  7. Samuel17993

    Samuel17993 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias Alonso. Un saludo de Samuel.
     
    #7
  8. Évano

    Évano ¿Misántropo?

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    Samuel, ha descrito la situación de muchos pueblos de Castilla y León, que me lo digan a mí jajajjajajjaaja.
    No, no es para reírse, en Omaña la situación es dramática, casi como la cuentas, en algunas aldeas pasan el invierno tres o cuatro personas, en otras diez, y en muchísimas ninguna, están abandonadas y la gente actúa como excelentemente relatas.

    ha sido un placer, y como veo que le gusta escribir me he permitido dejarle unos consejos de Borjes. A mí me han servido recientemente, pues a penas hace una semana que lo leí.

    Perdone si le ha molestado que haya añadido estos consejos, no quiero decir con ello que está mal su relato, sino todo lo contrario, es claro, se lee de maravilla y está muy bien narrado.


    Se le saluda, Samuel.
    1º Antes de ponerte a escribir, planifica mínimamente tu relato: Piensa antes cuál es la historia que vas a contar, en líneas generales: los personajes principales y los sucesos más importantes. Puede que incluso tú ya sepas el final antes de escribir la primera frase: eso no es malo.
    2º Una vez que empieces a escribir, no te pares: Mantén la mano en movimiento. Escribe y escribe contando la historia con detalles (irán apareciendo a medida que escribas). Mientras escribas, no te preocupes de la puntuación, ni la ortografía ni la sintaxis. Eso lo tienes que corregir al final, cuando ya hayas terminado tu relato, no mientras lo escribes.
    3º Mantén de principio a fin el mismo punto de vista del narrador : No saltes de la primera a la tercera persona, y viceversa, en mitad de la historia. (Por ejemplo: Andrés bajó las escaleras, salió a la calle y compró el periódico; lo hojeé y busqué hasta encontrar el número premiado en el cupón de la ONCE. Era el mío ...) ¿No ves el fallo? Tienes que ser capaz de mantener un mismo narrador de principio a fin de tu relato.
    4º No cambies los tiempos verbales: Si pasas del pasado al presente sin darte cuenta de ello, cometes un error. Al igual que en el caso anterior, el salto al presente en un momento de máxima acción debe ser evitado: Entré en el banco y me crucé con Julián. Me reconoció en seguida. Salgo corriendo, cruzo la calle y me escondo en un portal ...
    5º No utilices un lenguaje telegráfico : Describe el espacio, las conversaciones, los gestos y las acciones con una cierta lógica y extensión. No seas perezoso. La idea está clara en tu cerebro, así que pon todos los detalles que puedas.
    6º Evita en lo posible el abuso de onomatopeyas y puntos suspensivos: Esto no es un cómic. En el lenguaje oral y coloquial tienen un uso fundamental y ayudan a la comunicación, pero en los textos escritos las onomatopeyas deben ser descritas a través de sus efectos. En vez de escribir: " Esther se cayó de la silla. ¡Crash! ¡Ay!"; es mejor hacer una descripción: " La silla crujió y se rompió haciendo un ruido seco. Esther cayó al suelo, se golpeó en la frente y dio un grito de dolor" .
    7º Usa adjetivos y adverbios con moderación: a partir de una falsa idea de que lo literario es lo recargado, barroco y rebuscado, se tiende a tratar de imitar con un lenguaje que suena a "literario" a los grandes autores. Evita también, siempre que sea posible, la anteposición de adjetivos a los sustantivos. Si yo digo: "la blanca, esponjosa y blanda nieve caía mansamente sobre el tejado", estoy desperdiciando palabras, porque la nieve, ya de por sí, no tiene más remedio que ser blanca, esponjosa, blanda y caer mansamente.
    8º Escribe con palabras sencillas: Para contar bien una historia no es preciso acudir a palabras inusuales ni altisonantes, sino a la naturalidad, vivacidad y continuidad de las escenas. Si describes a un niño en la playa que dice: "Oh, papá. ¿Has observado qué bello es ese crustáceo que yace bajo los rayos del sol?" , nadie se lo cree, porque nadie habla así. Pregúntate: ¿Hablan los personajes de la vida real como les haces hablar tú a tus personajes dentro del texto?
    9º Usa sustantivos concretos: No se trata de hacer tesis filosóficas sobre la soledad, la guerra o el amor, sino de contar historias imaginadas, pero concretas, empezando por los nombres propios de los personajes, locales, calles y ciudades. En lugar de árbol, escribe pino, fresno o acacia; en vez de coche , escribe Peugeot 205 rojo; no escribas un pueblo , sino Tordesillas; no un niño , sino Carlitos; no una flor , sino una rosa blanca; no una tienda , sino Electrodomésticos Bezoya.
    10º Haz que tu historia tenga detalles y movimiento: Un cuento casi siempre debe contar "algo" (una historia, un conflicto, una escena, un suceso). Haz que ocurran "cosas" (no necesariamente tragedias), y que tus personajes se muevan y hagan gestos. Describe usando todos los sentidos (vista, oído, olfato...). En los detalles pequeños, visuales y tangibles está muchas veces la magia de una escena bien descrita que atrapa a los lectores.
    11º Revísalo todo cuando termines: Corrige, modifica, tacha lo innecesario, añade detalles y unifica el texto. Ahora sí.
     
    El tiempo me ha enseñando algunas astucias: eludir los sinónimos que tienen la desventaja de sugerir diferencias imaginarias; eludir hispanismos, argentinismos, arcaísmos y neologismos; preferir las palabras habituales a las palabras asombrosas; intercalar en un relato rasgos circunstanciales, exigidos ahora por el lector; simular pequeñas incertidumbres, ya que si la realidad es precisa la memoria no lo es; narrar los hechos (esto lo aprendí de Kipling y en las sagas de Islandia) como si no los entendiera del todo. (…) Es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad.
    Jorge Luis Borges​
     
    #8
  9. Samuel17993

    Samuel17993 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Gracias Évano. Sí; lo peor es que por acá lo que tú dices va a suceder, y no se han percatado, son insolidarios y hostiles; tienen esa semillas del castellano-leonés por odiar al vecino, de sólo verlo a cuando sale al bar.
    En cuanto lo de Borges, en verdad no me disgusta, más bien me suele gustar; pero me parece seco, "abritanizado", "multiculturalista" que parece mirar de espaldas a su gente y su pueblo, y eso no me gusta; además, es un escritor algo mecánico, como I. Assimov, otro autor que me gusta y es del estilo. Por ejemplo, en este relato uso concientemente el presente, el pasado y el futuro, y al final parece, ahora releyéndolo, que no hice todo en futuro (fallo mío, por no corregir D:), pero eso Borges no podría hacerlo, por estricto, a pesar de que algunos de sus relatos esto lo contradice... (la escritura no es manual; es como la vida misma) Aunque los consejos que da en parte están bien, no me gusta ser tan rígido; yo soy todo lo contrario, me gusta cambiar constantemente, aunque pueda tener mi modo de hacer. Otra cosa cierta: primero somos barrocos; por lo menos yo. Luego lo volvemos más sencillo; lo comprimimos, cierto que en algunas veces que deseamos ser más "barrocos"; pero casi siempre está relacionado con un "aprendizaje", un "acómodo".
    Un saludete de Samuel.
     
    #9
  10. Évano

    Évano ¿Misántropo?

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    En León ya está sucediendo, hay muchas zonas que serán casi imposibles levantarlas, y el caracter es como bien dices. Son los diferentes gobiernos (todos) los que durante más de 50 años han dejado morir a estas zonas.

    Lo de Borges es simplemente unos consejos básicos, que pueden gustar o no, pero si están a mano siempre se pueden mirar. Lo que no cabe duda es que cada escritor debe encontrar su estilo (el que le gusta a él) y a eso nadie puede decir nada ni contradecir.

    saludos Samuel.
     
    #10
  11. Samuel17993

    Samuel17993 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Cierto. Yo soy castellanista por eso. En vez de permanecer en la inopia, hacer algo y plantear algo dentro del marco de nuestro pueblo, como cultura. No soy un radical que piensa que somos unos "únicos" y debemos independizarnos, porque no; yo me siento español, para lo bueno y lo malo; el ser una cosa por "buena" o "mala", por convenencia, me parece una cosa asquerosa. Mientras el corazón de nuestro país ha sido siempre Castilla, ella ha ido cayendo poco a poco en el olvido; y digo Castilla, al ente de los dos reinos (jeje, eh, que verdad que los de Vardulia, como todos los de acá, somos unos castellanocentricos), ha pagado todo, junto a Galicia, que siempre ha arrimado para acá por aspectos históricos y culturales, y Andalucia, hasta lo de su nacionalismo banalizado y chapucero que imita al vasco y al catalán. Y además, mirando a espaldas a Portugal, la Galicia del Sur, que yo llamo; soy también iberista y me parece lamentable lo que hacemos los hispanos con nuestra propia tierra... Creo que también es que España es una especie de fantasía, miramos fuera cuando hablamos de ella, hablamos de Europa... No hablamos de Doña Perfecta y su conservadurismo, que sigue existiendo, y que el Doctor Mateo, serie muy interesante y que echaron a la mierda por ellos..., lo reflejaba. Baroja aunque confundía España y Castilla, porque estaban y están imbricadas y siendo vasco tampoco hacía diferencia (era español, así se consideraba y lo sabía bien; pero mira a España con asco, y tiene sus razones...), tenía razón en cómo la veía, lo sigue siendo como es; por eso es mi autor favorito junto a Machado en poesía: la GN98 es mi favorita.
    En lo de Borges JEJE, quizás haya sido muy seco; soy así D:. Sé lo que me dices. He leído también a Borges y ya digo, me gusta; pero no se comprometió nunca, y eso no me gusta nada. Yo, para nada de algunos fanáticos o que leen por "ideas" o "compromisos", le odio por eso; pero como que no es mi estilo; está fuera de mí; no siento mucho en sus relatos y me pasa parecido a Assimov, aunque éste escribe con "más corazón".
    Un saludete de Samuel.
     
    #11

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