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La sonrisa

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por blue spring, 22 de Abril de 2006. Respuestas: 0 | Visitas: 1254

  1. blue spring

    blue spring Poeta recién llegado

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    18 de Diciembre de 2005
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    Una sonrisa

    Pasarían los siguientes días juntos.
    Se bañó, se arregló después de un extenuante día de oficina y se internó en la cocina.
    La aridez natural de sus tareas y la manera que moldeaba las inteligencias que la rodeaban, con el pasar de los años, habían convertido el desafío de su carrera, en un agotador juego de absurdos desencuentros.

    Atendió su llamado habitual, preguntando sobre qué cosas eran necesarias para los días que estarían juntos. Se encargaría de todo, hasta de comprar, el pan que a ella le gustaba para evitarle corridas. Llegaría alrededor de las diez de la noche.

    Su participación en la cocina había terminado y naturalmente el fuego debería condimentar su ausencia.

    Últimamente añoraba los años en el Instituto Vocacional, en el que cada día era un sentimiento distinto, transitando de las escenografías al malambo, del “Cuando” a la lectura o del bombo a los impresionistas. Cuando cada tono y pincelada era el descubrimiento de un sentimiento y trascender, el sentido de la existencia en este mundo. Todavía faltaba un día más para terminar la semana y ese mundo había quedado atrás transcurrida la adolescencia y la necesidad de capacitarse para afrontar las responsabilidades de un adulto, según el punto de vista de sus padres.

    Sólo faltaban unos minutos para su llegada. Seguramente se retrasaría.
    Recorrió el baño, cambió toallas y toallones, guardó enseres de tocador, siguió con el dormitorio y por último el living ordenando y repasando. Finalmente encendió un hornillo con aceite con esencia de mandarinas. Mientras pensaba que, con sus naturales diferencias eran casi almas gemelas. Sus corazones se tocaban en las calmas y las tormentas.

    Le extrañó el sonido del timbre de la puerta, miró por la mirilla y allí estaba sonriente, con las manos tan ocupadas, que le impedían usar la llave.
    Abrió la puerta y lo recibió con un beso. Ocultas tras su espalda, esperando entrar a escena, aparecieron las flores de siempre, las que la acompañarían durante los días que no estuvieran juntos.
    Él apoyó sobre la mesa una bolsa repleta, de donde lentamente fueron emergiendo el pan, el atún para los tomates rellenos, el café…. y fue entregándoselas una a una. Las fue apilando en sus manos, luego sobre en sus brazos, luego tuvo que hacer una sillita de oro con sus manos y él siguió apilando víveres. Finalmente colocó el último que ella debió sostener con el mentón; remarcando con el gesto, que eran muchos.

    Una sonrisa imperdible de satisfacción transformó la cara de él. Interpretaba su reconocimiento y podía revelar su naturaleza. Aunque la mezquindad de los días que le tocaban vivir le impidieran expresar su generosidad en los hechos y en los sentimientos.

    Diciembre/2005
     
    #1

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