La tierrita

cuando ìbamos a bailar a la tierrita, con sandra olarte,
o a seu, o al social rivadavia, o al pedro echague, pero,
sobre todo, cuando ìbamos a bailar a la tierrita, habìa
un terrible olor a morfi, asado, papas al horno, etcètera,

mientras bailàbamos, apilados, en el apile, pegados, galvanizados
(bailar pegados es bailar, igual que baila el mar con los delfines)
con unas pilas bàrbaras, con una baterìa que nos duraba toda la noche,
aunque alternàbamos tango con mùsica tropical, por suerte, porque

por màs que amara o amase al gotàn, toda la noche de tango solamente
hubiera sido, francamente, un plomazo total; ademàs, la cumbia
te soltaba, te aflojaba el cuerpo, te ablandaba, te relajaba todo, en cambio,

el tango te endurece, te rigidiza, porque se baila solo con las piernas,
el torso queda derecho y rìgido, aunque elegante y flexible, con corbata y saco:
te da elegancia y porte, postura, como si bailaras con un palo en el orto