La Torre de Babel

La torre de babel hiende con su pico mudéjar el corazón de las tinieblas que lo arrasa todo.Un murmullo de lo alto se apresta a ser atrapado por el oído hipersensible del único moro que quedó dormido en tal soberbia construcción.Se iergue y abre sus dos platos acuosos de iris felino;y lo primero que contempla es la santa gracia de la llegada en nube temblorosa del gran Jehová,el cual,reflejada su tez de áureo tueste bendita en las plateadas puertas del soberbio torreón,sacude con un atronador rayo vigoroso la testa enloquecida de sacro temor del infiel mortal.Éste cae rodando por las escalinatas de cuarzo pedregoso hasta llegar a los cimientos de la soberbia obra,la cual,calamitosamente se va derrumbando por el eco ominoso del magnánimo Dios del firmamento.El moreno hombre queda vilmente sepultado por la grandiosidad hecha añicos con la que tanto se ensoberbecía y sólo queda el polvo girando como un loco esquizofrénico a las puertas abyectas de la pordiosera muerte,la cual enmudece de espanto al contemplar la efigie sacramental de ira cimentada del Señor que no se aplacará hasta ver cómo llora plañidera la última luna que irradia funestamente los trozos sacrílegos que algún arquitecto impío forjó en delirantes sueños de idea pagana en su mente llameante de ídolo díscolo.