La Torre de Jorà (III parte).

Hoy no puedo apartarte de mi mente. Me siento como un náufrago a la deriva perdida en el océano de tus ojos. Frágil como veleta en mitad de la tormenta. Entonces corro a tus brazos para sentirme segura mas te busco y no te encuentro. Tal parece que la casa hoy se ha convertido en un sepulcro sin alma; solo siento en ella vacío y soledad pues tu te has refugiado en los brazos de Dioniso. Divaga tu mente a través de otras eras. Convocas a tu madre que hace mucho ha partido y se conduele tu pecho. Creo que al comprenderlo es que lloras y gimes. No puedo conciliar el sueño. Las horas avanzan imperturbablemente cual ejercito en combate arrastrando con ellas mi dolor y mi rabia. Si parece que te esmeras en desaparecer de mi vista cuando mas te necesito. Y de verdad te necesito porque eres mi cable a tierra, mi timonel, mi barca como dice la canción Tu abrazo es cual coraza que me aparta del mundo y me hace caminar a la vera de tus sueños. ¡Ahora despierta, despeja mis temores, calma mis ansiedades!. Tu tienes el poder, en tu lenguaje tibio, de susurrar mi nombre y hacer que de mi alma broten como luciérnagas mil caricias aladas para alumbrar tu noche. No me dejes varada en mitad del camino sola y sin esperanzas. Que la noche es eterna. Que el lucero ilumina otro roble en mi senda, mas yo quiero contigo y a través de los tiempos caminar mil senderos por mi propia arboleda. Así que despierta ahora, suelta el abrazo de Baco y borrame con tus besos este tormento del alma, que quiero ser toda tuya, que quiero ser toda calma. Ámame aunque de mañana lo olvides con la resaca.