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La valija de graciela

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Alejandra Correas Vázquez, 29 de Mayo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 651

  1. Alejandra Correas Vázquez

    Alejandra Correas Vázquez Poeta recién llegado

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    LA VALIJA DE GRACIELA
    ................................

    CUADRO PRIMERO


    GABRIEL
    Graciela ya no se encuentra viviendo aquí en nuestra estancia, retozando por la serranía. Pero el duende de Graciela flotando sobre el espacio inconmensurable del paisaje la sigue llamando.

    GRACIELA
    MI vida ha sido cambiada.

    GABRIEL
    Ya no me buscarás más, Graciela, para conducirte al galope por el monte lleno de peligros. No seré yo más el héroe que siempre te salvaba de amenazas constantes, en medio de la maraña agreste y espinosa, en las horas silenciosas de la siesta.

    GRACIELA
    Es aquella la vida que para mí no habrá de volver. Aquélla tal cual era... ¡tal cual fue tanto tiempo! Yo evoco ahora a la distancia desde la ciudad, los valles y quebradas, las pampas y vertientes, ese pasado que en la vida citadina, he perdido.

    (Graciela entra por la izquierda con una valija en la mano reuniéndose con Gabriel, quien la abraza. Ella viste atuendo ciudadano y él luce un elegante poncho de alpaca y su atavío gauchesco de estanciero)

    GRACIELA
    Aquí estoy, Gabriel. (se sientan)

    GABRIEL
    Estamos nuevamente juntos, Graciela, aquí en la sierra ¿Qué amas en mí? ¿Al hombre? ¿A un símbolo? ¿A la sierra?

    GRACIELA
    Te recuerdo, Gabriel, cómo eras en aquel momento de mi partida, quizás mucho más que como fuiste después, cuando creímos engañosamente estar más cerca. Uno en los brazos del otro...

    GABRIEL
    No has valorado el amor de hombre que te di y continúas atada a nuestra infancia ¿Por qué rechazas al hombre?

    GRACIELA
    Era entonces en aquel atardecer de nuestra despedida, cuando realmente estábamos en mutua compañía. Porque en aquel momento que sería el último de nuestra infancia, yo estaba más cerca de ti porque también estaba más dentro de mí misma, identificada con este paisaje que nos acunó... Más cerca y unidos que después, cuando intentamos recobrarlo todo luego de regreso imposible.

    GABRIEL
    ¿Por qué imposible, Graciela? Nos hemos amado bajo el marco de la sierra, la arena, la mica, la champa, la penca, el murmullo del arroyo, el canto de las chicharras ¿No era acaso lo que buscabas al regresar aquí a las Altas Cumbres?

    GRACIELA
    Nos hemos amado, Gabriel, pero hay un mundo que no recobré nunca... Quedó perdido para mí en aquella despedida y tu pasión de hombre no ha logrado devolvérmelo, aunque aquí se encuentra y lo sigo buscando en tus brazos.

    GABRIEL
    Ahora soy un hombre y no un niño. ¿Es eso lo que encuentras diferente?

    GRACIELA
    ¡Hay muchas diferencias más! ... Yo ahora soy muy diferente, Gabriel, la ciudad me cambió. Ya no escucho el susurro ondulante que sacude las arboledas del contorno.

    GABRIEL
    ¿Qué veías en mí, Graciela, en aquel atardecer de tu despedida? Te ayudaré a buscar tu enigma.

    GRACIELA
    Tenías el esplendor de la naturaleza serrana que nunca ha perdido su esencia original, virgen en su poder ancestral, pura y cautivante como los brotes nuevos de los árboles.

    GABRIEL
    ¿Lo crees así? Sin partir de aquí... ¿Yo he cambiado?

    GRACIELA
    Sí... no somos ya, tal como fuimos.

    GABRIEL
    Es cierto, crecimos Yo acá en la sierra, tú en la ciudad... ¿Hay algo más?

    GRACIELA
    Había algo más, antes... Eras la sobrevivencia de un mundo antiguo cuya identificación con la sierra provenía de una voz de la especie, más profunda que todo lo que te unía a mí.

    GABRIEL
    ¿Y cuál era mi atractivo? ¿Por qué te fascinaba más entonces que ahora, con mi pasión de hombre?

    GRACIELA
    Estabas incorporado al monte por una procreación nacida en el origen del espinillo, con sus copos de oro. Y el monte se revelaba contigo contra el cemento y los motores, esos duendes modernos que a mí me llevaban hacia la ciudad.

    GABRIEL
    Siempre me he quedado en la sierra y en la Estancia. Pero ahora soy yo aquí un Patrón y tengo responsabilidades en ella... ¿Allí radica mi cambio?

    GRACIELA
    Quizás... ya no eres libre como una corzuela.

    GABRIEL
    Sólo el monte espinoso puede ser tan libre.

    GRACIELA
    Hoy creo que por ello tu despedida fue tan rápida y corta. Y en el bullicio que formábamos mi familia con nuestra partida y nuestros equipajes, dejaste atrás tuyo galopando tu alazán, una estela de polvo que te ocultó rápidamente de nosotros, antes que yo comprendiéra.

    GABRIEL
    Un serrano no cultiva la tristeza.

    GRACIELA
    ¡Una voz!... una conciencia más fuerte que el poderío mecánico de este mundo, te lo había dicho todo... Era el último verano de nuestra infancia y sólo lo comprendí ese día de mi partida, cuando se perdió tu silueta al galope en una dirección diferente, sin explicarme nada.

    GABRIEL
    No puede cambiar un Estanciero porque no cambia la Estancia... será siempre campo, sierra, siembra, mica, arroyo, vertiente, creciente, luna, ganado, choclo.

    GRACIELA
    Con todos sus símbolos, como la siesta mateando bajo las parras frente a su sierra. Pero hemos cambiado nosotros, Gabriel.

    GABRIEL
    A nosotros nos tocó, trocarnos y retornarnos.

    GRACIELA
    ¿Lo crees?

    GABRIEL
    La Estancia continúa en este lugar y nosotros adentro de ella, al pie de las Altas Cumbres. ¿Recuerdas Graciela? El mismo encanto que hoy me mantiene aquí, en esta sutil serenidad serrana.

    GRACIELA
    Pero nunca te has preguntado cómo te veía yo ¿Te has preguntado por qué te seguía siendo niña?

    GABRIEL
    Nunca lo supe y lo tomé como una dádiva de esta sierra.

    GRACIELA
    Llevabas dentro tuyo un hechizo, como si el sello serrano se hubiese hecho carne en tu especie. Siempre abrías la marcha por correrías montaraces.

    GABRIEL
    ¡Somos primos! La sangre nos une Graciela, a más del amor que hemos vivido entre los dos. Ya no puedes borrarlo, ha dado un fruto.

    GRACIELA
    No buscaba borrar ningún acto conciente de mi vida, ni suprimir los encantos que hubo en ella ¡Como olvidar nuestro amor! Pero no era, en el comienzo un acto exclusivo mío.

    GABRIEL
    Ambos lo hemos compartido.

    GRACIELA
    ¿Quién eras ya? ...quizás... ¿La Estancia? ¿La sierra?

    GABRIEL
    Todo ello.

    GRACIELA
    En aquellos tiempos eras el primero en precipitarte sobre la ollas mansas que el arroyo forma aguas arriba, y al emerger de aquella agua casi helada, brillaba húmedo y rojizo tu torso soleado, con toda tu bella naturaleza nativa.

    GABRIEL
    ¿Es ése el único amor que pude despertarte? ¿El de mi piel, Graciela?

    GRACIELA
    Era belleza de sierra en esplendor. Hechizo de estas Altas Cumbres, corporizadas dentro tuyo.

    GABRIEL
    Soy parte de la sierra, por ello crees que la represento.

    GRACIELA
    Está en tus ancestros nativos, pues eras mi primo bastardo y tu madre llevaba sangre de indios, aquellos antiguos dueños de las cumbres serranas vencidos y perdidos, que deambulan todavía como almas vigilantes a través de las quebradas.

    GABRIEL
    Dormidos pero vivos ¿Así lo crees?

    GRACIELA
    Sí, vivos dentro tuyo como en el entorno serrano. Ellos se esparcían por tu intermedio junto al aire que nos rodeaba, y creíamos percibir sus voces en la soledad del monte aplastado por la siesta, antes de caer la tarde al romperse el silencio serrano por el coro de ranas nocturnas.

    GABRIEL
    Ambos lo creíamos entonces, Graciela, pues yo era en aquellos momentos puramente serrano. Desconocía aún quién había sido mi padre. Otras veces sobre las rocas oradadas de morteros donde antaño realizaran sus antiguas ceremonias, me parecía el viento moviendo las ramas, como un cántico misterioso que me retrotrajera al pasado.

    GRACIELA
    Me has comprendido.

    GABRIEL
    Finalmente.

    GRACIELA
    Y aquí te quedaste junto a todos ellos, en el mutismo silencioso de tu escenario, mientras a mí me devoraba la distancia.

    GABRIEL
    Pero volviste con nosotros, Graciela. Volviste a los valles y quebradas.

    GRACIELA
    ¿Porqué nos ocultaron entonces quiénes éramos? ¿Porqué nadie nos dijo que teníamos el mismo linaje, que eras el hijo ilegítimo de mi tío muerto?

    GABRIEL
    ¿Qué hubiera cambiado?

    GRACIELA
    Habría vuelto antes, Gabriel.

    GABRIEL
    ¿Qué hubiese cambiado? La familia me trajo hacia su Estancia y nos hizo crecer juntos. Nos hemos amado aquí ¿Qué hubiera cambiado en aquella despedida? Todo volvió a su seno por fuerza propia.

    GRACIELA
    Es posible

    GABRIEL
    ¿Por qué nos torturamos tanto, Graciela? Ya estamos lejos de aquella despedida... y aún estamos solos. Algo nos separa.

    GRACIELA
    No hemos logrado encontrarnos, Gabriel.

    GABRIEL
    ¿De qué forma?... si aquí te veo a mi lado.

    GRACIELA
    Yo continúo en ausencia... No logro reintegrarme. El desarraigo fue más fuerte que mi anhelo de regreso.

    GABRIEL
    ¿Pero fuiste acaso, Graciela, tú sola la única víctima de aquel designio ciego dado por los otros? ¿No fuimos acaso los dos conjuntamente, arrojados a un destino incierto, a una vida sedienta de amor inconsolable?

    GRACIELA
    Es cierto, primo mío, pero aún no puedo reintegrame a este escenario de antaño ... Y necesito partir nuevamente.

    (Graciela toma su valija y sale por el costado. La escena se obscurece)

    CUADRO SEGUNDO

    (Graciela entra con su valija en la mano. Gabriel llega detrás de ella)

    GRACIELA
    Sin rebelión y sin encanto, sin emoción y sin entrega, yo fui sin ir a ese mundo diferente y me descubrí un día tan lejos tuyo, de quien yo era, de lo que había sido y lo que podría haber sido... Que ya no me reconocía a mí misma.

    GABRIEL
    Este es tu sitio, Graciela.

    GRACIELA
    Ya no... Pues acepté lentamente o más vale me adapté, a las nuevas disposiciones de mi suerte, la ciudad me ha cambiado.

    GABRIEL
    Esta es tu sierra y tu tierra, Graciela.

    GRACIELA
    Así lo creí al regresar. En mi tristeza impotente por asir un mundo que se evadió dentro mío, he buscado tu compañía con pasión... Sin advertir que soy yo quien se halla lejos tuyo...

    GABRIEL
    Te hemos reincorporado a nuestra vida de Estancia.

    GRACIELA
    Con la energía de mis recuerdos yo avancé quizás contra mí misma. La imponencia del monte helado, la escarcha flotando sobre el arroyo, todo este conjunto parece ahora rechazarme. Detenerme... Luego tu silencio... perenne... antiguo.

    GABRIEL
    Es el silencio del monte donde habla sólo la naturaleza, no los hombres ¿Lo habías olvidado?

    GRACIELA
    Es posibler, lo olvidé. Es ésta, la tuya, una vida distendida en el espacio. La energía del tala erguido sobre los churquis invernales, con su piel curtida de espinas. Aspera en el exterior, pero siempre carnosa en su interior como el jugo de la tuna, luminosa como la corola del cardo... ¿Es posible acaso para mí adherirme a esta pulpa olvidada? Todo está como entonces. ¡Yo soy la que ya no me encuentro más aquí !... y se impone mi nueva partida.

    (Sale con su valija y la despiden mano en alto Gabriel)

    GABRIEL
    ¿Y qué queda ahora de nuestro juegos, de nuestra infancia de ese destino que nos llevaba juntos? Esta ausencia, lenta y larga, como la noche que envuelve a las ánimas en su manto obscuro.... Han pasado dos años ...

    GRACIELA
    (se oye desde afuera la voz de Graciela) ¿Es posible para mí volver otra vez? El ensueño que ofrece la distancia precipita hacia anhelos, cual fuegos que crispan mis sentidos.

    (Graciela entra en escena pero se coloca sentada a un costado, separada de él)

    GABRIEL
    No es la misma, han pasado dos años.

    (Graciela se levanta dirigiéndose a Gabriel)

    GRACIELA
    ¿Es posible para mí adherirme a esta pulpa olvidada?

    GABRIEL
    Continúa todo como estaba cuando partiste.

    GRACIELA
    No es verdad. Antes éramos solamente compañeros de juegos infantiles. O románticos amantes... Hoy somos primos de una misma sangre.

    GABRIEL
    Nada ha cambiado, fuera de una apariencia... un apellido que es también el tuyo. Y yo desde siempre, sólo he vivido en compañía del ganado, los sembrados, la sierra imponente, en la Estancia.

    (Ambos toman asiento en el centro)

    GRACIELA
    ¿Es posible volver, íntegramente?

    GABRIEL
    Si lo deseas. No voy a imponerte mi voluntad.

    GRACIELA
    Todo se halla aquí. El monte, impecable, como si la vida se hubiese detenido.

    GABRIEL
    Es la sierra que te invita a su encuentro, Graciela.

    GRACIELA
    Las mismas voces. El mismo coro nocturno de chilicotes y coyuyos. Las ánimas vigilantes en las quebradas y tu figura al galope de un alazán, por las pampas de estas Altas Cumbres.

    GABRIEL
    No estamos en el mismo tiempo, ya no somos niños y nuestro sentimiento es diferente.

    GRACIELA
    ¡Qué fácil es todo cuando el amor pasional embriaga, y qué difícil es todo cuando se quiere dominar la vida!

    GABRIEL
    ¿Desdeñas mi pasión de hombre por tí?

    GRACIELA
    Ignoro por qué lo tomaste todo. Por el misterio de tu monte, por esta acogedora casona familiar que nos cobija en su magia. Pero sabes bien y mejor que yo, que ya no estamos en el mismo sitio.

    GABRIEL
    Hemos crecido.

    GRACIELA
    Pero ahora, Gabriel, puedo verte frente a frente, sin añoranzas que magnifiquen la ilusión. Ya no somos los mismos...

    GABRIEL
    No podemos serlo, Graciela, hemos crecido y nos hemos amado como mujer y hombre.

    GRACIELA
    Pero en mi interior, como una penca áspera y llena de pulpa, aún pervives intacto Gabriel, como figura de nuestros juegos de antaño.

    GABRIEL
    ¿No puedes apartarme Graciela de aquel niño que fui, cuando yo era tu héroe infantil? Ni siquiera en mis brazos, has adivinado al hombre que soy hoy.

    GRACIELA
    Ahora sé que comprendes y percibes mejor que yo, las sombras que avanzan hacia nosotros, amenazando el bello poema de nuestra infancia.

    GABRIEL
    ¡Y no tenemos convicción para continuarlo!

    GRACIELA
    Ninguno de los dos es capaz de continuarlo, como yo no soy capaz de permanecer estable a tu lado. La tormenta nos arrojó hacia el camino y hemos perdido las señales de regreso.

    GABRIEL
    Ni yo siquiera con mi pasión de hombre, mi silencio o mi compañía, puedo reintroducirte de improviso en las cumbres serranas.

    GRACIELA
    ¿O no quieres intentarlo otra vez?

    GABRIEL
    No. Pues es un imponderable que es necesario cobijar adentro de uno mismo, sin ayuda de nadie... Nacerá de ti o no volverás más... ¡Adiós Graciela!

    (Gabriel se ha puesto de pie con actitud fría y Graciela toma su valija para volver a salir
    por donde vino, ambos salen)

    CUADRO TERCERO

    (Entra Gabriel)

    GABRIEL
    El ganado se ha multiplicado. La peonada me quiere y escucha. El choclo prospera, tendrá granos esponjosos. Las pircas fueron renovadas y extendidas.

    (Entra Graciela llevando a un niño de la mano)

    GRACIELA
    Si la sorpresa de mi nuevo regreso es inquietante para ti, o tal vez ya te sea indiferente, para mí es parte de una necesidad propia. Tal vez porque crea que un niño es un regalo ...Un gurí de regalo... Gabriel : éste es Gurí.

    GURÍ
    Yo no te conozco

    GABRIEL
    Ya me conocerás. Soy tu padre, Gurí. (lo levanta y abraza)

    GRACIELA
    Somos tu familia que estamos aquí juntos.

    GABRIEL
    ¿Has vuelto de verdad Graciela, para quedarte?

    GRACIELA
    Te traje al Gurí y él es ahora lo que más importa. Lo concibió la sierra, más que nosotros mismos.

    GABRIEL
    ¿Escuchas a lo lejos, Graciela? En derredor nuestro y en cada rincón del monte el canto de las ranas y chicharras nos brindan la música más antigua de la tierra.

    GRACIELA
    Es esa fuerza natural... lo que yo vengo siempre a buscar en la energía de tus brazos.

    GABRIEL
    ¿Te era necesario, Graciela, un divagar tan incierto de marchas y retrocesos?

    GRACIELA
    Tanto como mi interioridad requería para identificarme con mí misma... Pues yo busqué en la ciudad, sin lograrlo, la ruptura con el viejo ensueño.

    GABRIEL
    Un ensueño no se rompe, pues allí te he amado yo siempre Graciela.

    GRACIELA
    ¿Porqué el amor que me trajiste en tardes como éstas, bajo la frondosidad de los talas, me pareció siempre el mismo de la infancia?... Como tus pasos ágiles de niño que acudían de noche hasta mi ventana para llenarme el dormitorio de luces volantes, invadiéndome con el recto cometa verde de los tucos.

    GABRIEL
    Porque era el mismo amor... cambiadas las edades. Fueron luces de tuco en tu cuarto al principio ¡Y fuego de hombre después! ¿Eres ahora la misma?

    GURÍ
    ¡Ella es mi mamá!

    GRACIELA
    Gabriel... he llegado. Aunque crea no ser ya parte del monte, estoy unida a él como a ti, como a los talas centenarios por un poder que va más allá de nuestros sentimientos. Y ese poder por una transmisión de espacio, pervive en ti y es el imán que me trae siempre de vuelta.

    GABRIEL
    Es el poder que te hace regresar coinmigo, y se mantiene en el centro de nuestro escenario común. Las Altas Cumbres. El monte puro y natural. La Estancia.

    GRACIELA
    Es el llamado que nos une y se halla impresa en mi pasado como en el tuyo.

    (Graciela y Gabriel se hallan sentados mateando, él le entrega un nuevo mate cebado que Graciela concluye de tomar chirriando la bombilla)

    GRACIELA
    Cuando las voces nocturnas te invadan junto a la sierra y aún no hayas desmontado de tu alazán... piensa que puedes hallarme hoy o mañana. Porque a tu puerta volveré una y mil veces como se vuelve al interior de nosotros mismos.

    ( Graciela le devuelve el mate y Gabriel coloca la pava sobre el brasero que se halla prendido a sus pies )

    GURÍ
    ¡Yo soy el Gurí!


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    Alejandra Correas Vázquez
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