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La vidriera

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Lorenzo Salamanca Garcia, 25 de Diciembre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 4208

  1. Lorenzo Salamanca Garcia

    Lorenzo Salamanca Garcia Poeta fiel al portal

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    Estaba en Astorga, desde donde pensaba iniciar el Camino de Santiago, siguiendo la llamada ruta de la Plata, y esa tarde me decidí a visitar el Palacio Episcopal construido por Antonio Gaudí, obra finalizada a comienzos del siglo XX y que hoy está dedicada al Camino de Santiago.


    Mientras lo visitaba, me quede absorto ante una vidriera. Me detuve contemplándola, al tiempo que reflexionaba sobre mi vida: Este era el principal fin por el que durante unos días me iba a poner en la piel de un peregrino, después de unos meses navegando entre incertidumbres.


    Acababa de finalizar mis estudios de Psicología y tenía presente diversas clasificaciones de la personalidad, que según diversos autores existen. Una de ellas decía que las personas podemos ser de seis clases: Demostrativas; atemorizadas y huidizas; lógicas; de ánimo variable; observadoras no participantes, y, por último, de acción. Yo siempre he detestado las reflexiones simplistas que trataban de colocar al ser humano en alguna de esas clasificaciones, pues más bien pensaba que somos una combinación de todas y que según las circunstancias nos mostramos de una u otra manera.


    Contemplando la vidriera pensaba en toda la gente que había dejado huella en mí: Mi familia, algún amor, mis amigos, ciertos profesores, varios hombres y mujeres cuyo pensamiento había conocido a través de sus escritos y otras varias personas menos importantes a nivel social, pero cuyo testimonio de vida había sido vital para mí. Era como si mi árbol tuviera varias raíces, de distinta profundidad cada una, pero todas unidas al mismo tronco.
    Así mismo, los viajes realizados por el mundo y el compartir con personas de otros países distintos al mío, me habían llevado a relativizar una visión de la cultura y de la vida que con frecuencia es más etnocéntrica que real.


    Sí, estaba claro, la vidriera me había atraído porque ella era para mí como un espejo: Mi vida estaba hecha con pedazos de diversos tamaños y colores, pero al combinar todo con una cierta armonía era fácil reconocerme sin problemas. Cuando alguna vez había pretendido ser monocolor o primar más unas formas que otras, al final solo había recogido frustración.
     
    #1

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