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La voz

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por hugoescritor, 22 de Noviembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 396

  1. hugoescritor

    hugoescritor Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Hombre
    LA VOZ



    _ ¡Tranquilícese...! –Ordenó La Voz, empleando un estudiado tono autoritario- Hablemos como personas adultas... –concluyó.

    Parecía brotar de un enorme jarrón que, puesto sobre un mueble esquinero, decoraba el rincón más alejado de la habitación.

    El otro pareció enloquecer.

    _ ¡¿Tranquilizarme..!? –aulló. Por el sonido se podía adivinar que la ira apenas le permitía respirar- ¡Yo me tranquilizaré cuando usted deje en paz a mi esposa...!

    Mientras tanto, el hombre parado en medio del cuarto parecía petrificado. Sus facciones tenían tanta expresión como las de la momia de Tutankamón.

    La Voz volvió a oírse. Esta vez utilizaba un tono persuasivo, como si de dirigiera a un niño.

    _ Vamos... vamos... muchacho. ¡Cálmese y suelte esa arma, antes de que se lastime! Después de todo, si su esposa me buscó es porque debe haber encontrado en mí algo que no halla en usted...-

    Ahora parecía proceder de un perchero de pié, ubicado a la derecha del joven.

    Este ya había perdido totalmente el control. El revólver temblaba en su mano como si fuese una liebre asustada a punto de saltar y salir corriendo.

    _ ¡Cállese, maldito...! –Gimoteó- Usted cree que por ser un artista famoso tiene derecho a destruir mi matrimonio... –se lamentó, mirando con odio al imperturbable perchero.

    El hombre estático en mitad de la sala semejaba una estatua de cera. Ni siquiera respiraba.

    La Voz se hizo presente nuevamente. Esta vez parecía surgir de un gran retrato que, colgado en la pared de frente al hombre armado, mostraba a un soldado de la guerra con el Paraguay de altiva mirada y poblados bigotes.

    _ ¡Lo que sucede es que usted es un chiquilín, un timorato...! ¡No tiene lo suficiente como para disparar esa arma...! –Ahora sonaba segura, desafiante. Como si se supiese en control absoluto de la tensa situación.

    El hombre quieto seguía sin mover un músculo. Sólo delataban su condición de estar vivo unas gordas gotas de transpiración que corrían morosamente por sus mejillas.

    El muchacho hizo erupción, como un volcán.

    _ ¡¿Timorato yo..?! –Gritó con toda su alma dolorida- ¡Ahora verá de lo que soy capaz...!

    Descargó el tambor completo de su arma y siguió apretando el gatillo hasta que éste sonó varias veces en el vacío. Después comenzó a reír, como un loco. Luego dio media vuelta y se marchó a grandes pasos, con el rostro iluminado por una expresión de orgullo. Iba murmurando:

    _ ¡Ya le demostré a ese mal nacido de lo que soy capaz...! ¡A éste no le han quedado ganas de engañar a nadie más...!

    Apenas había cruzado la puerta del cuarto cuando el retrato del soldado cayó con gran estrépito.Su cristal destrozado mostraba claramente donde habían impactado los seis certeros disparos.

    Entre tanto, el ventrílocuo permanecía inmóvil en su sitio. Aún no se atrevía ni a pestañear.

    Un suspiro de alivio se dejó oír entonces en el ambiente.

    En ésta ocasión parecía proceder de un busto de Sócrates, que con gesto adusto presidía una repisa sobre la chimenea del hogar...



    FIN
     
    #1

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