Lado oscuro

Tengo el tiempo. Tengo las ganas. No tengo la fuerza. No tengo la gracia. No lo hago. Pero tengo el deseo tatuado en el alma mordida por el tiempo perdido y el sueño perdido y la vida en vano, perdida. No lo hago y no quiero más que explotar en mil pedazos contra una pared dura y gris, y que mi cuerpo sea lo que un día fue, volando por los aires evaporándose entre el aire y la respiración de las plantas. Porque te voy a fallar. Cuando ni siquiera sospeches que estoy allí, estaré con otra. Y la besaré como esperas que haga contigo. Y la follaré más fuerte y me gustará más. Pero luego lloraré como una perra. Te pediré perdón. Y mis plegarias serán escuchadas cuando tú seas la mala de la película y me pidas perdón por agobiarme y ponerme límites. Y todo será igual. Pero nada será igual. Me recriminarás mi pasado tan oscuro. Mi lado público tan oscuro… Pero mi lado oscuro tan público…
Vivirás siempre asustada, por lo que pueda ser en cualquiera de los momentos que vivas y no estés a mi lado. Y yo estaré haciendo como que soy el amor de tu vida y tú el de la mía, y descubriré, cuando no sepa cómo hacer para ponerme duro, que no lo soy, y que si eso existe, tú eres lo que más se le puede acercar, y que estoy condenado a pasar el resto de la vida tan acompañado que estaré solo, y tan seguro que estaré siempre asustado, y tan despierto que los sueños no dejarán de pasarse ante mis ojos hasta que ya diga hasta aquí hemos llegado y coja al toro por el rabo y lo mande todo al carajo y brinde por lo bien que lo pasa la humanidad y lo muertos que estamos todos. Y solo mandaré al infierno a freír espárragos, porque si algo sabe el diablo es que dios muerde la mano que lo alimenta y la mutila y la engulle, y así sigue sobreviviendo, sin que nadie tenga dos cojones de decir que la vida es algo más que trabajar y buscar un polvo, pero así seguimos y el diablo no hace nada, y la existencia sigue siendo lo más vulgar de mi existencia, y hago lo que me da la gana. O hago lo que me deja la gana. O me muerdo el labio inferior para no acabar reventando a los idiotas que no me dejan ser yo porque si no me escupiría hasta el último mono del camino, y ya no volvería a reírme de las perras que siempre me encuentro a última hora en el bar buscando un tiro de cualquier cosa que fuera más blanca que el polvo de grafito o una polla que pudiera suministrárselo.
Pero seré el que quieras que sea, y todos seremos felices y comeremos perdices y una hamburguesa del mcdonals para celebrar que habéis ganado y que todo lo que era se ha quedado en un sucio retrato surreal de la imagen mental que os habéis hecho del ser humano que abandona sus principio para acogerse a unos finales que no tienen sentido y que si lo tienen es solo en su más cruel consecuencia, la muerte de todos los que lo han creado, satisfaciendo todas aquellas necesidades vitales en un único y fatal desenlace.