Ladrón de la calma

Es quizás esta correspondencia un lamento, una alegría, o a lo mejor un empujón al sentimentalismo. Un evidente recordatorio de alguien que tiene cayos en las mangas de su camisa escarlata de tanto remangarla, para pelear con la vida y así evitar inexorablemente la muerte. Son estas letras, un texto-refugio de tenues paredes que reciclan al unísono en los horizontes sembrados con florecitas amarillas que anuncian la paz. La paz de buenas y prematuras intenciones que sucumbieron ante las recurrentes inundaciones de injusticias, que arrasaron a paso seguro con el tiempo…… ese ansioso e inamovible maestro que se engulle nuestra corta estadía, en este temporero planeta que alberga nuestras penas y por qué no, nuestras ansiadas y nunca alcanzadas felicidades.
Cigarro en los labios….volutas grisáceas; las mismas que compartimos innumerables veces, las mismas que esfumaron, llevándose las historias compartidas en aquellos momentos donde el corazón era el inconfundible protagonista de los episodios vividos sobre el tierno pedestal de las verdades ocultas en la memoria.
La rabia pecado capital infalible, es hoy reacción que me acompaña fiel y exacta en todos mis pensamientos. La rabia, esa misma por la que matamos diariamente, es la que se interpone entre marañas tejidas caprichosamente y el sueño eterno de mejorar lo ‘’inmejorable’’.
Las llaves abren puertas, pero también las cierran. Las llaves se oxidan, las llaves mueren ante los candados que aparentan inviolables, las llaves sufren ante la soledad.
Nuevo año se avecina, nuevas propuestas anarquizan el entendimiento, nuevas propiedades, nuevos logros, nuevos contactos con la ironía fugaz que se burla de nosotros, vosotros y ellos. Para que tanto si necesitamos tan poco.
Esta correspondencia, es un grito inconcluso que me evita desarropar los cadáveres sonrientes precipitados con espantoso afán al abismo de las palabras olvidadas.
Salud para ti y a todos a los que quieres. Ya mi corazón se ha encallado en mis pezuñas, ya el reloj conoció el cansancio, ya he retornado al nacimiento extremo de los monstros que siempre me acompañarán.
Lagrimas dulces asoman en mis ojos, olores penetrantes anuncian el nuevo año. No puedo morir sin hacerte saber que los caminos son impredecibles y que las miserias y las bondades son pasajeros del mismo tren, además este rato al que llamamos vida se extingue incontrolablemente y desperdiciamos cruelmente el real amor con cosas intrascendentes que no nos conducen a nada. Salud nuevamente para ti y a todos los que quieres…. y por qué no, también a los que no quieres.

 

Hola,
Si conocieras el amor
que Dios te tiene,
no te sentirias asi, tal desvalido.
Vaya, parece que estás envejeciendo
usa tus dones, puedes hacer mucho bien con ellos.
Por lo poco que te conozco y por esos momentos.
Cuidate mucho mucho.
Saludos desde México
¡SONRIE!