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Las calaveritas de Don Melquiades

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Évano, 2 de Noviembre de 2013. Respuestas: 4 | Visitas: 1266

  1. Évano

    Évano ¿Misántropo?

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    Jamás hubiese imaginado que tras leer unos versos cortos dedicados a mi muerte esta vendría para hacerse efectiva. Siempre creí que el señor Melquiades era un hombre bueno y no diabólico, que sus calaveritas, esas estrofas cómicas dedicadas a los amigos en los días de los muertos, eran inofensivas. Pero no. No más acabar de leerlas y de responderle alegremente me dio un infarto de aquí te espero. Lo que más siento es que no acabé de fumar mi cigarrillo de tabaco de liar y este se me cayó de la boca justo en medio de la entrepierna, chamuscándome "la cosa" un poco. Por suerte, el papel de fumar de ahora lo hacen para que se apague pronto; de otra manera hubiese ido al cielo todito chamuscado jajaja... ¡Qué manera de engañarme, si yo tenía el infierno ganado hace tiempo por mí mismo! Si hubiese llamado a las puertas del averno ya chamuscado me lo hubiesen agradecido los encargados de chamuscar a la gente que les llega en sus calderas jajaja...

    El caso es que mientras pensaba estas tonterías yo estaba muerto de verdad y no sabía por qué continuaba observando la página de prosas y poemas de "Mundopoesía". Me temía que de un momento a otro ocurriera algo sorprendente, algo como la calavera de un tío enorme con una túnica de terciopelo negro cubriéndole cuerpo y cabeza, y arrastrando una guadaña que abriría un barranco en la tierra a su paso, donde el fuego y el humo se elevarían a la vista. Pero no, pasaba el tiempo y yo permanecía "cliqueando" páginas y foros de dicha Web mientras veía que todas las personas a las que se les había dedicado las calaveritas morían de repente y en circunstancias sospechosas, siendo objeto de homenajes póstumos y constantes en la mencionada página de la Red.

    Luego lo comprendí, el creador de las calaveritas era el culpable de todas las desgracias, el mismo que me había predicho que iría al cementerio de León; pero como yo estaba en Barcelona hacía tres semanas, los a penas doce difuntos de la población total del cementerio de la aldea venían hasta Barcelona. Les pregunté el por qué y la contestación fue que por frío y por viajar un poquito. Les dije que podrían haber dejado los ataúdes allí, que yo les dejaba dormir en mi casa hasta que les encontrara algo más "adecuado". Me respondieron que pensaban quedarse aquí para siempre, que allí en la aldea de León hacía años que no enterraban a nadie ni nadie los visitaba, y que si querían ver a alguna persona debían de recorrer un montón de kilómetros diarios o nocturnos.

    Nos dirigimos al cementerio de la localidad, ellos, unos esqueletos con el ataúd a hombros y ropas hechas trizas, yo todavía permanecía un poco atractivo, aunque algo descarnado y huesudo jajaja... Se me olvidó preguntarles cómo habían resistido más de mil kilómetros con semejante peso y sin nadie que los viera y sin perder algún húmero, cubito o huesos de esos. En fin, que fue imposible aposentarnos en el cementerio del pueblo barcelonés, estaba completo y con lista de espera, por lo que fuimos a la playa, para que ellos vieran el mar, ya que ninguno lo había visto nunca por ser de montaña de muy interior y pueblerinos antiguos. Pero no había manera de descansar. Pese a ser noviembre hacía un calor de espanto y las arenas se llenaban de bañistas totalmente despreocupados, tanto, que al vernos sonreían por creer que éramos fruto de la crisis que reinaba por toda España y nos echaban algunas monedas entre las costillas de los esqueletos, monedas que iban a parar a la arena para el disfrute de los niños que nos seguían. Como allí no había manera de descansar dije: ¡Pues a mi casa!, pero no me asusten a nadie.

    Y ahora aquí estamos todos. Trece cadáveres escribiendo de vez en cuando; bueno, escribo yo mientras ellos me van contando historias. ¡Que cómo es posible que estemos muertos y escribiendo! A mí no me lo pregunten, pregúntenselo al señor Melquiades San Juan, que es el que empezó este lío jajaja.. Por otra parte no es tan raro porque yo también pensé que era imposible morir y a aquí me leen jajaja... Si desean leer unos versos divertidos y simpáticos, de los cuales ha surgido esta historia, pasen por Las calaveritas del señor Melquiades San Juan: http://www.mundopoesia.com/foros/showthread.php?t=486625
     
    #1
    Última modificación: 14 de Abril de 2016
    A Lourdes C y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Jajajajaja, está genial y rebosante de imaginación, me paso de inmediato por esa cadena de zombis jjajaja.

    Abrazos
     
    #2
  3. tyngui

    tyngui Poeta que considera el portal su segunda casa

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    no esperaba menos de un autor de tu talla évano, con tu estilo particular has desarrollado un cuento fantástico satirizando al miedo, y sacándome una sonrisa.
    un maestro total!!
    saludos
    tyngui sanchez
     
    #3
  4. Lourdes C

    Lourdes C POETISA DEL AMOR

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    Es genial tu escirto. Me has hecho reir mucho
    y te lo agradezco. Me ha encantado leerte.
    Te felicito por tu buena inspiracion. Espero
    que no estes escribiendo desde el otro mundo.
    Saludos y Bendiciones. Te dejo Reputacion.
     
    #4
  5. GAVASE

    GAVASE Invitado

    jeje, no sabia que el señor Melquiades fuese un asesino en serie jaja (con todo respeto), debo de estar muerto tambien porque si comento el poema es por algo jaja, ¿y si estuviéramos muertos y fuéramos los otros? jaja.
    Un abrazo, amigo.
    Feliz semana.
     
    #5

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