Las mujeres

Las mujeres ¿Porque escribo a las mujeres bellas? me preguntan las estrellas vacías y distantes, pues yo les contesto con el silencio y con la mirada porque las mujeres bellas son reales e irreales, son un contraste entre lo más bello y lo más feo. Son las olas golpeándose contra las mismas olas, unas tan cortas otras tan largas, pero así son todas, la vecina, la amiga, la compañera, mi esposa, todas mi inspiran a tirarlas rosas. Qué más puedo sostener en esta mañana fresca que trae mi memoria contenta, que las damas son bellas y algunas son siniestras, son comunistas de los besos porque los reparten para todos otras son más capitalistas y los dan solo a los que tienen oro. Porque una se llama Andrea, la otra como sea, da igual cómo se llaman pero lo cierto es que inflaman el corazón con una llama de fuego que se rescata del viento y que no se apaga en ninguna tormenta. Porque algunas mujeres besan como menta y te dejan el sabor en la boca que traslucido en la noche te toca y toca otra vez y desaparece pero luego otra vez se enciende de esa sensación extraña y fresca que te hace querer más y mucho más. Si escuchas una bonita canción que habla de una hembra, de una potra, te acuerdas de ella ¿no miento? Las damas son una adivinanza, son como una balanza y ellas te pesan, en serio, para saber cuánto vales, aunque algunas de esas balanzas están dañadas y ellas se van por las vías equivocadas. Pero lo seguro es que por las mujeres se inventaron las hadas que aladas vuelan como mariposas de rosa en rosa y son maravillosas, que se te escapan a veces pero luego vuelven, en cambio otras se van y nunca regresan y solo te dejan el recuerdo vago de una noche llena de estrellas que contentas contemplaban como se besan el macho y la hembra. Pero es tan sutil la diferencia con las que te olvidan y las que te restan de las penas y las melancolías y otras como te envician de quererlas la noche y el día y se quedan y se van y vuelven a tu memoria, vuelven a tu mente vehemente de pensarlas tanto. Pero así son las mujeres como las frutas frescas que primero maduran y luego terminan, terminan en la boca de algún afortunado y el cuerpo de ellas, no hace falta hablar del cuerpo de una hembra pues tienen todo lo que tiene una galaxia entera. Son más explosivas que una estrella embustera, son valles infinitos que no tienen fronteras, que no tienen distancias ni finales, que son perturbadoras y alevosas como animales mitológicos o pregúnteles a las sirenas. Pues qué más puedo decir de una hembra que tienen las hermosas cabelleras que parecen cascadas de oro y de fresas, algunas son sucas otras morenas, algunas trigueñas, criollas y negras, europeas, asiáticas interoceánicas, americanas y latinoamericanas, de comunidades, de pueblos, de valles y aldeas. Pero lo cierto es que a mi ojos ninguna es fea, todas son flores en la primavera, a veces me cuestiono, por ejemplo, la existencia de dios, pero cuando veo una hembra bella concuerdo que existe el gran arquitecto porque la biología no creo que haga una cosa tan perfecta, porque incluso venimos, todos venimos todos de una hembra y al final existimos, solo existimos por ellas.