Las puertas de la muerte

Al paso de las horas, comenzó a reflejar un brillo de luminosidad en sus ojos.
Es probable que de tanto reír con sus amigos en la reunión de fin de año, lo haya relajado.
A su regreso a eso de las tres de la mañana, después de tanto despliegue a la felicidad, solo restaba volver a casa.
Luego de un cansador viaje, llegó a su vieja casona de Palermo.
Al ingresar al domicilio se dirigió directamente a la cocina y preparó su debilidad, café con canela, con dos chorros de ponche.
Una exquisitez que heredó de su padre.
Ya instalado en el comedor, recostado en los almohadones negros del viejo sillón de roble, le dio play a un clásico de los Doobie Brothers, Listen to the music, y se quedó dormido.
Apenas bajo los parpados, su mente inició la proyección de antiguas imágenes, que lo catapultaron a un arcaico sueño adolescente.
Luego paso mágicamente a su niñez, en Lugano en la calesita de su primo Fernando; aunque las imágenes le eran absolutamente familiares, sospechaba una horrible sorpresa.
Llegó a un lugar desconcertante, llevado a la fuerza por un par de matones, donde había gente como él, en un estado de angustia y extravío.
Todos esperaban algo sin saber que era, hasta que se abrieron los pórticos que se veían al frente, luego de un singular sonido, que parecía algún tipo de alarma.
Lo que tácitamente volvió locos a todos los allí presentes, se dieron a correr sin sentido, en todas direcciones.
Los laberínticos pasillos por los que se deslizaba su mente, consternarían al mismísimo Beqa.
Trampas abismales, túneles de fuego, una exhibición atroz indescriptible.
Entre las inmensidades de las telarañas que se le presentaron delante, pudo divisar una llave dorada sobre una mesa de mármol, perfectamente tallada.
Las habitaciones contiguas desaparecían como por arte de magia, a ambos lados de la galería, lo rodeaban miles de pasadizos, algunos con portezuelas transparentes, otras diminutas, pero lo mas impresionable era que todas las puertas parecían mirarlo, pues en apariencia tenían vida propia, se movían solo si los competidores las miraban de frente, y en ese preciso instante, se convertían en un agresivo enemigo mortal, que podría ser desde un gladiador, un Ninja, o cualquier producto de la imaginación, que este situado en la memoria.
Mientras tanto escenas de sufrimiento y horror por doquier, auspiciaban a esta carrera de la muerte.
Parecía ser que la victoria era la salida, cada uno buscaba una llave, que abriría su propia puerta. De equivocarse en la elección, seria un error que se pagaría con la muerte.
Todos sabían perfectamente estas consignas, solo que no ingresaban a la competencia por convicción propia, sino que eran atrapados en sus propios sueños,convertidos en pesadillas.
A los diez días de ausencia, y luego de varias denuncias, la policía lo encontró fallecido en la casona de palermo, en su viejo sillón de roble.
Seguramente no superó las puertas de la muerte.

 

Una mirada propia sobre el hombro ajeno, de una verdad tan propia como vecina. La muerte esta en medio de la vida, del sueño, y el pensamiento.

Aplausos por tan buen escrito y las gracias por compartirlo.

Dragon Ecu

 

gracias por tus palabras y por pasar a través de estas lineas. abrazo