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Las tribulaciones de Dioniso 1

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Mr.Hellmet, 14 de Julio de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 384

  1. Mr.Hellmet

    Mr.Hellmet Poeta recién llegado

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    1. La entrada.

    Era una cálida mañana de verano y el sol despuntaba en el horizonte, filtrando su luz a través del contorno de una escarpada cordillera en la cual provocaba destellos dorados, dando la impresión de que sus picos estaban recubiertos por ámbar. El brillo matutino fue extendiéndose por toda la región, coloreando de verde y azul la negrura nocturna en la que se encontraba sumergida y despertando progresivamente a cada uno de sus habitantes. Entre ellos, se encontraba Sidonio, un chico de apenas veinte años que había quedado huérfano a edad muy temprana y recién empezaba a disfrutar de su jovial autonomía, pues hasta hacia bien poco se había visto obligado, como todos en su situación, a subsistir dependiendo de las instituciones encargadas en su territorio de la manutención de aquellos menores de edad que carecen de padres o tutores legales.

    Sidonio había sido un niño tranquilo, callado y algo tímido, que prefería el dialogo con sigo mismo antes que con los demás, aunque no por ello era huraño o apático y, a pesar de no tener grandes amigos, nunca tuvo problema alguno para socializar y relacionarse con el resto de personas. No obstante, era su propia compañía la que más disfrutaba y la que más le enriquecía, pues acostumbraba, ya desde pequeño, a leer los textos que habían sido escritos por los considerados sabios a lo largo de la historia, para luego disertar largo y tendido sobre su contenido. Leía, asimilaba, razonaba y luego callaba, pues sus mayores intelecciones las realizaba a fuero interno, a riesgo de ser ridiculizado o criticado por sus ideas, ya que sus conciudadanos eran más de actuar que de pensar, e incluso cuando pensaban sobre sus actos no podían hacerlo de otra manera que no fuese pregonando y divulgando sus ideas, es decir, no eran capaces de pensar sin que su pensar se hiciese patente para los demás. Ante esto, Sidonio siempre prefirió la discreción, y aunque era una persona rica en ideas y conceptos, los guardaba para si y solo el se nutría de los frutos de sus múltiples lecturas y experiencias, pues aparte de leer, gustaba mucho de andar por las montañas aledañas de su pueblo, recorriendo sus senderos, adentrándose en sus cavernas o escalando sus cumbres, pudiendo pasarse días enteros en alguna de sus expediciones por las cordilleras del lugar, cosa que en su juventud le había traído más de un problema.

    Y así creció Sidonio, entre libros, montes y pregoneros, llegando a cumplir la mayoría de edad y mudándose a la pequeña habitación de un hostal cercano al orfanato donde había pasado gran parte de su niñez. Vivía de manera bastante austera, no trabajaba, pero podía subsistir gracias a unos generosos ahorros que sus padres habían dejado para el, los cuales administraba de manera que le permitiesen disfrutar de su libertad el mayor tiempo posible, sin que le fuese necesario trabajar, aunque esto significase vivir humildemente. Esto a el le daba igual, pues poco más hacia Sidonio que lo antes mencionado y el dinero que no gastaba en comida u otros objetos de primera necesidad iba solo para libros, o para alguna cerveza cuando se reunía con sus amigos, pero su afición predilecta no necesitaba de remuneración alguna.

    Esa mañana Sidonio se había levantado especialmente animado, motivado por la claridad del amanecer veraniego que se colaba por su ventana:
    -“El sol hoy brilla con fuerza”- dijo para si-“y su cálida caricia me invita a salir a disfrutar de todos los rincones a los que alumbra con vehemencia, a volver a regocijarme en esos desniveles que tan bien conozco, y que hoy parecen estar teñidos de un color especial”- por lo que decidido, se vistió, cogió el báculo con el que acostumbraba a pasear, algunas provisiones y marcho directo hacia esas montañas que tanto le gustaban transitar.

    De esta manera, acabó en sus queridas cordilleras, bordeando sus laderas y pensando en sus cosas mientras iba disfrutando del paisaje:-“Lo infinito es lo contrario de lo finito”- repetía para si mismo-“pero de ser así, el infinito tendría por límite lo finito, ya que los dos serian conceptos contrapuestos y limítrofes entre si, pero el infinito, por su propia definición, no puede agotarse en lo finito, ya que no tiene límites, luego, para poder conciliar ambos conceptos, no debemos entender lo finito como antítesis de lo infinito, pues de esta manera serviría de limite a este, lo cual sería contradictorio, sino que debemos ver el infinito como un absoluto que abarca todo, incluyendo lo finito y que no se agota en nada externo a el, pues no hay nada fuera del absoluto y es el mismo su propio limite, agotándose únicamente en su propia…”- En medio de estas paradojas se encontraba sumergido cuando divisó, oculta entre la frondosa maleza como si no quisiera ser vista, una grieta dibujada en la falda de la montaña más alta, y que servía de entrada a una cueva, la cual, por más que se acercaba a ella, no revelaba los secretos que se escondían en su interior, que se encontraban cubiertos con una capa de profunda oscuridad.
    –“Que extraño”- pensó a medida que se iba acercando-“innumerables veces he recorrido estos caminos, explorando sus cumbres y sus cavernas, no obstante, juraría que es la primera vez que me cruzo con semejante gruta, tan profunda y oscura, que aun estando a menos de un metro de su entrada no soy capaz de distinguir una sola silueta en su interior. Pero no sé de que me sorprendo, las cumbres más elevadas siempre están bañadas por los abismos más profundos, eso lo sabe cualquier eremita que se precie, y por ello ¿Cómo podría resistirme a este impulso que me lanza de cabeza hacia lo desconocido?¿acaso no es un regalo el que, después de haber recorrido tantas veces los mismos caminos, aun salgan a mi paso nuevos territorios para explorar, por muy angostos y terribles que parezcan? Pues yo, Sidonio, amo las cumbres y los abismos por igual, y me encuentro a gusto tanto cuando me elevo sobre los demás como cuando desciendo hacia profundidades que ningún otro pie ha pisado, así que yo te saludo ¡oh oscuridad! Y en ti me adentro en busca de nuevas honduras nunca antes vistas”- Y dicho esto, penetro en gruta, siendo completamente engullido por la negrura del lugar.
     
    #1
    Última modificación: 14 de Julio de 2017

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