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Libertad

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Ami777, 16 de Mayo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 496

  1. Ami777

    Ami777 Poeta recién llegado

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    Mujer
    “¿Para qué tener las alas, sino para volar? ¿Y para qué la sed, sino para el vino tomar?”, dice la canción de Barbara Streisand, de la película Yentl.

    ¿Quién no sueña con la libertad? ¡Pero cuántos errores se han cometido alrededor de la comprensión errónea del significado de tan bella palabra!

    Personalmente me fascina el ejemplo del caballo salvaje. ¡Su fuerza y su belleza son realmente admirables! No ha sido quebrado por el látigo del hombre, ni sujetado con cuerdas y freno. No ha sido limitado por tablas de madera, ni detenido por mano humana.
    Creo que así es como una persona que ha logrado vencer los lazos de su egoísmo y soberbia se siente. O alguien que ha logrado botar la cerca que el miedo había construido a su alrededor.

    ¡Qué bueno poder ver con realismo lo que en realidad nos sujeta, para poder librarnos de sus ataduras y de sus limitaciones, y así poder caminar y correr con libertad; descubriendo nuestro potencial y disfrutando de él paso a paso!

    No son siempre las exigencias de nuestro alrededor las que nos limitan, agobiándonos, sino nuestra falta de independencia y valor para afrontar la vida de diferente forma y en otro lugar. No son las circunstancias en sí mismas las que nos afligen, sino nuestra impotencia ante ellas; nuestra falta de capacidad para encontrar soluciones.
    Muchas veces no es lo externo lo que nos detiene, sino lo interno.

    La libertad, pues, no está en evadir, sino en aprender.
    No es ignorar al maestro, sino buscar y encontrar al adecuado.
    No es negar el problema, es buscar su raíz y encontrarle la solución.
    No es temer, sino creer.
    No es rechazar la responsabilidad y convertirse en una carga para los demás, sino esforzarse y crecer, poniendo los ojos en la meta, no en el camino a recorrer. Es aprender a disfrutar la belleza de cada momento, sin olvidar a dónde se quiere llegar.

    Si un bebé llegara a tener ansias de independencia y levantara su bandera, moriría en poco tiempo, debido a su incapacidad para sostener esa independencia. Pero desde el momento en el que se toma de los barrotes de la cuna y se levanta con la fuerza de sus pequeños brazos y logra pararse sobre sus dos piecitos está declarando: “Soy libre”. No pidió permiso, ni tuvo temor. No pidió ayuda ni esperó nada ni a nadie, sino sólo escuchó a su corazón que lo incitaba a ponerse de pie y a “sentirse libre”.
    Conforme se va desarrollando, va aumentado esa “sensación” de libertad: camina, ya no usa pañal, come solo, se comunica, …

    Hay algo en cada uno de nosotros que va desarrollándose a la par de la vida: nuestra individualidad y nuestra identidad. Son esas alas y esa sed de las que hablaba Barbara. Y esa libertad es por la cual todos debemos luchar, sin jamás volvernos al libertinaje que funciona alrededor del egoísmo.

    Vivimos en un planeta habitado por millones de millones de seres humanos como nosotros, así como por otras creaturas (animales y naturaleza). La libertad respeta la vida.
    Aquél que pasa encima de los que le rodean, o de lo que le rodea, se “siente” libre, pero es esclavo de sus pasiones desordenadas, de su egoísmo y de su insensatez. Su libertad no es sino libertinaje.

    Cada uno de nosotros debe buscar ese entorno ideal para desarrollarse en libertad. Algunos debemos cambiarnos de casa, de colegio, de universidad, de trabajo y hasta de país, simplemente porque no son el lugar óptimo para el desarrollo de nuestro potencial.
    ¿Qué hace un agricultor en un país industrial? ¿Qué hace un amante de la naturaleza en una gran ciudad capitalista? ¿Qué hace un genio de la informática en medio de una selva tropical? Todo, menos encontrar su libertad. No hay espacio para la expansión de su fuerza. El que ya es libre puede estar en cualquier lugar, pero el que está buscando su libertad necesita desarrollarse en donde hay espacio para ello.

    En un país tercermundista las jovencitas de bajos recursos se convierten en madres alrededor de los 15 años. En los países desarrollados esto ocurre hasta alrededor de los 30. Pero tal vez no todas sean partidarias de esto.
    Tal vez hay jovencitas en esos países “subdesarrollados” que tienen ansias de libertad: sueñan con ir a la universidad y ser doctoras para ayudar a su comunidad. Y tal vez hay jovencitas de esos grandes países que sueñan con terminar pronto sus estudios básicos para ir a hacer una vida familiar a un país tercermundista, en donde el calor prevalece todo el año y la playa es la diversión de cada fin de semana. En donde pueden contribuir, con sus conocimientos o a través de un pequeño negocio, a la prosperidad de la comunidad en la que escojan vivir.

    Estos son solamente dos ejemplos para explicar cómo se ve cohibida la libertad: ¿Cómo reaccionará la familia de estas jovencitas al oir la noticia?

    Para respetar su libertad debemos aprender a dominar nuestras emociones para que no se note en nuestro tono de voz, en nuestra expresión facial, en nuestras palabras y consejos, nuestra inclinación al “no”.
    Luego debemos canalizar nuestra propia libertad dentro del amor, haciendo manifiesta nuestra voluntad, nuestro deseo y nuestro juicio objetivo acerca de la situación, dejando espacio para que nuestras hijas tomen su propia decisión con libertad.
    Tratar de manipular, de presionar, de imponer, de condicionar a una persona para que haga lo que nosotros queremos que haga es cohibir su libertad indirectamente. Esto se vuelve algo muy sutil en el campo de los sentimientos y las emociones: una madre que llora afligida, un padre que se comporta reservado, callado y cabizbajo tras la noticia, un abuelo que ya no quiere comer, etc.

    En especial personas de edad, con problemas de invalidez, cometen este grave error con sus hijos. Los manipulan para que se queden a su lado hasta la muerte, cuando ellos ya vivieron su vida y sus hijos aún tienen una que construir. ¿No es posible vivir con esa hija que le adora, junto a su amado esposo y sus hijos?
    El egoísmo se viste muchas veces de debilidad, cuando está doblemente reforzado de dureza inflexible.

    El egoísta es libre para hacer su voluntad y no medir nada para lograrlo. Caer en sus lazos es más fácil de lo que imaginan las personas sensibles, con corazones dulces y tiernos. Lamentablemente, es hasta mucho tiempo después de estar bajo su yugo que notan su falta de libertad, y no siempre es indoloro zafarse de él, ni tampoco sencillo. Puede demandar mucha fuerza, lucha y fortaleza emocional para soportar el dolor que se infringe en el egoísta derrotado y “desdichado”. Además habrá que lidiar con la conciencia del tiempo perdido, y evitar el resentimiento hacia aquél que lo provocó (el egoísta).
    Es por eso que es muy importante cuidar la libertad propia al estar cerca de un egoísta.
    Debemos descubrirnos a nosotros mismos y definir nuestros sentimientos propios. Cualquier decisión que se tome debe ser tomada con convicción, con conciencia, con entendimiento, con libertad. Debe haber claridad en cuanto a lo que se está decidiendo para el presente y el futuro, y también debe haber libertad para cambiar de decisión, si el panorama se transforma en algo contrario a lo que entendíamos o esperábamos.


    Hay mucha gente linda, madura, con experiencia y sabiduría, que puede y quiere ayudarnos en el camino del crecimiento. Hay que cuidarse del temor y de la soberbia que no necesitan oir consejos y se llaman libertad a sí mismos.
    Libertad no es caminar solos. Libertad es tener espacio de movimiento para hacer lo que anhelamos. De aquí que podemos confundir las buenas intenciones de una persona madura, que ve el fin de nuestras acciones, con limitación; pues nosotros sólo buscamos la magnífica sensación de libertad, sin alcanzar a visualizar riesgos o consecuencias. La persona madura quiere protegernos, pero nosotros pensamos y sentimos que quiere cohibirnos, limitarnos.
    Un principiante es muy parecido a un niño; más que ninguna otra cosa, de lo que tiene conciencia es de sus deseos. El experimentado considera los riesgos, los requerimientos y todo lo que hay que considerar para poder disfrutar con seguridad.
    El ser impulsivo, y desconfiado y resentido hacia personas maduras no es un problema nato del adolescente o del niño, es algo que puede surgir en un adulto tras decepciones, frustraciones y desencantos en su vida.

    Es bueno entender tempranamente en la vida que el uso de la razón y la inteligencia no son falta de libertad para el corazón, sino sólo el medio para saber qué hacer con ella.

    Debemos aprender a identificar nuestra desesperación, ansiedad o aburrimiento como falta de libertad que no está precisamente provocada por nuestro entorno. Tenemos la obligación de descubrir su raíz.
    ¿Está el problema afuera? ¿O adentro de nosotros mismos: en nuestra forma de pensar o en nuestros sentimientos (hacia nosotros mismos, circunstancias o personas a nuestro alrededor)?
    Sólo entonces podremos encontrar la solución para tener libertad.
    Este análisis es básico para evitar caer en libertinaje, creyendo que es libertad.
    Una falsa percepción de la verdad hace que justifiquemos nuestras acciones egoístas, tapando nuestra falta de paz con actividades y movimiento. El problema quedará ignorado y olvidado, e irá acrecentándose como una manifestación externa de egoísmo.

    La vida es como una autopista en la que hay que detenerse muchas veces a meditar qué rumbo se va a tomar. No podemos vivir pasándonos todas las salidas y visitando pueblitos al azar. Es bueno informarnos acerca de qué hay alrededor y sopesar qué es lo que necesitamos y lo que queremos.

    La libertad es indispensable para alcanzar la felicidad. Es por eso que el vividor libertino que no ha sido castigado por la vida es el que más recio ríe. Pero sus carcajadas no podrán compararse nunca con las de alguien que ha logrado la felicidad a través del logro de su libertad: realizar sus sueños: una profesión, un hogar, un negocio, experiencias, logros, placeres, …

    ¿Qué sienten ustedes al ver un pajarito en una jaula? Yo he visto muchos animales en jaulas (en los zoológicos) y no me dan tristeza. Sus jaulas son amplias, bien acondicionadas y provistas. No que pueda compararse con la libertad, pero tampoco lo percibo como algo insoportable o inaguantablemente injusto. Pero ver un pajarito en una jaula me hace sentir mucha tristeza. Creo que me identifico con él y no puedo evitar pensar: “Si yo hubiera nacido para volar y me encerraran en una jaula de menos de un metro, me moriría o me volvería loca.”
    El pájaro no vive en la tierra, sino en el cielo.
    Es como sacar a un pez del agua.

    Lo mismo sucede cada vez que impedimos que una persona descubra para qué nació. Llenamos sus mentes de información, de ideas, de ansias, de temores, de expectativas, y al final queda un espacio del tamaño de una jaula para su corazón. En lugar de observarlos para descubrir si son pájaros carpinteros, o ruiseñores, o águilas, o canarios, o cisnes, o colibrís, …

    He tenido la dicha de estar al lado de niños desde hace más de 15 años y puedo decir que es maravilloso verlos salir del cascarón e ir descubriéndose a sí mismos. Con una mano amante a su lado, presta para ayudarlos, para hacerlos sentir seguros, para guiarlos y para protegerlos, pero no para cohibirlos y ponerles límite en donde su vida empieza.
    Todo ser humano necesita límites para no desbocarse en la dirección del libertinaje. Necesitamos aprender valores y principios, y necesitamos aprender a manejar nuestras emociones y nuestros pensamientos para no sentirnos encerrados dentro de la protección de la inteligencia y el amor. Necesitamos aprender mansedumbre para controlar nuestra fuerza, y humildad para relacionarnos con los demás seres humanos.
    La vida es una universidad de la cual uno no puede graduarse en un año, sino más bien en la cual hay que adentrarse con entusiasmo y disposición al aprendizaje. Pero necesitamos sentirnos libres para atrevernos a descubrir para qué nacimos. Necesitamos valor para averiguar si somos búfalos, o caballitos de mar, o pulpos, o venados, o jirafas, o gacelas, … Necesitamos espacio para descubrir nuestras ansias más profundas y realizarlas.

    ¡Hay aún tanto por descubrir, tanto por disfrutar, tanto por perfeccionar y tanto por vivir!

    Es mi deseo que podamos disfrutar la vida
    en armonía los unos con los otros,
    a través de lograr la libertad personal.
     
    #1

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