Libre, bella, lejana.

Hay una extraña sensación en morir sin ti, sin los míos, sin Dios alguno. Y esa extraña sensación me hace querer repetir la muerte pero no en un monte lleno de muertos tragados, sino en un campo santo que pueda albergar mi recuerdo a los que me conocieron.

No puedo creer, que después de haber estado en la vanguardia de la vida, ahora esté condenada a no contar las horas, ni a decir para nada estas historias, por cuenta de una verdad, que como te habrás podido dar cuenta, nadie desea leer por temor a involucrarse.

Así que, ellas ahora pasarán por mí y mi tristeza, doblegándo muchas veces en las trochas y los pasadizos bajo tierra, donde ciertamente condenan al ser en el entrenamiento del olor de la tierra húmeda. Una huella de la nada, en la que de cuarenta, quedamos diez de nosotras en las jaulas de alambres de púas. Pero eso, ya lo sabes, no hace mucho te lo comenté en un poema olvidado y no leído.

Esta vez te hablaré de un ave que no dejaron que volara nunca más. Ella fue separada del grupo. Se la llevaron porque ya no podía continuar cantando. Según me dicen, cantó demasiado, y debían deshacerse de ella. Fue sin lugar a dudas, la mujer que construyó con su fuerza una estrella. A ella le di las gracias por defenderme de las aves que comen carne muerta.

Hace tres días, el hombre ave, el de las banderas en el brazo izquierdo, reunió de una sola vez a las pequeñas de la jaula. Quitó las plumas de cada una y envió desplumadas el grupo al río. Después de muchos días de no probar agua, por fin veíamos algo de naturaleza limpiamente.
Cada una se cuidaba entre sí, y ninguna permitía ser mirada por nadie hasta que les regresasen las plumas a su cuerpo después de bañarse. Pero ella, ella era muy distinta, puedo decirte que de todas las aves del corral, ella tenía su por qué. Las demás, no lo sabíamos, pues ella, era más que piel.

El cortador, la miraba con ojos muy precavidos, no con ganas de despedazarla y "comérsela" como dicen ellos vulgarmente, era más bien desconfianza. Supongo que las libertades que le dieron, no fueron gratuitas, pues salía y regresaba del monte con muchas cosas entre sus alas, y, obviamente, tenía privilegios especiales hasta para dormir.

Antes de ayer, las "moscas" descubrieron algo de ella. El águila había determinado que no podía seguir con el grupo, por eso, después de amarrarla y tirar al suelo, le leyeron las palabras que se cumplieron posteriormente en la huida. Los camuflados se acercan a sangre y fuego rápidamente. El temor se apodera de todos. Nuevamente, debimos internarnos en la tierra directa alejándonos del río. Más adelante, los "pájaros del escarmiento" nos llaman a todas las pequeñas y traen a la hermosa princesa, desnuda y amarrada. Colocan sobre su bello cuello la soga de una justicia aborrecible, y dos de ellos levanta su cuerpo hasta lo alto. Solo pude ver el desespero de su cuerpo, hasta que en poco tiempo se vio como se partía el cuello.
El resto, no te lo cuento, por cuanto no vale la pena decir. Pero, lo cierto es, que atrás se quedó un ángel colgado en la rama gruesa de un árbol blanco.

Tal vez espere mucho o poco a ser encontrada, no lo sé, más creo yo, que ya puede volar sin distracciones por el monte, libre, bella, y sin lugar a dudas, lejana.


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Para ti querida Marisol.

 

La verdad, mu profundo, extasia cada parte de mi al leerlo, es como una semiosis ilimitada y eterna... Felicitaciones

 

gracias otra vez don david por decir esas cosas tan lindas...............las cosas enseñan............un beso señor......la misma tonta que le escribe....Claridad