Llene la tierra la paz del señor

En plena Nochebuena una mujer, al cruzar la avenida, fue arrollada por un auto conducido por un hombre, acompañado de su mujer e hijos, dispuestos a festejar la noche con sus familiares.


El hecho, ocurrido en el barrio de Tortuguitas, finalizó con la vida de esa mujer, que era un icono en aquel barrio, la loca del saco amarillo.

La loca del saco amarillo, había llegado a su nuevo hogar, acompañada de su hermana gemela, María Luisa, una reconocida y prestigiosa abogada, quien había construido una mansión valuada en casi un millón de dólares, en medio de casas muy humildes. A pesar que resultaba extraña la decisión de aquella mujer de invertir ese dineral en aquel lugar, todo parecía normal al principio, ella salía muy temprano a trabajar, en su auto importado, y volvía muy tarde.


Los vecinos sabían que no había venido sola. Había llegado al oído de todos que tenía una hermana esquizofrénica, que pasaba sus días encerrada en una habitación porque era muy violenta.

Está información dejó de ser un mito, cuando una noche de verano, mientras una pareja tomaba mates en la vereda, vieron saltar por arriba del portón de madera, de casi tres metros de altura, a una mujer vestida muy desalineada, era igual a María Luisa, pero estaba toda sucia y despeinada.

Al caminar unos pasos empezó a revolver las bolsas de basura, comía los desechos que allí encontraba y juntaba objetos descartados por la gente que vivía en los alrededores. Está práctica se hizo frecuente en el barrio, los vecinos ya sabían que la loca del saco amarillo, saco que la caracterizaba, a las 23.30, con su salto felino salía de su casa y empezaba su recorrido.

Esta mujer se fue ganando el respeto de todos, ya que, si bien corría la versión de que era violenta, ella, no se metía con nadie.

Su imagen cambió cuando una mañana, su hermana se hizo presente en la carnicería de Don Pascual, que en ese momento estaba llena de gente, al entrar todos sabían quién era. Ella, con el brazo enyesado, con voz muy dulce, se dirigió a todos:

"Disculpen, yo soy la hermana de la mujer que sale de noche a juntar basura, ayer se puso muy violenta porque no la deje salir y quiso matarme, con toda su furia me ha golpeado, hasta quebrarme el brazo. Salió corriendo, no sé dónde está. Si la ven por favor me avisan, pero no sé acerquen a querer retenerla, es muy peligrosa."

Un empleado de la carnicería llegó a decirle:

"Encerrala en un psiquiátrico entonces, estamos en peligro nosotros y ella que en cualquier momento se mata al tirarse del portón."

María Luisa, no lo escucho o hizo que no lo había escuchado, bajo la cabeza y se fue.

Al día siguiente, el barrio amaneció empapelado con la foto de la loca del saco amarillo, debajo decía:

“Se busca urgente. Mujer de 45 años, está en tratamiento psiquiátrico, lleva puesto un saco amarillo. Si la ven comunicarse al 1111475932.No acercarse es peligrosa.

Importante recompensa”

Algún que otro vivo, intento comunicarse con ese número, para dar información falsa, pero nadie les contestaba. Igualmente, la mujer, no daba señales de vida.

Luego de dos meses sin verla por el barrio, la loca del saco amarillo, era encontrada por los vecinos, sin vida, junto a un hombre en estado de shock, que llorando repetía:

“Juro que no quise matarla.”

Un testigo, que se encontraba de visita en la casa de aquella pareja, que la habían visto saltar por primera vez, envuelto en la conmoción, contó lo sucedido:

"La ví saltar el portón y correr rápidamente para la avenida, cruzó sin mirar y este pobre hombre la atropelló."

Una anciana al escucharlo, empezó a los gritos, mientras Don Pascual, el carnicero, se agarraba la cabeza:

"Está loca de mierda volvió a matar a la hermana, la mato y salió corriendo."

Un grupo de jóvenes al escuchar la teoría, fueron rápidamente hasta la casa de la loca para ver si su hermana respondía, nadie salió esa noche.

Todos se habían olvidado del brindis por el cumpleaños de Jesucristo y ese día hasta Papá Noel había quedado cautivo de aquel accidente.

El festejo de Nochebuena se había convertido, en ese barrio humilde, en un policial de Hollywood.

La policía al llegar tomó declaraciones, casi todos se ofrecieron a darlas, nadie se quería quedar afuera.

Aunque la hermana de María Luisa siempre se había mostrado inofensiva, ellos, a la hora de dar testimonio, no lo tuvieron en cuenta y con el cuerpo tibio y su saco amarillo bañado en sangre, el alma de la loca escuchó como todos se convertían en jueces para juzgarla del asesinato de su hermana, con sus dichos discriminatorios y sus falsos testimonios;

"Más de una vez la quiso matar" "Todas las noches se escuchaban los gritos de su hermana cuando ella intentaba pegarle." “Que final triste para esa hermana que lo dio todo.” “Los locos deben ser condenados a cadena perpetua.”

"A mí una vez está loca me amenazó con un cuchillo" "La hermana para mí está muerta, yo escuché un disparo hace un rato."

Así fue que se hicieron las doce y con el asado quemado, la panza vacía y la garganta seca de tanto fabular, los vecinos recibieron la navidad crucificando a una mujer con problemas psiquiátricos que se hacía unas horas un hombre la había ayudado, sin querer, a irse a vivir a un mundo más justo.

En la mañana de ese 25 de diciembre, medios de televisión cubrían desde la puerta de la casa de María Luisa, su posible homicidio, rodeados de todos sus vecinos.

Cuando llego la policía científica y los peritos, se produjo un forcejeo entre vecinos, periodistas y policías, tal es así que, terminaron todos adentro del jardín de la mansión de María Luisa. Al abrir la puerta de esa casa que parecía estar llena de lujos, se encontraron, para el asombro de todos los allí presentes, con un basural, lleno de moscas y en una mesa una copa llena de un champagne carísimo. El olor era insoportable, solo una habitación estaba ordenada y contenía ropa y objetos de valor. El resto de la casa era un espanto. Había algo que llamaba a todos la atención, en esa propiedad había sacos amarillos colgados por todas partes y sobre una mesa, una epicrisis, donde se plasmaba la operación de su brazo izquierdo producto de una caída de alto impacto.

Fue entonces, que las lenguas retorcidas de los vecinos quedaron en silencio, ese silencio, que les confirmaba que María Luisa no había sido asesinada por su hermana, sino que ella había muerto ese 24 de diciembre, arrollada por un auto, junto a la loca del saco amarillo.

 

Gracias Marlene, por leer mi obra y por tu devolución. Cariños desde Argentina.