¡Llora el alma!

No tengo nada de alegría esta noche.
Quizá el anhelo desesperado de tus besos, de tus caricias, de tu cuerpo me tiene delirando. Quizá no te quiero, pero cuanto te deseo. Quizá no te deseo, simplemente te quiero a mi lado. Es una confusión irresistible para el hambre de un poeta.
Es una exquisitez indescriptible para alguien cuya experiencia en la vida es tan corta.
Es un placer que muchos han podido beber, pero muy pocos se han atrevido a degustar.
Tengo un sentimiento que hace que mi alma se entorpezca y vagabundeé entre pensamientos desagradables.
Quizá no me acostumbré a perderte. Quizá no tengo derecho de tenerte. Pero quizá tu no tengas derecho de poseer mi alma, y aún así mi alma tiembla ante ti.
Es tan obvia tu maldad, que es casi imperceptible ante los ojos de alguien con síntomas de enamoramiento.
Una clara rendición de mis sentidos me hizo dejarte pasar hasta lo más profundo de mi ser. Pero en tus sucias intenciones vomitaste sobre mi todo tu desahogo.
Y es por eso que quizá hoy esté escribiendo. Para expresar lo que mi alma siente, y no siente. Mi voluntad de vivir es fuerte, pero, que gran muerte la que deseo.​