Lluéveme el cielo para llorarte

A Juanmi:
Muy pocas son las veces en las que abrazamos y besamos, sin razón alguna, a esas personas que realmente son importantes para nosotros. Esta tarde tengo la angustia dentro de mi pecho de no haber podido decirle lo muchísimo que le quería a un gran amigo. Un amigo que ha muerto.

Pasamos por las cosas y las personas con cuidado casi de puntillas como si no deseásemos dejar nuestra huella, como si al corazón le asustara llegar a ser alguien importante. Pero hay una persona, un Padre, que brindó mil cruzadas por la Misión y la opción por los más pobres y en muchos sembró esa misma semilla.



Por eso. Por ti. Por mí.

Porque la vida se ha convertido en un camino lleno de obstáculos y dificultades que solamente uno se atreve a superar cuando otra persona le anima a seguir adelante.

Porque resulta que en ese camino tan y tan cuesta arriba que es nuestro vivir surgen algunos abrazos sin avisarlos y uno se siente bien, se siente a gusto y estimado.

A ti, que en ese caminar cruzaste tus pasos con los míos. Porque fuiste un compañero, una palabra, una vocecilla, un brasa siempre encendida.



No he crecido a lo alto, yo crecí desde dentro hacia fuera dejando que transpirara por cada poros de mi piel el aroma de jazmín e incienso cuya extraña y preciosa fórmula lograste tú.

Pienso en el tiempo suficiente para lo que quedó hecho y en lo absolutamente insuficiente para lo que se dejó por hacer.

Y dice un escritor argentino “mañana quizás sea demasiado viejo para hacer todo lo que he dejado pendiente”.



Me queda tu sonrisa.

Queda la continuidad de lo que nos ofreciste. Queda la certeza de que se puede y se debe luchar por un ideal. Queda una forma de ser. Queda una Palabra de Dios y el camino de la entrega por la misiones.



Yace alguien de quien se puede decir, a ciencia cierta, que luchó todo lo que pudo por repartir felicidad. Pues bien, a mí me la hiciste llegar y aquí sello nuestra cuenta pendiente. Allá donde el tiempo y el destiempo nos lleve las palomas de la paz y de la fe batiran incansables sus alas hacia el Cielo que ya te acoge.



Porque se va y se marcha y nos quedamos y no nos movemos. Porque sin querer me estoy marchando yo también. Porque te queremos tanto que no podemos creer que ya no estés.



Y dicen que a Dios le gusta tanto nuestro fuego encendido que, aun errando en nuestras decisiones, que aunque nadie acierte con las palabras adecuadas, igualmente concedía los deseos a todos los que aquí estamos. Hermano que se hayan cumplido todos tus deseos.

Me fastidia tanto estas situaciones.



Ahora ese camino será diferente y te echaremos en falta.

Si es que ya te echamos de menos cuando apenas nos prestaron tiempo para tomar conciencia.

Si se ha marchado un amigo. Y con él uno de los estandartes más alegres de Juventudes.



Sonríe con este humilde homenaje que hacemos a un autentico centinela de la vida.



Como tú mismo dirías: “Buenas noches y que sueñes con los angelitos.”

 

LO ESCRIBISTE CON EL CORAZÓN EN LA MANO Y ASÍ LLEGARÁ A SU ALMA A TRAVÉS DEL AFECTO QUE DEMUESTRAS.

UN BUEN RELATO!!

MARIELA

 

Gracias... no lo escribí yo sino mi alma que me traicionó y esculpió en frases mis sentimientos.
Gracias de nuevo poeta.