Lo innato...

LO INNATO...

(Para Arkhazul...) ​

...la mujer, en un arrebato de éxtasis tanto terrenal como trascendente, lanzóse toda al suelo, delante el hombre que amaba apasionadamente, y dijo: - Mi Señor... Estuve suplicando con esperanza de que me dijeras tuya, de que me trataras con autoridad y superioridad de tu noble género para que esta luna pueda experimentar en pleno el misterioso deleite de este collar, en todo caso, autoimpuesto por el gran amor que te tiene...

El hombre le miró fijamente a los ojos y le dijo: - ¡Tú eres mía! ¡Me perteneces!... Ahora, ven, aquí cerca, para que pueda verte, para que pueda mirarte de verdad; alegra estos ojos como lo has hecho ya con este corazón mío... Aproxímate pues, mi bella esclava...

- Gracias, mi Señor es muy generoso... - ella le dijo en voz baja, mientras venía hacia él con gracia etérea y un brillo de amor infinito en la mirada; ¡qué tan dulcemente lo miraba...! ¡Cuánto lo deseaba...! ¡Cuánto quería ser de su total agrado...! Ella siempre ha sido así en el fondo de su más profundo ser... Desde que podía recordar, ésa era su naturaleza por la cual, temía, sería vista como un bicho raro en estos tiempos, en esta época, en este lugar llamado el mundo, al que no pertenecía... Esos sentimientos, los tenía bien guardados como el mayor de sus secretos; no quería que nadie lo supiera... Por lo menos hasta que no llegara alguien capaz de comprenderla, que no se escandalizaría - alguien realmente merecedor de la más exquisita devoción femenina, la cual sale directamente del alma y corazón que ama sin reservas, de manera ilimitada y consciente del inmenso placer emocional que se siente al entregar todo sin pedir nada - tan sólo, ser permitida ese gran privilegio, ese honor de servirle al objeto de su devoción; adorarlo con todas las fuerzas de su existencia, hacer de su vida el paraíso en la tierra...

Así era la mujer... Y llegó por fin el hombre adecuado, después de muchos años durante los cuales intentaba en vano vivir el vacío, la soledad y la frustración de una víctima de su condicionamiento igualitario que su cultura y sus tiempos inútilmente trataban de imprimir en su mente - y, tal vez, en las mentes de muchas otras mujeres que jamás lo admitirían por el orgullo y petulancia, que fuese algo innato y que era necesario dejarlo florecer como la flor en primavera para llenar nuestras existencias de algún sentido y propósito intentado seguramente por Dios y la naturaleza... No fue nada de otro mundo; o, en un cierto modo, sí - un mundo distante, imaginario, donde el hombre era exactamente eso: el hombre - y la mujer, era simplemente mujer... Donde no había las rígidas convenciones sociales que le dijeran a la gente cómo pensar y comportarse; un mundo donde cada quien pudiera ser sí mismo, sin las pretensiones, sin fingir, sin necesidad de ocultarlo...

Llegó el merecedor de todo ese amor guardado - y la cautivó sin esfuerzo alguno, sin arrastrar las alas por ella, justo como a ella le gusta: un hombre fuerte y valiente, intransigente - pero a la vez, un poeta. Él no era débil; no se juzga el libro por la portada... Las apariencias pueden ser engañosas - por eso, hay que mirar y ver mucho más allá de lo aparente, de lo visible, de lo palpable... Hay que aprender a leer los rostros: rasgos de rostros que a veces lo dicen todo, revelando una cierta personalidad, una gran fuerza interior - y los ojos que son ventana por la cual se asoma el alma humana; los ojos que revelan el carisma, los ojos delatadores que no saben guardar secretos...

Él tenía ojos negros, como la obsidiana de las navajas aztecas y mayas de la tierra mexicana en la que nació y creció - fuerte, inteligente como un demonio, sabio y astuto, atravesaba con su mente superior las mentes y corazones de todos los demás seres pensantes que lo estimaban, que lo idolatraban por su forma de ser... Tan guapo se veía ese señor al que todos amaban, respetaban y le temían, a veces... No era casualidad... Tal vez, él la tuvo que esperar toda su vida - así como ella a él, pero llegó - y ahora estaban a punto de ser felices, ambos, finalmente - siempre y cuando estén por fin unidos... Porque nacieron uno para el otro... Ninguno sería completo sin su otra mitad - la mitad de la misma manzana; como la arena dispersa por el mundo cuyos granos desesperadamente necesitan encontrar su roca de fondo... Como el fuego que no puede existir sin calor - y como la lluvia que no sería lluvia sin ser el agua y la nube en el alto cielo...

Así, profundamente, con mucha fuerza y mucha belleza, amaba la mujer a su hombre... Lo adoraba, efectivamente. Aunque solamente la lejanía de kilómetros del océano y tierra le impedían demostrárselo con todas las ganas y pasión vehemente - sus palabras, y claro, sus poemas llenos de amor y desbordantes en sentimiento puro, le llegaban al hombre directamente al corazón que también anhelaba aquel encuentro, sin imaginarse siquiera todo lo bueno que le esperaba entonces...









[16/04/2014]

 

Es una prosa muy cargadita de todo lo que llevas dentro, y que de alguna manera pues debes de sacar a la superficie y ante sus ojos todo tu bello sentir.

Un abrazo

 

Ah, me gustó.

 

Pues, sí, así es... Muchas gracias por su valor, pues pocos se atreven a comentarme cuando escribo así, de cosas tan personales, jejeje... ;-) Saludos.