Lobo

El rastro era reciente, su aroma aún persistía en la zona, habían cruzado por allí, las señales eran claras, nervioso, agitado, husmeando, Lobo buscaba las huellas, daba círculos completos en una dirección, en otra, ¿dónde estaba?, se encontraba confundido. Maldita sea, el rastro era confuso, no estaba seguro de la dirección que debía seguir, reprimió el impulso de lanzar su llamada, no, sería como anunciar su presencia a los extraños. Los extraños... un gruñido apenas reprimido asomo a su boca, los colmillos aparecieron en un acto reflejo mientras apretaba sus fauces pensando en los extraños.

Las gélidas gotas de lluvia caían sobre el terreno, la tormenta con sus relámpagos y truenos seguía azotando la región, el viento cortante silbaba arrastrando consigo el frío de la noche, la oscuridad apenas dejaba ver el terreno pero lobo no se daba por vencido. De pronto vio algo, algo húmedo, sangre, sangre... un escalofrío recorrió su espinazo e hizo temblar su cuerpo, con rabia arañó el suelo y husmeó a su alrededor, tenía que encontrar el rastro. Cuando lo encontró, dudó, demasiada sangre, demasiada, pero tenía que saber lo que había pasado. Su manada lejos en el norte esperaba una respuesta, la desaparición de su compañera pesaba como una losa sobre su corazón. Corrió con el viento, corrió como nunca lo había hecho antes, cada partícula de su fuerza usada para alcanzar la mayor velocidad, debía alcanzarlos. Como una sombra fugaz atravesó el valle camino de las montañas, las montañas, hacia allí se dirigían, más rápido, más rápido, se obligó a correr más, sin desfallecer siguió el rastro, se estaba perdiendo, la lluvia lo estaba borrando, tenía que darse prisa. Cuando alcanzó la colina en donde se iniciaban las montañas ya había perdido el rastro y sus miedos crecieron, no, estaba tan cerca, tan cerca… los había perdido.

Entonces… un grito llamó su atención, un grito humano, rápido como el viento se lanzó en esa dirección y en unos minutos los vio, eran dos, el olor le llegó con facilidad, sangre, sangre. Antes de que lo vieran, antes de poder pensar en una estrategia se lanzó contra ellos, ciego de ira, de rabia, loco de dolor, se lanzó contra ellos. No lo vieron venir, estaban cansados, mojados, ateridos de frío, intentaron defenderse con sus armas, pero Lobo no lo permitió, al primero le desgarró la garganta cuando saltó sobre él, el segundo quiso dispararle pero el miedo le hizo errar el tiro y echar a correr. Para Lobo fue fácil alcanzarle, fue fácil rodearle, fue fácil saltar sobre él, fue fácil derribarle, fue fácil desgarrar, destrozar, matar con sus colmillos. Fuera de todo control, loco de dolor, no fue suficiente con matar al hombre, tuvo que destrozarlo. La sangre goteaba de sus afilados colmillos, de su hermoso pelaje negro, de su hocico, como si con ello pudiera librarse del dolor quiso bañarse en su sangre, hizo lo mismo con el otro hombre. Cuando sus ansias asesinas remitieron contemplo su obra, lleno de odio y rencor, la rabia aún inundaba sus venas, deseaba continuar con la carnicería, deseaba dar muerte a más hombres, su frustración lo llenaba y con un terrorífico aullido desafió a la luna, a las estrellas, a la tormenta, largo, fuerte, intenso, con toda su alma, todo su cuerpo temblaba, estaba tan cansado, aún no entendía como seguía en pie, la caza había finalizado, la venganza había tenido termino, pero nada llenaba ese vacío que sentía, otro aullido, otro aullido y otro aullido, desgarradores, tristes, dolidos, de animal herido en lo más profundo. No hubo respuesta, ninguna, sólo la tormenta que seguía, sólo la lluvia, sólo el viento, sólo la soledad de las montañas.

Triste, Lobo se alejó de aquel lugar, lentamente, no tenía prisa, ya no, no hizo ningún intento de acercarse al bulto que transportaban los hombres, había visto lo que era. Se dirigió hacia el sur lejos de la manada, había tomado su decisión, el hombre vivía en el sur, el hombre le había robado la vida y ahora sufriría las consecuencias.

 

Muy entretenido compañero... Hasta me dejó pensando, si no guardaré
uno de esos dentro, y de tanta paciencia en mi impaciencia, un día
no se abra mi tórax, y salga un lobo así... ::jos1::: jaja

Saludos!