Los Ancestros

En una lúgubre noche de ébano,las tétricas teas de espumeante llamarada dejan entrever el cortejo nupcial de la vida y la muerte,los cuales vibran al son de la canción extática por la sacrosanta piedad de las hojas del seco laurel,cayendo aquellas en la abierta urna plomiza donde se mezclan con las cenizas ahora frías pero secas.Es el momento de la glorificación astral de los elementos que giran en rotatoria rueda alrededor de descomunales coronas de difuntos,los cuales,agradecidos desde el más allá,sólo dejan entrever sus imágenes místicas en las obscuridades abismales de la víspera de San Juan.Los mortales que furtivamente arrancan la mandrágora bajo la radiación malévola del planeta Saturno,tienen bien cuidado en sacarla de raíz para que los cimientos de la tierra no se estremezcan de gravisonante dolor peliagudo y así,en la vastedad infinita de la madre Gea,los magos y artífices de portentos puedan hacer regresar los espíritus de los muertos mediante artilugios pneumáticos hacia regiones siderales de donde proceden,santificando tales portentos el dios bruniano de la naturaleza: mónada cuaternaria que refleja su divino haz de luz en la mente incorpórea de unos contados escogidos que se congratulan por la paz perpetua de sus ancestros.