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Los Anillos (segunda parte)

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por libelula, 15 de Marzo de 2013. Respuestas: 2 | Visitas: 614

  1. libelula

    libelula Moderadora del foro Nuestro espacio. Miembro del Equipo Moderadores

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    Habían pasado cinco años, pero para Manuel el tiempo había dejado de existir y aunque seguía vagando por la casa, su hábitat se había reducido; pasaba la mayoría del tiempo encerrado en el viejo armario ropero arrinconado en el dormitorio de invitados; era de las pocas cosas que aquél desaprensivo jovenzuelo había conservado, junto a la cajita de madera de cerezo, que él había tallado con sus propias manos para su amada. Allí, en un compartimento secreto que solo ellos conocían, estaba el anillo de María; mientras que el suyo, que lo mantenía encadenado a este mundo, permanecía enterrado junto con lo que quedaba de su cuerpo; ya que, a pesar de los esfuerzos empleados en: voces, golpes y lamentos durante años, no había conseguido que "el señorito de ciudad" le hiciera caso y aunque al principio pareció molesto, ahora dormía a pierna suelta toda la noche y a él, ya no le quedaban fuerzas.
    Pero desde que aquella criatura delicada y silenciosa, que tanto le recordaba a su María, había llegado, todo estaba cambiando. Andaba por la casa ligera como una pluma, sin apenas pisar el suelo; la dulzura de su rostro y su cálida sonrisa invitaban a confiar en ella. Lo supo desde el principio, cuando rescató el antiguo ventanal con asiento de madera, que aquél ignorante había taponado sin tener consciencia de que, ese rincón, guardaba secretos pensamientos de las mujeres de su familia. Aquél también fue el lugar predilecto de María, allí dejaba que transcurrieran placidamente las últimas horas de la tarde, en silencio, con la mirada perdida, como poseída por un encantamiento. Si, definitivamente, aquella joven que se sentaba junto a la ventana mirando la nada, tenía mucho en común con su María.
    Fue durante el embarazo, cuando Nora empezó a sentir la presencia de Manuel. Trató de explicárselo a Luis, pero este sonrió y acariciándole el cabello le dijo:- Haz como yo querida, ignóralo-
    Nora simplemente, no pudo ignorarl ; Preguntó a los padres de sus alumnos si habían conocido a los antiguos habitantes de su casa. Fue de esta manera que escuchó la historia de amor entre Manuel y María, supo como se amaron desde niños y como él no pudo vivir sin ella.
    Se fue a su casa pensativa, sintió compasión por aquél alma perdida, atada a este mundo por algún poderoso motivo. En parte imaginaba lo que debía sentir. Ella amaba tanto a Luis que la sola idea de perderlo la enloquecía; pero ahora debía seguir la recomendación de Jacinta (la espiritista del pueblo) y preguntarle a Manuel qué le retenía aquí. Encendió una vela blanca y tras una oración, con voz temblorosa preguntó: - ¿Manuel estás ahí?...- Manuel no salía de su asombro y ahora ¿Qué que se suponía que debía hacer él?…Había perdido la costumbre de hablar, solo sabía gemir, así que gimió,... Ella permaneció impasible, sin asustarse; Manuel desesperado dio un alarido; Nora le habló con ternura: -Tranquilícese Manuel, soy su amiga, dígame lo qué necesita y prometo ayudarle - Manuel, emocionado, carraspeó e intento pronunciar unas palabras pero fue inútil; entonces pensó en María, en cuanto la echaba de menos y consiguió que el sonido de su voz retumbara en toda la casa - Mi anillo - gritó, y haciendo un esfuerzo supremo Manuel empujó la cajita, colocada sobre una repisa; al caer al suelo, dejó al descubierto un compartimento secreto en la base de la misma- Nora la recogió y extrajo de ella una pequeña alianza grabada con una fecha y el nombre de Manuel; sacudió la cajita, esperando que apareciera la otra, pero no fue así. De pronto, creyó comprender lo que ataba a Manuel a este mundo; también para ella las alianzas tenían un simbolismo mágico y debián permanecer juntas después de la muerte de los amantes.
    Recurrió de nuevo los amigos de Manuel, a estos les sorprendió que el anillo de María estuviera ahí, recordaban que fue imposible quitárselo para su entierro, todos conocían el valor que para ellos tenían sus anillos por eso le colocaron a Manuel el suyo y lo enterraron con él. Ahora empezaban a creer que era verdad lo que Manuel les contaba sobre que María le esperaba en su casa después de muerta; ¿Como si no se explicaba la aparición del anillo en la caja?.
    Llegó el tiempo de exhumar los restos de Manuel; todos sus amigos estarían presentes e invitaron a Nora que, aunque decidió asistir, prefirió ocultárselo a Luis…
    Allí, entre sus huesos apareció el anillo, los amigos lo recogieron, y con gran solemnidad lo entregaron a Nora que, a duras penas, contuvo las lágrimas. Grabado en su interior estaba la misma fecha y el nombre de María. Al llegar a casa, Nora se apresuró a depositarlo en la cajita junto al de María. Fue en ese momento cuando Manuel experimento un gran alivio y su dolor desapareció; ya nada le retenía aquí, solo le quedaba el agradecimiento hacía aquella joven que le había devuelto la libertad. Nora se ruborizó al sentir en su mejilla el roce de una fugaz caricia... Las cortinas de la ventana se elevaron; luego todo quedó en silencio, con ese cálido toque de ausencia que distingue a los hogares con historia.
     
    #1
    Última modificación: 25 de Octubre de 2022
  2. jmacgar

    jmacgar Poeta veterano en el portal

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    Una excelente continuación de aquella primera historia, entre romántica y gótica que nos brindaste más atrás, Libélula. Un hermoso final sin duda.

    Felicitaciones por esta segunta parte que no desmerece en nada la calidad conseguida en la primera entrega.

    Un saludo cordial.
     
    #2
  3. libelula

    libelula Moderadora del foro Nuestro espacio. Miembro del Equipo Moderadores

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    Gracias Jmacgar por tu opinión siempre tan valiosa para mí y por tus felicitaciones que tanto animan en estas soledades del escritor. Un cordial saludo
     
    #3

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