1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Los cinco

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Cigarrilla, 30 de Septiembre de 2009. Respuestas: 1 | Visitas: 828

  1. Cigarrilla

    Cigarrilla Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    11 de Agosto de 2009
    Mensajes:
    2
    Me gusta recibidos:
    0

    Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mi, no morirá jamás.

    ¿Crees esto?...

    Juan 11:25 y 11:26


    Está oscuro. Sin previo aviso, una música estridente invade mi cuerpo, como una emoción impetuosa. Las luces blancas se prenden, son tenues, sólo puedo ver unas cuantas siluetas a lo lejos. Después las luces de colores. Parece que se mueven al ritmo de la música. Se escuchan exclamaciones de entusiasmo, cuatro o cinco parejas se paran al mismo tiempo, bailan como si nadie los estuviera viendo.

    A mi alrededor, se escuchan risas, gritos, copas deslizándose, chocando unas con otras. ¡Mesero, otra cubeta!

    Yo nunca le digo mesero, aunque eso sea. Quiero pedir un trago, pero en mi mesa nadie toma, nadie ríe, todos me miran de una manera que desconozco. No sé a ciencia cierta dónde me encuentro, pero tengo mucha sed. Y la música hace brincar mi corazón como si un avión estuviera a punto de estrellarse contra mi puerta.

    Me siento débil, sin embargo, la, aparente felicidad de los demás me infunde un poco de ánimo. No intento recordar, hay veces que uno prefiere silenciar el alma también, dejar de pensar, dejar de llorar y hacer desaparecer toda preocupación que ocupe el pensamiento.

    Un hombre joven se acerca a la mesa después de un buen rato de fingir que no existimos, pregunta si queremos pedir algo. Las personas de mi mesa sólo me ven. Cuando me decido a hablar, me doy cuenta de que mi boca está sellada, y lo único que puedo hacer es resignarme y negar con la cabeza muy lentamente, mirando al joven con camisa blanca impecable y chaleco negro que lleva varios vasos en una bandeja de plata. El sabe que pasa algo extraño, pero seguramente no quiere problemas.

    Después, cuando quiero pararme, por que el cuerpo está comenzando a
    dolerme, ni mis brazos ni mis piernas responden, es como si no tuviera cuerpo, sólo unos ojos que miran débilmente y unos oídos que captan el sonido de la vida nocturna de un lugar que no conozco y en el que extrañamente, me comienzo a sentir muy bien.

    La gente de mi mesa no aparta la mirada de mi. En otras circunstancias quizá tendría miedo, por que no son personas normales, como tu y yo, tienen algo que les hace parecer deformes, monstruosos, aunque a simple vista no tengan nada fuera de lo normal.

    Son cinco, ahora puedo verlos mejor. Todos visten igual, y no tienen una sola marca en la cara, ni una mancha en las ropas, no sé decir si son hombres o mujeres, o cuántos años tienen. Todos se peinan el cabello hacia atrás y tienen frentes amplias, limpias. Cada uno tiene los ojos de distinto color, y creo que no les he visto parpadear ni una vez.

    Hay una canción que nunca antes escuché, siento cosquilleos en el estómago. Esto es la felicidad, pienso. Me estremezco. Cada vez deseo menos moverme, querer recordar o saber quiénes son los que me rodean.

    Ahora, en la pista, ya casi no cabe la gente. Todos bailan y se abrazan frenéticamente, como esclavos de una música que, pensándolo bien, no suena a nada que conozca. Son himnos, desenfrenados, enloquecidos. Las parejas, extrañamente, no bailan con el mismo o la misma compañera, cambian constantemente, y en conjunto, forman como un círculo, aunque cada quien parezca estar en su propio mundo.

    Miro mejor, todos visten parecido, con colores oscuros. Están sonriendo y exclamando y aplaudiendo, pero sus gestos son un tanto retorcidos, como si al mismo tiempo estuvieran sufriendo. De pronto, todo vuelve a quedar en un silencio tan asfixiante como al principio. Nadie se detiene, ahora sus movimientos son más lentos, y comienzan a deshacerse de sus ropas.

    Los cinco de mi mesa se mueven por primera vez. También comienzan a desvestirse, pero nadie parece tener una pizca de pudor, creo que están disfrutando verdaderamente de esto.
    Miro hacia arriba, me resulta difícil porque únicamente muevo mis ojos, no mi cabeza, y alcanzo a ver una especie de cúpula, y a los lados hay vitrales, pero está oscuro afuera y no distingo bien las figuras.

    Los hombres se forman uno tras otro, muy juntos. Forman un círculo grande rodeando la pista que es circular. Están fornicando. Esto me turba un poco pero sigo sintiendo esa sensación placentera, de completa tranquilidad y lo que hacen no me parece mal.
    Las mujeres están en medio, enredándose como una sopa complicada.

    Sus cuerpos desnudos se retuercen y convulsionan en movimientos sexuales y furiosos. Se acarician unas a otras, lo único que se escucha ahora, como la música anteriormente son gemidos y gritos. Los que estaban en mi mesa mirándome, se unieron al ritual, pero cada vez que les miro me voltean a ver. Adivinan mis pensamientos, me hacen ver esto por algo pero no sé por qué.

    Siento mi cuerpo, pero no puedo verlo. Alguna vez escuché que uno puede sentir una pierna o un brazo aún cuando le han extirpado. ¿Y si mi cuerpo ya no existiera? si todas esas sensaciones fueran sólo producto de mi mente, ¿si era ahora un espíritu consciente de esta realidad, que cada vez era más terrible y atrayente al mismo tiempo?

    Las luces ya no son de colores o blancas, ahora son rojizas. Dan al lugar un aspecto viciado, todo cambia muy rápido. Alguien me está jugando una broma pesada. Las mesas que antes había visto parecidas a las de un bar, ya no están, salvo la mía. Y a lo lejos alcanzo a ver bancas largas, una tras otra, en dos filas, con un pasillo largo al medio.

    Así que estoy en algo así como una iglesia. ¿Pero qué especie de iglesia? ¿Quiénes son ellos? ¿Qué soy yo? Todas estas preguntas asaltan mi mente cada vez más insistentes. Cuando antes había estado en un letargo, tan pacífico y mezclado con esa música que parecía salir de mi corazón, que lo había confundido con la felicidad.

    Ahora ya no me siento tan bien. Ahora quiero saber qué pasa. Creo que estaba drogada, el efecto ya estará pasando. Y quiero moverme.
    Pero nada funciona. Estoy completamente inmóvil y lo que es peor, no siento nada más que sensaciones emocionales, no físicas.

    Ahora todos me miran, no sólo los cinco, que sigo reconociendo por que de alguna manera son distintos a los demás. De hecho, ocupan lugares privilegiados en el grupo. Están en el circulo pero salen y entran ocupándose lo mismo de hombres que de mujeres. Todos están en un estado de éxtasis, sudan, se revuelven, maldicen. Todos al mismo tiempo se unen en un grito espantoso que resuena en mis oídos dejándome sorda.

    Es el momento en que quiero gritar con todas mis fuerzas , estoy demasiado asustada, quiero correr y salir de allí lo más pronto posible. Sus rostros se distorsionan, sus risas parecen gruñidos animales, sus miradas se dirigen a mí pero están perdidas en un lugar que debe ser horroroso.

    Por fin, los hilos que unían mis labios se rompen. Pero mis gritos no pueden escapar. Mi garganta está destrozada, y mi lengua amputada. Lo único que puedo hacer bien es llorar, voy a morir, pienso una y otra vez.

    Siento la sangre correr por mis venas, por fin, puedo mover un poco la cabeza, y miro mis brazos que están atados a mi torso y mis piernas que están dobladas hacia atrás como si yo fuera un paquete comprimido.

    Todos mis huesos están fracturados. No tengo dedos, y estoy desnuda, pero completamente cubierta de sangre. Ya hasta es estúpido preguntarme qué es lo que está pasando, ya no importa, y no me importa seguir viviendo.

    Están exhaustos. Calmados, en un estado similar al que yo me encontraba. Recostados en el piso o unos sobre otros. Algunos se acarician pero amorosamente, y es repugnante. Espero, una, dos horas que me parecen diez, los cinco de mi mesa, que se hacen llamar amos supremos, se acercan de nuevo. Ya no están desnudos ni tienen la ropa blanca de antes, ahora visten túnicas negras.

    Me llevan cargando al altar. Ahora puedo ver todo con claridad, es una iglesia muy grande, en la parte de atrás tienen aquella pista que no es tal, sino un púlpito del horror y la perversión. En la parte del frente todo parece indicar una iglesia católica, pero el Cristo en la cruz está volteado hacia abajo.

    Y el vino no es vino, es sangre, mi sangre.

    Rezan en un idioma que desconozco. Sigo sentada, en la misma posición de antes, todos están sentados mirándome lascivamente. El "sacerdote" que es el más alto e imponente de "los cinco", se inclina ante mí, y comienza a tocar lo poco que queda de mi cuerpo. Ya no siento nada. Todos aplauden.

    Los cinco se forman delante de mi. Beben mi sangre y después, sintiendo tanto dolor que casi ya no percibo, cortan trozos de mi cuerpo para comerlos.

    Cuando terminaron con mi tortura, tuvieron aún la suficiente crueldad para dejarme con vida. Me lanzaron a la mitad de una carretera, pedí con todas mis fuerzas ser arrollada o morir de alguna forma, nada podía ser más terrible de lo que ya había pasado. Pero el primer auto que se encontró conmigo, me recogió.

    Nunca supe donde estuve, en vano encontraron indicios del lugar que más o menos les había descrito. El lugar donde me hallaron no estaba cerca de la iglesia, nada estaba cerca, estoy segura de que era el infierno.

    Vivo, pero ya estoy muerta.
     
    #1
  2. ROSA

    ROSA Invitado

    #2

Comparte esta página