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Los cuentos de Lucas III

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Maroc, 26 de Septiembre de 2024. Respuestas: 0 | Visitas: 156

  1. Maroc

    Maroc Alberto

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    Hombre
    COSAS DE FAMILIA (primera parte).

    Nací el 28 de junio de 1968 en Madrid. El lugar de mi nacimiento fue la maternidad del hospital militar Gómez Ulla, entonces mi familia vivía en las casas militares de la Ermita del Santo, frente a un poblado de chabolas con mayoría de población de etnia gitana, hasta que llegó el desalojo. Tengo que afinar la memoria para recordar estos hechos, era una mañana de sol pero no de verano, llamaron a la puerta con dos golpes secos propinados con los nudillos y el hombre al que mis padres llamaban abogado dijo:
    -No les abráis, que esperen.
    Mi madre miró por la mirilla, eran dos vestidos de gris reglamentario, ("los grises") mi padre les abrió y pasaron a la casa, traían un papel que ensenaron (debía ser la orden de desalojo) y hubo un intercambio de palabras, como vinieron se marcharon. Volvieron al día siguiente y esta vez les acompañaba un militar de aviación, era un coronel con uniforme reglamentario, salió un vecino que también era militar y dijo a viva voz:
    ¡A vosotros os faltan dos cosas; autoridad y cojones por eso habéis tenido que traer a un coronel para desalojar a esta familia de su casa! El grito fue el del vecino del piso que estaba encima del nuestro, la puerta estaba abierta y la frase entró como una llama, los grises agacharon la cabeza y mi madre le dijo al que llamaba abogado (que resulta que luego me enteré que no lo era) que si les podía insultar y el tal abogado dijo que si y mi madre empezó:
    -¡Franco es un basurero y vosotros unos hijos de puta y me cago en Franco y en su puta madre!
    A continuación todos comenzamos a insultarles, menos mi padre que no dijo nada, aquel oficial de aviación parecía muy tranquilo, como si fuera un trámite. Así es como nos desalojaron de la casa, en realidad el piso era del Ministerio de Defensa y se lo había dejado a mi padre por ser militar, nunca pago nada por vivir allí porque era un piso para funcionarios. El bloque de viviendas no era más que un "nido" de militares de aviación, en su mayoría técnicos o profesores que trabajan para los Ministerios de Interior o Defensa que estaban directamente conectados con los servicios digamos "especiales" de Franco donde, por supuesto, iban todos armados y gozaban de las más diversas acreditaciones y "libertades" en cuanto a movimientos y otros asuntos por entonces bajo ferreo control del ojo vigilante de los militares de alta graduación que eran los que de verdad mandaban. El caso es que mi padre ya conocía la fecha del desalojo con mucha antelación y había comprado un piso en la calle San David que es una pequeña bocacalle de Antonio López, era un domicilio estupendo con el suelo de madera, (parqué) dos terrazas, dos cuartos de baño y más habitaciones de las que tenía la casa de la Ermita del Santo y en las que cada uno tenía su cama aunque algunas eran literas; algo más adecuado para una familia de siete miembros.

    Mi hermano Miguel, que era muy dado al buen humor, nos puso a mí y mi hermano Jorge los motes de "Boliche" y "Pistón" y siempre lo utilizaba junto como si tratara de una unidad inseparable pero anteriormente alguien de la familia, que no recuerdo, me había puesto el mote de "Mecos" y por este mote me conocen algunas personas y así me llaman actualmente pero los gitanos me llamaban "El Meco" o "El lacorrillo" (mozo o mozuelo en caló) y la mayoría de ellos desconocen mi nombre verdadero.

    El dinero (pesetas) para la compra de aquel piso lo había ahorrado el "El Viejo" que es como llamábamos a mi padre, dos millones de pesetas de las de la época (1974-1976) a costa de racanear a sus hijos y su esposa cualquier tipo de "excesos", ni regalos de navidad, mi madre tenía que traer los recibos de los alimentos que compraba que eran siempre esenciales y mi padre llevaba una contabilidad al milímetro; nada de dinero para sus hijos y sus momentos de ocio, jamás he sabido lo que era que mi padre me diera dinero no para el ir al cine porque no me daba ni una para una bolsa de pipas, se limitaba a llevarnos al campo los domingos y soltarnos como a cabras y nada más, no supe nunca lo que era recibir ni un solo céntimo por parte de mi padre, la ropa la pasamos de los mayores a los pequeños, nunca tuve ropa nueva, ni zapatos o zapatillas, ni muñecos, ni juguetes, ni tebeos... vivíamos en la escasez más absoluta, una escasez aderezada con malos tratos. En la calle Antonio López, junto a la M-30, vivían un grupo de gitanos y quinquilleros en un solar que habían hecho suyo y al que llamábamos "Los Carromatos", pasados los años volvería a ver a varias de estas personas debido a circunstancias que ahora no "vienen a cuento", me crié con ellos, mejor dicho me crié peleándome con ellos, luego aquel lugar se convirtió en un pequeño punto de venta de heroína cuando estuve trabajando en una bocacalle de la Avenida del Manzanares cuyo nombre no recuerdo descargando camiones con 18 anos, tuvieron que marcharse ante la presión vecinal y debido a las detenciones y el acoso de la policía.

    Cuando era un niño creía que mi padre trabajaba para el Ministerio del Interior, que era un funcionario pero luego me enteré de la verdad aunque con doce años estaba muy mosqueado con aquellos montones de documentos militares que leía y con el material que no tenía nadie y que si estaba en mi casa; latas de Coca-Cola o latas de comida de supervivencia de fabricación norteamericana con la inscripción USAF, (Fuerzas Aereas de los Estados Unidos) poco tiempo después me enteré en lo que trabajaba realmente.

    Mi padre hablaba inglés, francés, italiano, portugués, gallego, castellano y tenía conocimientos avanzados de ruso y árabe por eso lo "ficharon" para mandarlo a una base norteamericana en Houston (Texas). En la base daba clases de inglés a militares venidos de las dictaduras latinoamericanas (Plan Cóndor) y por allí conoció a Bueno su amigo de Miami, nunca supe a que se dedicaba Bueno pero me parecen que de bueno sólo tenía el apellido, el caso es que estuvo cinco años en EEUU, los mismos años en los que se desarrolló parte de la Guerra de Vietnam entre otras cosas. A su regreso de EEUU (1968) me "hizo" a mí y con el tiempo averigüé para quien trabajaba en España, era para el Alto Estado Mayor del Ejército de Tierra en el departamento de mensajes cifrados, muy en conexión con la base norteamericana de Torrejón (donde estuvo destinado algún tiempo) y con el SECED (Servicio Central de Documentación construido por Carrero Blanco; "El Cejas"). En 1974 fue cuando llegó la orden de desalojo y en 1975 nos mudamos.

    Ya sabía muy bien en lo que trabajaba realmente mi padre, también sabía que le tenía mucho miedo y que éramos "rojos", eso lo supe desde muy pequeño y éramos rojos porque mi padre era socialista en la clandestinidad, ese fue uno de los motivos para que le prejubilaran del ejército y el otro tenía que ver con que en España durante la dictadura franquista se formó un ejército enorme que no pudieron mantener porque les costaba demasiado dinero.

    "El Viejo", en la calle, con los vecinos o con sus alumnos solía mostrar un carácter amable y educado e incluso caía bien a muchos pero en casa, en casa era el demonio, nos pego siempre, a todos, desde que tengo memoria, no estoy hablando de un pescozón, un capón o un azote, estoy hablando de palizas salvajes a puntapiés y golpes de todo tipo con todas sus fuerzas, de tacones de sus zapatos marcados en la espalda de mis carnes infantiles, de pasar horas bajo una cama aterrorizado por el miedo, de ver como pegaba a mi madre bofetadas hasta dejarla sorda debido a los golpes, de amenazarle de muerte cuando tenía 15 años y me mandó despedido varios metros de un puñetazo en un parque donde cogí un pedrusco y le reté:
    -¡Si te acercas te mato!
    Fue el año en que le abandono mi madre y me llevo con ella junto con mi hermano Jorge porque éramos menores de edad. Se volvía loco, eran como ataques, no había motivos ni razones, sólo golpes y más golpes y palabras gruesas y ¡claro que los vecinos lo sabían! pero eran otros tiempos, eso ahora se llama violencia de género o violencia en el ámbito familiar, seguramente es una vieja costumbre de las tradiciones cristianas y culturales porque pegar a tus hijos o a tu esposa era una costumbre casi obligada; profesores que te pegaban en la escuela con aquellas varas de sádicos a las que les ponían nombres, qué cabrones, en una ocasión uno me escuchó hablando con un compañero de clase en cuarto de EGB (Educación General Básica) con 9 años y me dió un capón por detrás con un anillo que tenía una piedra enorme engarzada.

    Por lo que he podido averiguar mi padre más o menos engañó a mi madre porque él tenía 37 años cuando se casaron y mi madre 18. Creo que la impresionó con su uniforme militar y además era una persona que había vivido muchas experiencias mientras que mi madre era una aldeana de una casa solitaria perdida entre los bosques de la provincia de Lugo, pues eso, que la engañó y además mi abuelo Jaime la obligó a casarse con "El Viejo" pese a que tenía otros pretendientes. A la semana de casados ya la estaba zurrando, la metió en una pensión de "mala muerte" la noche de bodas y le dió 20 años de mala vida a base de palizas un día si y otro también y sin ver "una gorda"; lo justito para mantenerte una casa y a los hijos pero lo extraño es que "El Viejo" no fumaba, no bebía, no salía de juera, casi no dormía, se pasaba las noches con auriculares puestos escuchado la honda corta, como hablaba varios idiomas y chapurreaba otros oía mucho la BBC, emisoras latinoamericanas, La Pirenaica y una que tenían los independentistas canarios del MPAIAC (Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario) que emitía desde Argel sostenida por el gobierno argelino que entrenaba revolucionarios de todo el mundo, allí estuvo Cubillo y allí fueron los "galosos" del PSOE con la única ETA que quedaba en 1988; los "milis" (ETA militar)*. De dinero, como ya he dicho, nada; mi padre era una persona de lo más rácano, jamás, ni un solo día en mi vida, recibí nada de él, ni un detalle, ni un capricho, ni juguetes, ni mucho menos dinero.

    Mi madre cuando se puso a trabajar nos comenzó a procurar lo algún "lujillo", lo que pudo. Luego cuando mis padres se separaron y "El Viejo" se quedó solo en la casa de la calle San David mi madre nos quiso dar más pero era una mujer sola con cinco hijos a cuestas, trabajando como una "burra", se mató por nosotros y no digo que no me sienta orgulloso de como me he comportado pero me hubiera gustado, personalmente, darle menos disgustos, me hubiera gustado que las cosas hubieran venido dadas de otro modo, sobre todo por ella, pero en la vida no se puede elegir; las curvas del sendero son imprevisibles y como diría Forrest Gump "la vida es una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar".

    Cuando era un niño mi dentadura había quedado estropeada y con un color amarillento, muchas personas de mi generación fueron víctimas de esta consecuencia debida a los tratamientos con tetraciclina que los médicos daban a los niños y que estropeaba la dentadura, el nombre comercial de este principio activo era el de Bristaciclina, ni los laboratorios fabricantes del medicamento ni el Estado Español han pagado o indemnizado en modo alguno a los afectados por una pésima salud pública, nadie fue condenado ni se depuraron responsabilidades pese a que en los estudios clínicos se había constatado que el uso del fármaco deterioraba en grave medida la coloración y la formación de la dentadura. Pasados muchos años un dentista argentino me arreglo la dentadura poniéndome carillas y fundas pero me cobró un pastón.

    Éramos cinco hermanos; cuatro varones y una hembra, todos mayores que yo. Mis hermanos varones se sacudieron muchas veces con "El Viejo", ya no aguantaban más sus golpes con 18 o 20 tacos pero hay que tener muy en cuenta que "El viejo" tuvo siempre una pistola en casa, era una pistolita Star fabricada en Eibar, muy complicada, con 14 balas del 9 corto, (el famoso parabellum) 13 en el cargador y una en la recámara; un juguetito que puede tumbar a un tío de dos metros y más de cien kilos de un solo tiro, si disparas luego tienes que tirar del percutor y del carro para que salga el casquillo y entra otra bala en la recámara y así queda lista para disparar de nuevo, muy engorrosa, ya lo escribí pero lo suficiente para matar en un segundo y además tenía cuatro cajas de 25 proyectiles que iba cambiando de escondite, siempre sabía donde estaba la pistola, a veces en el cajón de los calcetines o en una mesa del despacho bajo llave, le solía quitar las llaves para abrir el cajón de la mesa, que era de metal, porque para abrir los cajones era necesaria una llave.
    Cuanto más se oculta un objeto parece que atrae más, quizá sea por la curiosidad natural del ser humano y sobre todo si eres un niño, con once años ya sabía quitar y poner el seguro, meter y sacar el cargador con el botoncito, tirar del carro, sacar todas las balas de la recámara; sabía usar un arma de fuego, sabía como se agarraba, lo que pesaba, como alinear la mira y como había que cerrar el ojo izquierdo para poner el punto de mira en el objetivo, sólo me quedaba dispararla.

    Recuerdo que parábamos en un puente que cruza el río Manzanares, nunca iba a la escuela porque mis padres no se ocuparon del asunto ni me pedían las notas, (calificaciones) salía de casa a las 8:45 como para ir al colegio y ya estaba la cuadrilla por el barrio, en las zonas verdes del parque de la Arganzuela en verano y en invierno hacíamos fuego en zonas de tierra del mismo parque con un montón de ramas secas de las que habían cortado los jardineros. Aquel puente estaba enmedio de la M-30, cuando tenía semáforos para cruzar el río Manzanares, y era como nuestro "campo base", desde allí partíamos hacia las zonas urbanizadas de la ciudad como una banda de indígenas de esos que se dirigen a conquistar o arrasar tierras vecinas. Del montón de ramas con el fuego salían ratas y las matábamos a pisotones, patadas o con algún palo, en una ocasión le di una patada a una rata pero no se murió ni se había quemado, se quedó como atontada y la metí en una bolsa de plástico y me la llevé a casa, una vez allí la puse en una jaula grande que tenía y donde estuvo un loro preso, el pobre no pasó del primer invierno madrileño. Mi madre se volvió loca y me acosaba para que devolviera a "mi mascota' a la calle, mi padre no hizo ni caso ni a mí ni a la rata, la tuve una semana entre rejas a la pobre, al fin me decidí y la envíe de vuelta a su medio natural; las alcantarillas, me dió un poco de pena porque me caía bien pero la veía angustiada, histérica y sufriendo en aquella jaula, años después aprendería muy bien que no es bueno tener a ningún ser enjaulado. Todas las mañanas antes de ir al "campo base" íbamos a comprar pegamento (Novopren) y pasábamos el día esnifando pegamento, bebiendo cerveza, fumando cigarrillos, haciendo trastadas, robando botellas o botellines de los camiones de reparto... qué sé yo. Una vez me agarró un camionero pero pude zafarme con mucho esfuerzo, me escurrí como una lagartija entre su corpachón pero se quedó con mi camiseta en las manos porque no la llevaba puesta. Hasta la comida me sabía a cola, por la noche aparecía a la hora que me daba la gana; la una, las dos o las tres de la madrugada, siempre intentando evitar al "Viejo", mi madre entonces ya trabajaba, trabajaba mucho, todo el día, hasta muy tarde.

    Ocurrió una mañana soleada, el mayor de los hermanos que estaba estudiando filología inglesa la tuvo con "El Viejo", se liaron a golpes y mi madre lo abandonó. Mi hermana de 17 años ya se había marchado a vivir con un chaval y mi madre lo preparó todo; alquiló un pequeño piso en la calle Tabernillas y nos llevó allí a mí y a mi hermano Jorge porque éramos menores de edad, los dos mayores se quedaron con "El viejo" para compensar pero no aguantaron ni dos meses. Con 14 años durante nuestra "modélica transición" era un adicto al pegamento pero al salir de aquel barrio me salvé de la criba por el momento, que poco dura la alegría en la casa del pobre... vivíamos solos los cinco hermanos en un primer piso pequeño y antiguo con escaleras de madera desgastada parecidas a las que vería con el tiempo muchas veces, era mi tercer domicilio, mi padre vivía solo, en otro piso, en otro barrio. Mi hermana dormía con su novio en una pequeña habitación que estaba justo enfrente de la puerta de entrada, era una estancia minúscula con una cama de 90, una mesita de noche y un armario empotrado, no había nada más, a la izquierda de la puerta de entrada estaba la habitación que fue transformada en un pequeño salón con un sofá diminuto, un televisor y una mesa baja y rectangular en el centro, al fondo a la derecha de la entrada se encontraba el dormitorio que compartían mis dos hermanos mayores en una litera con camas de 90 y, por supuesto, allí estaba el primer tocadiscos estero que tuvimos porque el anterior era una pequeña caja donde sólo se podían escuchar sencillos (singles), al fondo de la casa estaba la cocina y dentro de la cocina había dos pequeñas habitaciones; una que se utilizó como despensa y otra muy pequeña que tenía una taza de váter porque la bañera y el lavabo estaban en otra habitación. En este piso conocí a Joaquín Sabina que vivía en el cuarto y por las noches tocaba en "La Mandrágora" con Alberto Pérez y Javier Krahe.

    Bueno, hasta aquí hemos llegao por ahora y en otros capítulos tendremos nuevas historias sobre mi familia y sobre las casas en las que he vivido que son más de quince.

    *ETA-político militar cesó su actividad armada ese mismo año.


     
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    Última modificación: 27 de Septiembre de 2024

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