Los espantapájaros

Los espantapájaros

Una tarde bajé por el camino de la fuente y encontré una familia de espantapájaros en la cerca que hay a un lado del camino. Parecían felices, la ropa era nueva, uno de ellos me dijo que era eso, pero que de todas formas no estaba conforme. Después seguí paseando por el prado.

La noche de verano es tan oscura como un ascua de carbón.

Todo se acaba con el calor, quedan sólo las farolas con su luz mortecina en las calles del pueblo… y los perros que están despiertos, y también despiertos los espantapájaros, contemplan el paso de la Tierra, el fin del mundo de los hombres.

El resto de los seres han muerto, sólo los pájaros sobreviven en su espacio de aire, ajenos a todo y a las culebras. Por la noche el cielo está muy cerca, el calor se confunde con el calor de la tierra

Esos muñecos de trapo odian a los hombres y de noche les odian y les matan, no es bueno pasar cerca de ellos a la luz de esas farolas, están más vacíos que un amanecer sin amor. Pero como la noche se les come queda sólo el diablo danzando con sus pies maravillosos de fuego.

Y los perros que están llorando.

Huele a ceniza, pero no es de aquí, es acaso de la luna o del otro día. Parece una niña gitana que se haya quedado al final de un largo viaje o de una bella historia, es eso, son los carros de los gitanos, la fragua donde calentaban el bronce.

Algunos días el sol parece un cántaro de luz. Los espantapájaros se ponen a arder al mediodía y corren a la fuente para matar el fuego, dicen que sólo hablan con los árboles porque son amigos suyos. El viento vespertino apaga la tarde y después su reino, se les ve cavilando como palomas con un candil, la luz de la bujía sobre el hueco del corazón.

Yo les dije algo aquella tarde y después me alejé oyendo las voces que flotaban a la altura de los cuerpos, todo el sol inundando mi cara. Pasé por la fuente y recordé si eran ellos, pero la voz no llegó ya al camino.

En verano sólo viven ellos y acaso el agua del río.

Yo les dije que la mejor forma de curar eso era la calle de putas de la ciudad vecina y ellos vinieron contándome la historia.

Los espantapájaros engordan en verano. Pero había muchos y elegantes, estaban de espaldas al sol y su mirada oblicua llegaba a la fuente donde el agua, el sonido del agua de los caños les hacía burla porque se trataba de un ser diferente y cuadrado.

Otro día les pregunté sobre aquello y salieron unas sopas blandas y dulces de su boca, ni una sola palabra, alguien dijo más tarde que había encontrado el amor de su vida.

Por la tarde los muchachos lánguidos bajan al puente del río y el horizonte de poniente se dilata, recoge toda la tierra hacia las montañas. La noche llega cuando ya todos han abandonado.

Era su ropa, el color de su ropa lo que quedó por la tarde en el aire sobre la tierra después de aquel aguacero.

 

Me agradaron mucho las descripciones y sobre todo la fluidez con la que se puede leer tu prosa.
Saludos,
fue un gusto pasar por tus letras.

 

Muy agradecido por vuestra visita. Un saludo.