los hijos del sol. continuación

Los hijos del sol. Segunda parte.​

Y el dios de la luna me dijo:

- ¿Has tenido la sensación de que las cosas que estas haciendo no son suficientes?-
No supe que responderle. Era cierto que me sentía inválido al no poder ayudar a mi raza.
-¿No te parece evidente lo que debes hacer ahora?-
Más que una pregunta me pareció una orden. Estaba decidido a morir realizando la mayor afrenta jamás realizada.
Tomé mi macahuitl y mi piel de jaguar. Ahora era uno mi furia y yo.

Sin más decidí salir a acabar con todos ellos, con esos sucios invasores. Me acerqué al que estaba próximo a la puerta principal del palacio de nuestro recién fallecido emperador y con un golpe mío cayó fulminado, un segundo hombre esperaba al lado opuesto y tuvo el mismo destino.

Enfurecido un tercero llegó a toda velocidad y enterró su espada en mi pecho. Inmediatamente estaba yaciendo sobre el piso en un charco de sangre con el corazón partido en dos. Mis ojos desvalidos miraron hacia el cielo en busca de alivio y lo único que vieron fue nuevamente una espada, la que partió por la mitad mi cabeza. Así fue mi triste final, así se acabo mi mundo.

Los hijos del sol. Ultima parte.​

Mi mundo había llegado a su fin; pero no el de los demás. La prematura partida de este humilde ser sirvió de inspiración para mis demás hermanos que en ese momento presenciaron mis acciones. Todos unidos atacaron y todos unidos vencieron; no en un día o dos, se necesitaron siglos de sangrientas luchas en las que al final nuestra voluntad se impuso sobre la quimérica hospitalidad de los insólitos visitantes. Tal vez no estuve ahí para festejarlo, pero me queda un valioso conocimiento: no hay rival invencible, ni siquiera los hijos de Dios.