Los hombres que caen de pie

Los hombres que caen de pie

Ves una luz, enfrente de ti, es una luz que jamás se ha emitido desde los 9 meses de tu existencia.
Sin saber que lo que te acompañará para siempre, sientes unas manos tocándote,
de repente ¡pup! te caes, escuchas gritos y lloriqueos, tú solo haces lo que un bebé siempre hace.
Soñar. Dejaste de ver aquella luz, pero ahora escuchas la voz de una hermosa mujer que parece estar contigo siempre.
Te alimenta. Te amamanta. No sabes lo que es el amor, pero si supieras, sabrías que no es más que una simple luz ahora.

Creces seis años, aún no has vuelto a ver esa luz. Tu mamá murió cuando trató de salvarte en un secuestro.
Lamentablemente, ahora ya no sientes nada, así como no ves nada, crees que lo perdiste todo, tu cabeza lucha
para saber lo que está pasando, pero sigues en ese limbo de vida que se va haciendo más pequeño.

Al sentirte tan solo y con las voces en tu cabeza, que indican un trauma, decides dejar de escuchar de igual manera.
No tienes gran razón para hacerlo, pero a la misma vez eso lo amerita, sin escuchar nada, ves que fuiste tonto,
pues tus pensamientos seguían retumbando en lo más profundo de tu mente, sin poder salir de ese limbo cada vez
más estrecho.

Pasan años y ahora eres un joven de 14 años, te has visto tanto a ti que ya ni siquiera sabes quién eres,
aun así te tocas bastante el cuerpo, aunque no estés en la ducha. Tú sabes que algo te mantiene,
y eso es tu propio cuerpo, así que a veces sales de él para relucirlo. Lo malo de salir de tu cuerpo
es que, como un sueño ajeno, no sientes ni comprendes nada de lo que sucede, así que...
Sigues mirando el limbo retorciéndose en su punto más pequeño.

Ahora cantas, lloras y brillas más que nunca, aunque no te estés escuchando, sientes cómo arde tu garganta,
sientes cómo las gotas se derrumban fácilmente de tu rostro, sientes el dolor, tanto que sabes que estás afuera.
Y solo necesitas esperar y luchar para trascender tus tierras en sueño. Pero sabes que el dolor deja de ser dolor
cuando se lo acepta, sabes que ninguna memoria en tu mente será diferente a la oscuridad, que los destellos de luz
son tan impacientes como su propio nombre, crees meterte en textos, palabras, por ende sabes que lo malo
siempre va a existir, y tú tienes una inconsistencia, y tentación en caer en él, aunque ya no sepas de dónde renacer,
sigues cayendo y no sabiendo hasta cuándo. El limbo ya dejó de ser algo en lo que se huye, empezó a ser algo
intrínseco que ya no te deja vivir sin él, el limbo forma parte de tu trauma, la trauma forma parte de ti.

Y lo peor de todo, es eso, lo malo absoluto, el vacío en el caos, las paradojas proféticas lo hacen,
una y otra vez de nuevo.

Tienes 81 años, decidiste seguir todo este tiempo el paso de tu individualidad, a veces corriendo, otras veces
aferrándote, pero por fin sientes ahora que todo se está liberando, estás a ese pequeño paso de dar para morir.
¿QUÉ HACES? ¿Correrás o te aferrarás? Confía en tu individualidad, de un momento a otro tus ojos comienzan a iluminar
la luz final, un espejismo de la luz primera. Te sientes a salvo junto a ese espejismo, la cara de los limbos,
tú un hombre a punto de morir a pie, ¿qué vas a hacer?, ¿te lanzarás al lado del espejo contrario?
TIRAS TODA TU ALMA, TU CUERPO SE AFERRA, CAES AL SIN TEJIDO TIEMPO, A UNA LONGITUD QUE TE DIVIDE EN LO IMPOSIBLE.
CLONÁNDOTE A MÚLTIPLES UNIVERSOS, NACERÁS INFINITAMENTE, UN BUCLE DE LIMBO, UNA SONRISA, EN LOS HOMBRES,
CAYENDO DE PIE, PARA NACER, DE 0.