Los inicios

Los inicios

Eso es todo. Como dijiste: “Acogedor”

Lo suficiente, como para alejarte de lo que ya conoces, y adentrarte en lo que al parecer, es un oasis de sentimentalismo. La mueca no será útil bajo las localidades, aquí rebota el viento contra el pelo y las mejillas. Con la bofetada simple y seca de una mujer que dijo “adiós”
.
Admiro la valentía, y envidio la mano fría que aquel desdichado llegó a tocarle. Justo, con la angustia de no saber a qué piel le correspondió. Y vaya, no pensaré mas allá de lo permitido, que hasta susurro, que el beso era seco y sin amor.

Atrás de mi, de mis notas, de las letras que marcan la muralla, atrás de mi la soledad y la calma, de un cigarro sin su voz. En pos de mis oídos, suenan ecos, y no ríes. Pero frente a mis pupilas, escapa una caricia al cuello, un misterio, y con aplomo eres brisa.

Tal vez nacimos paralelos. Con semillas de enredadera que germinan entre llantos y vaho de dulzura. Tal vez nacimos distantes, y nos vemos con posibilidad de principiantes. ¿O es que soy yo, el único que sabe rozar la fantasía?

Entonces, como flor famélica, esperare al fantasma de tu boca. Y me calmaré con el diluido sueño de tenerte aprisionada, cerca de mis cordilleras que son belfos, cerros empapados.

Y si por descuido llegas tras la malla, protectora de mis ojos, no saldrás con la facilidad, que antes, te era permitida. Esa permisividad que no cualquier doncella goza.

Trota el núcleo del perfume que transportas. Y la voz crea espacios que jamás conoceré, que jamás provocaras. Pero solo mírale, con la firma en un vistazo, con los pies descalzos y las plantas quemadas. Con los remos de mimo, que te piden un abrazo.

Pero no una cotidianidad, un ademán de equilibrio. Que no tenga prisa.

Acogedor. Como lo has pensado: “Eso es todo”

Alan Sink