Los malos pensamientos atraen las desgracias...

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Los malos pensamientos atraen las desgracias...

Nunca he sido supersticiosa - sin embargo, siempre ha estado presente en mi vida un cierto presentimiento de que si pienso en algo malo que podría sucederme a mí o a mis seres queridos a los que quisiera poder proteger de cualquier mal que les pueda ocurrir - eso podría ser causa de la desgracia, tan sólo por preocuparme demasiado por que algo malo nos pase... Yo no sé por qué tengo ese presentimiento - pero procuro siempre no pensar en tragedias y tomar todas las precauciones en todo lo que hago, y hacer todo lo que está en mi poder para evitar lo que me preocupa tanto, lo que tanto temo. Sin embargo, eso no basta porque no me tranquiliza el no pensar en las desgracias por temor a que sucedan, atraídas por el pensamiento; por el mismo temor - como si el destino fuera un monstruo al que le gusta hacernos ese tipo de jugadas - pues, si no queremos que algo ocurra, es justo lo que ocurre, y cuando deseamos algo - nunca sucede lo deseado sino siempre lo contrario... Es como si estuviéramos desafiando el destino con nuestros temores, con nuestros pensamientos - por eso, yo trato de evitar las preocupaciones y cuando empiezo a pensar en lo que puede pasar y que no quiero que pase - intento sacármelo de la cabeza tan pronto que aparezca semejante pensamiento oscuro - intento pensar en otras cosas, en cosas agradables, para no pensar en lo mala que es a veces la vida de uno - ¡pero eso no funciona! No funciona porque a pesar de mis intentos de escapar de esos ''malos pensamientos'' que inundan mi pobre mente como un diluvio de presagios que me dan escalofrío - aún así, yo no me puedo tranquilizar y siempre pienso en lo peor, quizás porque reconozco que hay que analizar bien la situación, tomando en cuenta tanto el lado bueno, como el lado oscuro de las cosas, simplemente para estar preparado, para poder prevenir cualquier cosa que no queremos que suceda. No lo sé. Pero me preocupo - y me preocupo mucho más por el bienestar de mis seres queridos que por el mío. Me preocupo veinticuatro horas por día, siete días por semana, cuatro semanas por mes y doce meses por año... Me preocupo todo el tiempo. Particularmente cuando no estoy en el mismo lugar y por la distancia no puedo hacer nada si de pronto surge algún problema - pero preferiría ser yo la víctima de la mala suerte una y mil veces, antes que ver sufrir a quien amo, a quien me importa. Prefiero que todo el mal caiga sobre mi cabeza y que el otro ser humano esté bien y feliz... Prefiero morir, si es preciso, porque mi propia vida no vale nada para conservarla frente un peligro el que puede correr otro ser vivo... No dudaría en arriesgarme, si fuera preciso, para salvar la vida ajena, si estuviera en mi alcance hacer eso, a cualquier precio, y más aún si se tratase de alguien que yo ame y no soportaría que sufra - aunque generalmente no soporto que nadie tenga que sufrir, pues me duele el dolor ajeno mucho más que el propio... Pero realmente no me puedo imaginar siquiera que algo le pase a mis seres queridos sin que yo pueda evitarlo - o por al menos minimalizar las consecuencias de lo ya ocurrido y servir de algo una vez en mi vida...

Porque muchas veces me siento como una inútil la cual existe sin derecho alguno, tan sólo robando el aire puro y el oxígeno a los demás; me siento un estorbo y una basura del ser humano... La que no vale nada - o por lo menos, así parece... Así me siento y aunque no odio a mí misma, al contrario, me amo y me valoro - pero cuando me pongo a pensar intensamente, profundamente, en el sentido y propósito de mi existencia - y de la existencia en lo general - entonces, surge el problema del valor de la vida de uno y de la mía, por supuesto. Y entonces, me doy cuenta de que en realidad mi propia vida no vale tanto, después de todo. Yo no valgo nada. Si el valor de un ser humano se mide con lo mucho (o lo poco) que uno tiene para ofrecer como la persona que es, entonces yo soy algo peor que una mosca o un gusanito insignificante - pues, lo único que yo puedo ofrecerle al mundo, es el amor que siento hacia la creación; el amor que es el único motor de mi existencia - es lo que da el sentido a lo que sin amor no valdría la pena, de verdad... Yo puedo ser estúpida, gorda, fea, pobre, hasta puedo aparentar orgullosa, antipática - pero en el fondo yo jamás permitiría que a alguien le suceda algo malo - y si no pudiera impedirlo, me acusaría y me culparía por eso por el resto de mis días, aunque no sea en realidad culpa mía... Porque en el fondo, yo no deseo mal a nadie, ni siquiera al enemigo. Al enemigo, no lo odio; le compadezco - mientras que al amigo, lo quiero - y al resto del mundo, a los desconocidos, no puedo decir que me son indiferentes porque no sería cierto eso; a la gente desconocida, ni cercana, ni lejana - ni la odio, ni la amo, pero igual le deseo tan sólo el bien e igual, me duele su sufrimiento, y si viera que alguien está necesitando ayuda, yo haría todo que se puede hacer para ayudar a la persona; claro que no perdería la oportunidad de serle útil a alguien, sea quien fuere, y de hacer el bien. Y eso sí, yo no tengo alma de santa; no tengo la vocación de sacrificio. No tengo la suficiente paciencia ni nada de esas cosas. Al contrario, me gusta cuidar tanto de los intereses ajenos, como de mis propios. Me gusta la tranquilidad y no me gusta asumir grandes responsabilidades; es más, ni siquiera me siento capaz de hacer eso. Yo soy apenas una simple mortal llena de defectos y desventajas, muy lejos de la perfección y más cerca a un ser humano; débil y errante como un ser humano, aunque quizás no sea la peor de los seres humanos en la tierra - pero de todos modos, creo que hasta ahora no he hecho nada para merecerme la vida; no he hecho nada para merecer vivir, existir. Lo único que hice, fue venir al mundo y sufrir desprecio constante y odio, y envidia ajena, como si ya fuese un gran delito haber nacido, simplemente. Pero ni siquiera eso me da derecho de reclamarle absolutamente nada a la vida, ni siquiera por eso yo me merezco estar viva, para no hablar de gozar de las cosas buenas en la vida sin haber hecho nada para ser digna de eso... Nada. Y si no fuera por ese amor que me da motivación para seguir adelante, que me permite de alguna manera soportar la realidad tan dura en la que me ahogo, en la que me pierdo diariamente - si no fuera por ese amor que es mi única razón de existir - yo creo que ya hace tiempo que me habría dado por vencida, pues mi vida no tendría ningún sentido... Es el amor del que nace toda esperanza; juntos el amor y la esperanza constituyen la única fe que yo profeso.






[17/10/2013]

 

Eso es falso jajaja.,

 

¿Qué? Perdón, no le entiendo, ¿qué es falso?

 

Quizás tengas razón amiga querida,
por eso es necesario pensar positivamente
para que la alegría nos habite
y nuestro sino vaya derecho al amor y la felicidad.
Un beso, te dejo reputación.

 

Gracias, amigo querido. ¿Cómo le va? No lo había visto por aquí por mucho tiempo. ¿Todo está bien?

Muchas gracias por el comentario y la reputación. Saludos cordiales. Hasta luego.

A.B.