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Los tesoros de Pancho Villa

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por juana rivera medina, 24 de Julio de 2011. Respuestas: 4 | Visitas: 1842

  1. juana rivera medina

    juana rivera medina Poeta fiel al portal

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    En sus andares por el país, mi abuelo fue agarrado por la leva y se hizo pelón, militar pues, más a fuerzas que por convicción.
    -En menos que canta un gallo-nos platicaba – ya estaba yo rapado, uniformado y a las ordenes de un cabo, tan o más indio que yo. No pasó mucho antes de entrar en batalla contra la gente de mi General Villa-sonreía recordando-Nos pusieron una buena aporreada y los pelones que pudieron salieron corriendo sin ver siquiera para donde.
    Me vi en medio de la balacera y con un balazo que me atravesó el brazo-nos muestra la cicatriz en el brazo izquierdo- No lo pensé mucho y me quité el uniforme, me quede en calzones-esos calzones largos de manta- y me tiré entre los caídos.
    Cuando los villistas se acercaron me quejé un poco y me removí para que me vieran. De tal suerte que me tomaron como uno de sus heridos y me llevaron al campamento donde me curaron.
    Así pasé a formar parte de las fuerzas de mi General Villa-decía con gran respeto.
    -Y es cierto que Villa tenía muchos entierros de oros abuelo-preguntábamos emocionados.
    -Si, pero los enterraba con guardia para que no los sacaran tan fácil.
    -¿Cómo con guardia abuelito?- nos extrañábamos.
    -Fíjense que yo me di cuanta que de vez en vez salían grupos grandes cargando costales, o maletas, o baúles en burros. Al día siguiente volvían menos hombres, sin la carga y sin los burros.
    Me entró la curiosidad y una de esas noches seguí al grupo por más de tres horas hasta llegar a un sitio cercano a los cerros. Ahí pude ver como los mandamás del grupo ponían a los otros a escarbar un hoyo grande, muy grande y profundo. La tierra era blanda, así que no les llevó más de tres o cuatro horas a los pelados-seis, según contó.
    -Ora si-dijo uno de los jefecillos-metan los costales-Los hombres cargaron los pesados costales y los dejaron caer en el hoyo-Ora métanse ustedes-los infelices hombres los miraron asustados, aterrorizados más bien, adivinando el negro destino que les esperaba.
    Se quedaron paralizados mientras los de a caballo les apuntaban con sus armas.-Métanse al hoyo-tronó el que llevaba la voz cantante, mientras con los caballos los empujaban hasta hacerlos caer en la oscura profundidad que ellos mismos habían cavado.
    Los gritos de terror se mezclaron con los ayes de dolor de los hombres que al caer, el que menos se había fracturado un hueso.
    Mi abuelo estaba paralizado por la sorpresa y el miedo. Solo se quedó ahí mientras los hombres gritaban y maldecían, mientras disparaban sus armas al aire.
    Los que estaban en el hoyo gritaban de dolor y de miedo, así durante mucho tiempo.
    Casi amaneciendo y ya cansados los hombres armados dispararon hacia los heridos cuyos gritos se renovaron. Contaba mi abuelo, que si alguien tenía la suerte de hallar los entierros, al destapar el hoyo, todos los gritos y maldiciones, los balazos y los ruidos los asustaban, así como los difuntitos que servían de guardianes al oro. Además, que muchos morían por los vapores del oro, ya que al destaparlo asomaban su cabeza para ver lo que había y se envenenaban, o quedaban temblorosos de por vida-alguna enfermedad nerviosa-así que pocos eran los que disfrutaban hallar un entierro-solo los precavidos- señalaba mi abuelo.
    Los villistas taparon el hoyo y se fueron hacia el campamento.- así que por eso ya no volvían todos-pensó mi abuelo-y una vez que se sintió seguro, salió de su escondite y puso varias piedras sobre el hoyo recién tapado pensando volver por el entierro en cuanto tuviera la oportunidad.
    Regresó al campamento sin que nadie se diera cuenta.
    Pasaron los días sin que hubiera movimiento y ya mi abuelo pensaba en desaparecer para ir por el oro y escaparse para su tierra. Pero el destino le tenía deparada una sorpresa.
    -¡venada!-le gritó un capitancillo, usando el apodo que hacía alusión a su nombre y celebraba su rapidez al correr entre las balas en el campo de batalla.
    [FONT=Arial]-Diga mi capitán-se le cuadró-para que soy bueno.
    [FONT=Arial]-Esta noche quiero que nos acompañes a hacer un trabajito-mi abuelo se tensó. El recuerdo de la noche de horror que presenció acudió a su memoria y apenas pudo evitar el temblor que amenazaba sus rodillas.-No lleves armas, no las necesitarás.-Si hubiera tenido alguna duda aquella ultima petición del capitán la disolvió. Iban a matarlo.
    [FONT=Arial]-Como ordene mi capitán.-saludó con respeto y se alejó hacia las lumbradas donde ya las mujeres preparaban la cena-mi última cena –pensó. Pero ya su mente trabajaba veloz sopesando posibilidades.
    [FONT=Arial]Cenó un pedazo de carne y algunos frijoles acompañados por un buen vaso de café negro y bien cargado,-sin piquete.- Había que estar bien listo si quería salvar su vida.
    [FONT=Arial]Caía la noche cuando salieron del campamento, seis a pie, entre los que iba mi abuelo y cuatro a caballo, incluyendo al capitán que lo había invitado.
    [FONT=Arial]-Nos van a clarear –les dijo mi abuelo a sus compañeros en un susurro.
    [FONT=Arial]-No, por qué-dijo uno de ellos-si no hemos hecho nada.
    [FONT=Arial]-Van a enterrar oro, y seremos los guardianes-mi abuelo volteaba a ver a sus verdugos que avanzaban unos metros detrás de ellos-Yo no sé ustedes, pero yo me voy a pelar en la primera chanza.
    [FONT=Arial]La inquietud hizo presa de los infelices y se mostraron nerviosos. El capitán pareció oler el miedo.
    [FONT=Arial]-¿Qué pasa venada?
    [FONT=Arial]-Nada mi capitán. ¿Falta mucho para llegar a?…-preguntó mi abuelo con intención.
    [FONT=Arial]-¡Adonde sea!- tronó el hombre-sigan caminando.
    [FONT=Arial]Fue entonces que al rodear un cerrito, les cayeron encima una veintena de federales.
    [FONT=Arial]-Alto… identifíquese-los de a caballo intentaron repeler el ataque pero fueron acribillados sin más ni más.
    [FONT=Arial]Los condenados levantaron los brazos y al ser interrogados, mi abuelo se identificó.
    [FONT=Arial]-Mi nombre es Venancio Medina y soy soldado raso. Fui capturado por los alzados y ahora mismo me llevaban a clarear.
    [FONT=Arial]El que iba al mando lo miró receloso-¿A que órdenes estaba Medina?
    [FONT=Arial]-Yo lo conozco-dijo un joven soldado-lo creímos muerto cuando nos atacaron en el cerro Grande.
    [FONT=Arial]Así mi abuelo volvió a las filas de los militares, aunque no por mucho tiempo.[/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
    #1
  2. Susana del Rosal

    Susana del Rosal Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Muy buena narrativa. Disfruté la lectura.
     
    #2
  3. juana rivera medina

    juana rivera medina Poeta fiel al portal

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    Y yo tu visita amiga. Un placer conocerte Susana y recibir tu comentario.Te mando un cariñoso abrazo desde mi México lindo y querido
     
    #3
  4. mujerbonita

    mujerbonita Poeta que no puede vivir sin el portal

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    Hola
    he visitado tu sitio,
    y encontré este relato.
    es fantástico.
    Además el Centauro del Norte
    nació en mi tierra.
    Grato leerte
    Saludos y estrellas
    ¡SONRIE
     
    #4
  5. juana rivera medina

    juana rivera medina Poeta fiel al portal

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    Mi abuelo materno peleó en sus filas por varios años y nos contaba historias de ello. Todo un personaje Don Pancho, que queriendo tanto a Chihuahua, fué enterrado el Hidalgo del Parral.
    Tuvimos la suerte de conocer parte de nuestra historia contada por alguien que la vivió y no solo por los libros.
    Un gusto tenerte por aquí, te dejo mi cariño y un abrazo bien norteño
     
    #5

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