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Margarita

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por MiguelEsteban, 2 de Enero de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 447

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  1. MiguelEsteban

    MiguelEsteban ÚNICO

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    Género:
    Hombre
    Mientras la casa reluce con el cuchillo dorado de la piedra caliza,
    bañado por la mantequilla del sol en un cuarto donde se respira diáfana soledad
    tomada a tragos cual vaso de melancolía con cubitos de hielo.
    De las ventanas que vieron nacer los pinos, viñas y encinas solo quedan,
    maderas agotadas por el enviste del tiempo y heladas y carcomas angostas,
    en la oscuridad de la recamara se desliza vertical por las paredes una pequeña lagartija amarilla por nombre salamanquesa la llamaron. Donde hasta la araña más famélica se siente sola encendí mi mechero de gasolina y prendí mi cigarro.
    Pareciendo que hasta los animales más simples huyeron de aquella habitación como corriendo de la muerte dejando al yeso de la pared caer agotado, de repente un murciélago
    pasa de ser una sombra a asustarse y volar fuera de su trozo de techo de almohada,
    ni que hubieses visto un fantasma le dije pero al rato me di cuenta que no hablaba.
    Era extraño pero en aquel lugar con el aire que chirriaba cual yunque afilándose con tres alambres por la ventana, rota de la habitación posterior de la recamara parecía ser yo el único superviviente a una pandemia y mi cigarro la burla a la guadaña oscura de la parca vestida de traje de flamenca.
    En la pared se observaban marcas verticales tachadas como si alguien hubiese estado contando sus días en aquel lugar.
    Tampoco me puse a darle significado de repente se cerró aquella puerta, corriente del viento pensé, pero no pude volver a abrirla tras ella se escucharon unos pasos y alli quedé encerrado con la compañía del cigarro, la lagartija y el murciélago, haciendo marcas en la pared con una navaja de albacete esperando que se abriese aquella puerta para clavarsela en el cuello a mi captor llegó ese día pero tras la puerta vi una mujer bellísima que se asustó más que yo al verme me dijo que qué hacía allí, y que esa puerta se atrancaba por el yeso caído de la pared, le pregunté por las marcas y me respondió que en sus buenos tiempos eran medidas de buenas cosechas.
    La chica llevaba años sin ver un hombre y notaba ese brillo en sus ojitos al hablarme,
    tras una conversación de qué habia visto por el mundo habitado lentamente acercó su boca a la mía para besarnos y acabamos acostándonos al calor de nuestros cuerpos y una hoguera en el hornillo de piedra. Margarita se llamaba aquella chica me quedé con ella a vivir en aquel lugar.


    El Castellano
     
    #1
    Última modificación: 2 de Enero de 2012
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