Más allá del pensamiento

Un soplo de brisa perturbadora llegó al rostro de Claudio al conocer la noticia de la muerte de don Nacho en el amanecer. Llevando ambas manos a las sienes sólo espetó una frase:

-¿Y quién me va a pagar los doscientos pesos de la mercancía que le acredité?-

El corazón del anciano no resistió y quedó en la postura serena de un durmiente.

Claudio con curiosidad fue hasta la residencia del senil y muchos vecinos con rostros compungidos daban aliento a la viuda desconsolada. Viendo que nadie controlaba el paso, llegó hasta la habitación. Aún el cuerpo estaba ahí. Lo miró por largo rato y una sola disyuntiva giraba en la mente. La misma que pronunció cuando le llegó la noticia.

Con el rostro sereno pero preocupado salió de la casa y caminó hasta la pulpería. Todo desanimado no quería ni atender a unos clientes que esperaban abriera las puertas para comprar bastimentos. Al final accedió para lograr recomponer el ánimo y los pensamientos.

Ahí estuvo hasta el mediodía y del asunto, no pronunció palabra alguna. Lamentaba la muerte y la partida inesperada de don Nacho. Recordó pasajes de sus encuentros y conocía a plenitud la calidad honorable del fallecido. Las tertulias siempre fueron interesantes sobre todo por las experiencias vividas a lo largo de sus años.

Don Nacho estaba jubilado. Por mucho tiempo ejerció labores contables en la administración pública y era muy respetado por el esmero en el manejo de los distintos estamentos donde se desenvolvió. En casa era metódico y muy amante de la pulcritud y limpieza. La vestimenta era aseada e impecable rematada por el sombrero europeo ala corta. Algo que lo caracterizaba.

El entierro fue emotivo y muchos pobladores acompañaron los restos mortales hasta el camposanto. Aún a pesar de la pertinaz lluvia de esa tarde, nadie abandonó el compromiso.

Transcurridos quince días del suceso y cumplidos los actos del novenario, una mañana llegó a la pulpería el hijo mayor de don Nacho. El comerciante reavivó el compromiso pendiente.

-Buen día Claudio-

-Buen día Miguel. ¿En qué puedo ayudarlo?-

-Claudio. Sé que mi papá tiene una deuda contigo de doscientos pesos y vine a pagarte-

 

Queda un prendido con tu narrativa poeta, interesante y emotiva historia, gracias por el placer de la lectura. Felicitaciones mi amigo.

 

Gracias por tu presencia con gentiles conceptos hacia mi trabajo. Envío un cálido y afectuoso saludo.

 

Excelente narración Joblam, se puede vivir la historia entre tus letras, mantienes el hilo conductor con expectativa. Un buen ejemplo de los valores universales y el compromiso adquirido pues si bien don Nacho era honrado y cumplidor lego su virtud al hijo Miguel quien bien pudo hacerse el desinformado y desentenderse de la deuda.
Un placer disfrutar esta lectura agradable en su discurso y contenido. Saludos

 

Haces un buen planteamiento pero los valores morales sembrados dan buen fruto y al final, el resultado es alentador. Gracias por los amables conceptos hacia mi trabajo y celebro que sea de tu agrado. Saludos cordiales.

 

Joblam, muy realista tu historia, y sobre todo deja una bonita enseñanza de la honestidad del hijo del difunto. Felicito tus letras y te dejo mi cordial saludo.

 

Buena narrativa la que acabo de leer, y con un final justo que dice mucho de las buenas personas.
Encantado de leerlo, compañero.
Un saludo.