Masoquista

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¿Te acuerdas? ¿Puedes recordarlo? ¿Lo recuerdas? ¿Qué recuerdas?

Todo a mi alrededor era triste, sin embargo. Aun así me ponía esas máscaras, porque todo parecía ir bien. Nunca debí dejar que me vieras el rostro, este cadavérico rostro amargado, estos deteriorados ojos castaños que pretenden ser cálidos cuándo no hay ni una menudencia de aura ígnea.

La Luna hoy no está en su fase correcta.

Siéntome pajarillo enjaulado en una lata. La opresión de mi alma, incluso las cadenas con las que sello a mi reflejo en el espejo... Quiero liberarme de todo, mas en esta pequeña caja en la que me encuentro a voluntad limitada hace que uno esté completo cuando no hay nada.
Mi alma muere de desesperación y al mismo tiempo nota el impulso de seguir e intentar encontrar unos bríos de tenue luz que acrisole su cuerpo y lo lleve al Edén.
Me encuentro tan a gusto en mitad de esta agonía que me hace falta algo con más ímpetu para elevarme absolutamente a las divinas cumbres.

Y quiero más y más... Las voces de tentación que me llevan a querer encontrarme con tus palabrerías, sean cuales sean, crueles, dulces, indiferentes, tus despiadados actos... Adoro cuando atormentas hasta a mi sombra, cuando mi patético espíritu deplora de sobremanera lo miserable que sabe que es. Incluso cuando me ignoras.

Toma posesión de tus actos Araziel, seduciéndome con tus quebrantadas alas grises; nos guían Nisroch y Kenel en este paraíso falso impuesto por el pecado insano de este ilícito amor.
Esa necesidad de desgarrarnos la piel fue inculcada por Glasya-Labolas, mutuamente, como las serpientes en blanco y negro, el oleaje impactando contra el escarpado acantilado impulsado por el devastador viento.

Una loba con las patas fracturadas que siempre volverá con su amo, al que teme y respeta. Todavía debo esperar, ¿cuánto? ¿sólo un par de soles? La eternidad misma, la impaciencia consume mi cuerpo.

Quiero sentir que me abrazas y en segundos me estrangulas de una forma sutil y elegante.

Rememora: ¿Quiere abrazarme? ¿Quiere matarme?