Matrimonio.

Te amo, pero no reinaré, en esta Humanidad.
Todo es aleatorio y mi empresa puede sucumbir.
Yo no quiero fracasar.
Casémonos tú y yo, y nuestros hijos serán consuelo.


Como el ungüento de Fierabrás lo fue para don Quijote, después de sus andanzas y aventuras.


¿ Qué más da mi corona o primogenitura ?
Si puedo claudicar, ante el primer asomo de violencia.
No me interesa perder la vida entre afanes vanidosos y perversos.
Yo quiero ser feliz, como poeta, músico y dibujante. En mi interior, estoy inmerso.


A veces, me dejas en la cuneta y prosigues tu marcha, caminito de Santiago.





Cada uno sale por las suyas, para que albergue mérito, dentro de su Libre Albedrío.
Pero no soy un vago.
Sino uno de los tres Reyes Magos de Oriente. Si bien, a veces, parezco un penitente.
Vestido de púrpura, por las calles de Málaga, con un cirio en las manos.


¿ De qué me quejo ? ¿ Por qué lloro ? Y todos cantan a coro:


Los dos cogidos de la mano, por las calles...
Y regalándonos mil besos, en cada rincón.
Te quiero así, ¡ Ja ! Sí, ¡ Ja ! Tal como eres, para mí...
Uh-uh-uh-oh-oh-oh.

 

¡ Gracias, amigos, por vuestra compañía !
El matrimonio es el oficio de madre, según el Derecho Romano.
Y el patrimonio, entonces, el oficio de padre.





Dejar a un lado las pretensiones de dominio del mundo entero ( ¡ Voy a comerme el mundo ! ), significa acometer otras empresas menos heroicas, pero más factibles o probables. Porque los parámetros que uno ha de tener en cuenta, a la hora de manejar, gobernar y dominar a la Humanidad, son demasiado apabullantes para el individuo. Entonces, una buena forma de emplearnos, es sentar la cabeza y casarnos, para tener hijos e hijas, y educarlos en Democracia.

 

El matrimonio es hermoso si es entre dos seres que se aman verdaderamente, que se cuidan ,se miman, se aconsejan, se respetan, se donan el un por el otro siempre. Nomito

 

Edith, gracias por tu recomendación. La tendré en cuenta. ¿ Tienes novio ?