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Me fui para no conocerte

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por RDZ, 22 de Agosto de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 486

  1. RDZ

    RDZ Poeta recién llegado

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    2 de Mayo de 2012
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    Este tren tiene una cosa como silla mecedora, sin descuidar los tramos violentos allá por Gonnet, pero en general se mueve bien y ni que decir en la recta larga del parque Pereyra Iraola, en lo que vá de este 1972 no está nada mal. Cuantas veces me he preguntado, porque razón no descarrila?.Ir y venir todos los días de Berazategui a La Plata es un asunto, pero bueno, mis sandalias, mi pelo largo y pantalones Oxford color verde musgo me permiten ir sentado, en el furgón de carga, en el estribo o caminando por ahí, que a nadie se le mueve un pelo.La casa de mis padres, donde vivo, tiene ese sabor de las etapas vividas, desde los cumple con mis compañeritos de la escuela, las bicicletas y autos a pedal, el nogal emblemático del fondo, la terraza, mi atelier de adolescente en ella, la pieza del tren, las dependencias de la empleada y el jardín con mis mascotas dando vueltas. Ahí un día de abulia y encierro soporoso de verano, entre las revistas a descartar en la habitación de la empleada encontré la Siete Días que me sacaría del sopor. Hojeando rápido la revista, solo porque en la tapa había una bella joven en malla, encontré en una columna vertical junto a la unión de las páginas que rezaba “intercambio”. Estoicos escribientes que proponían sus estampillas, banderines y monedas, hasta que pasando la mitad de los mensajes leí; “yo no tengo ni monedas, ni estampillas ni banderines para cambiar, soy de la isla más lejana y solo quiero saber de vos”. Mis ojos salieron de las órbitas, mi corazón latía rápido, mis manos transpiraron hasta encontrar papel de carta y una vez con mis elementos le escribí por primera vez a Alicia L. Me dije, bué, recibirá tantas cartas con su mensaje que quién sabe si leerá la mía. Pero mi carta hube de ensobrarla en el único que conseguí que era alargado del negocio de mi papá, es más no recuerdo si tenía un epígrafe en el frente de alguna empresa como si dijera PHILIPS o algo así.Tiempo después llegó la contestación y Alicia L., me dice “un día aburrida en mi habitación abrí el baúl de las cartas que recibía y entre tantas encontré tu sobre alargado que me llamó la atención y al leerte no podía creer que estuvieras un tiempo durmiendo entre tantas cartas sin sentido y abandonado, sós como yo, te gusta la misma música, lees los mismo libros y escribís de una forma tan especial”.Alicia L., y yo comenzamos un amor epistolar que duraría algunos años, ella me ponía en sus cartas como sello final un paraguas de colores de la propaganda de alfombras Atlántida. El amor epistolar crecía y crecía, ella estudiaba Abogacía libre en La Plata y yo Medicina en la misma Universidad.Un día volviendo en el consabido tren decidí caminar, quizás buscando a Alicia L., ya que si venía desde Ushuaia, lo lógico era que viniera de Buenos Aires y tomara el tren a La Plata. En una unión entre vagones mientras sonaba en mi cabeza…“amarte así, es vivir un sueño eterno junto a ti, es confiarle al Universo este milagro de sentir, amarte así, entregándome al destino que elegí y que estés en mi camino y yo en el Mundo y compartir, amarte así…..”Yo reverberando la canción de Lerner, increíble, cuando estaba todo el día sacando riff de Hendrix, Zappa, Spinetta y Caludio Gabis. Justo en esa unión entre vagones me topé con una joven ideal, pelo lacio, de ojos enormes, delgada y altísima con sus jeans celestes gastados y su flequillo dejando entrever toda su dulzura, entonces me quedé mirándola en diagonal desde el orto vagón y me dije; ¡es Alicia L!.Es ella no puede ser otra, Alicia L. tiene que ser así, qué hago?, me presento o no?, le digo que la estoy buscando, le cuento todo lo que la amo y que me quiero ir con ella, qué hago?, y si no es, podré mirar a la verdadera alguna vez y si espero a que me mande una foto y la vuelvo a buscar?, la encontraré?.Un incipiente “superyó” exagerado hizo finalmente que no supiera si era o no Alicia L.La saga epistolar fue llegando al cuello de botella y ante la inevitable propuesta de conocernos algún día, me seguí preguntando qué iba a decir o a hacer si no era como la del tren, yo quería la del tren, ante este planteo y sin pensar que Alicia L. interpretara que había algún problema físico mío y no de ella, dimos o dí, no recuerdo, por terminada la relación epistolar.Veinte años después y contando esta relación epistolar en una reunión de médicos, una médica muy movilizada recordó los actores y a la semana siguiente me dijo: ¡Dr., Alicia L. existe y tiene publicaciones fotográficas y libros, por ahí usted se puede contactar con ella!.Así pude contactarme con su hermana propietaria de un blog con fotografías del Sur, hermosas por cierto, hasta que escribiéndole quién era ella respondió: ¡vos el de las cartas de mi hermana!. Una vez obtenida la dirección de mail de Alicia L., le escribí y todo fue muy movilizante, ahora sí me escaneó una foto de ella, ya con cuatro hijos y una vida transcurrida. Ahí fué el impacto más grande de mis últimos tiempos, Alicia L. era muy similar a la del tren.Ante la propuesta de escribir nuestra historia en un libro y una eventual visita a Ushuaia, Alicia L., contestó: “Ayyyy, Daniel Zima o Robert (¿por qué dos nombres diferentes, dos personalidades?), por lo visto no entendiste para nada mi mail ( o es una estrategia) y ahora que vuelvo a leerlo está demasiado suave. Lo que te quise decir es que me hacés acordar mucho a personas de las que trato de huir, esas que seducen y lastiman, esas que quisieran venir a Ushuaia pero tienen que ir a otro lado a dar conferencias, que dicen seguro que tu viaje por la Ruta 40 ya terminó y no me dejan decir ni una palabra al respecto, los salvadores del mundo, los que nunca tienen miedo y van por ahí involucrando a cierta gente con sus deseos de peligro y aventura. No creo que me haya vuelto una paranoica pero nunca creí que tu mamá te dijera qué hago con las cartas de Alicia, o que dejaras de escribirme porque tenías miedo a la desilusión, ni que hayas buscado un libro inexistente, ni que tus residentes me encontraran en Internet. Tus cartas eran hermosas desde el punto de vista literario, pero nunca preguntaste por mí. Sólo fui una lectora de tus grandezas, reales o inventadas, pero ahora crecí y sólo leo lo que me hace bien. Sé que no me equivoco. Alicia”.
    RDZ
     
    #1

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