Me sigue la muerte

Entré a trabajar a servicios periciales y criminalística exactamente el martes 14 de septiembre del 2010, el servicio social lo había terminado en marzo, pero sentía que me faltaba más por aprender. Mi mejor amigo y yo, realmente inseparables, nos metimos juntas a ese mundo lejano, en todos los aspectos, una hora de viaje en camión para llegar al edificio al que nadie quería llegar, pero que al que nos dirigíamos con ansiedad.
El trato era claro, sólo podríamos estar ahí tres meses, eso nos era suficiente, queríamos desenmarañar los hilos de la investigación criminal, la sola idea de los procesos detectivescos son impacientaban y hacían feliz.
Cuando entramos, nos dijeron que nos rotarían entre las diferentes áreas de investigación, eso era magnífico. Justo la primera semana de entrar nos preguntaron que si nos queríamos quedar a guardia, la repuesta no podía ser otra mas que un SI, en mayúscula y con toda la ilusión del mundo. El primer día todo fue tranquilidad, relativa evidentemente, robo sin violencia, despojo, nada relevante, pero si muy interesante, todo era nuevo para nosotras.
El segundo día volcó mi vida, un accidente de carretera, la mágica combinación de alcohol y velocidad, resultado, dos muertos un herido de gravedad. Mientras permanecimos en el lugar, nada raro se suscitó, cuando llegamos a periciales y vi los cuerpos en la plancha, sentí la sangra en los pies, comencé a marearme, no era miedo, no era asco, simplemente una sensación de hielo en mi cuerpo, que no puedo explicar. No tardé en reponerme, pero no podía evitar sentir que me observaban, lo atribuí a la impresión de ese día.
Desde ese momento nos pusieron de planta con el médico legista, lo que significa ver cadáveres diarios, por ridículo que sea, cada día se presentaban accidentes peores, suicidios descabellados, homicidios llenos de saña, accidentes horribles y mi pesadilla comenzó.
Mi amiga y yo nos encontrábamos cada una en una computadora, de frente una a la otra a una distancia de unos 10 metros, tras ella solo había pared, tras de mi, una ventana.
Un día en que casi me pongo a llorar por el terrible estado en que se encontraba el cadáver que acababa de ingresar, pero mas aún por la causa de la muerte; homicidio causado por su hermano, solo de recordarlo me da escalofrió, su cuerpo lleno de escoriaciones y fluido hemático, lesiones realizadas con una botella rota, pero lo mas terrible, su cabeza destrozada por una piedra.
Desde que ingresé al lugar sentí como si me arañaran una pierna, dí un pequeño brinco que causó risa en mi amiga, terror en mí. Hicimos las diligencias pertinentes, las revisiones de rutina, todo normal, excepto algo que me oprimía el pecho.
Cuando terminamos, regresamos a nuestro trabajo de oficina y sentí un dolor en los hombros, lo que me hizo gritar, mi amiga volteó la vista hacia mi y sus ojos de horror lo único que lograron fue perturbarme mas.
Me levanté rápidamente y al revisarme estaba llena de rasguños en los brazos, y lo que vio mi amiga fue peor.
Una sombra detrás mio, que fue la causa de mi dolor, las visiones fueron cada vez mas constantes, mientras los cuerpos estaban en la plancha, las almas vagaban sin saber lo que ocurría, no entendía por que a nosotras, creo que nunca nos siguieron a casa, pero en el trabajo se volvieron muy constantes. Lo preocupante era llegar a casa con moretones, son rasguños, pero pasábamos la noche sin pesadillas.
Terminaron los tres meses, no he regresado ahí, pero los espectros no se han marchado, no se presentan en mi casa, pero si en otros lados, y ahora también en mis sueños, cuando sueño a alguien, debo levantarme y prevenirlos, por que seguramente, algo no muy bueno los esta rondando.
La muerte me ha elegido, no se por que, sus victimas me buscan, yo nada puedo hacer, solo verlos y sentir que quieren algo de mí.