Melancolía: Algeciras

A orillas de una bahía de mi querida Algeciras, escoge flores del jardín de la melancolía, vuelve marzo con su llanto sobre lunas y tejados, desenterrando en su canto amores olvidaos de antaño.

Emerjo cual cisne errante sobre un mar de peces muertos, cuyo impermeable plumaje evade agonizantes sueños, cauteloso en el lamento de la lluvia e izando el vuelo, en el quebradizo silencio de un ala rota en el viento.

Temo al miedo de uno mismo a ser sombra en el Paraíso, de amanecer frío y marchito y con el corazón partido, y otra vez el canto helado de estos huesos y su saña, al filo de esa nostalgia que me hiere y nunca mata.

Ebrio en la propia Odisea de cuestionar mi existencia, cuando la duda desnuda deja muda a la certeza, y otra vez cayó este pez en las redes de la tristeza, por no aprender a nadar en la espuma de la belleza.

De regreso el mismo niño de ojeras malva, y sombrío, cuando estriban los delirios entre silencio y olvido, sístole en el miocardio desde que tú no me quieres, sea por culpa de la culpa del humo y de las mujeres.

Otra vez domingo de paseo con la lluvia y la tormenta, poeta esclavo en el letargo de su corazón magenta, y sólo amor de compra y venta que no renta sus pecados, cuando salen de su tumba los amores enterrados.

Nostalgia allá en los mares del olvido, naufragando en el velero certero de lo prohibido, pero ay, otra vez dolido a la deriva de mis versos, personificando el drama, exclamando al universo desde tiempos tan remotos, devoto extraviado en el boulevard de los sueños rotos, jardín de lirios y lotos siempre fragantes de anhelos, arraigados en mi arrojo de la búsqueda del beso.

Busco el beso que me cure, y no el desgarre que me apure, labios dulces que me acunen, lágrimas que me suturen ésta herida, cuán vencida y resentida, el desamor que a tantos une, pero al que tantos sucumben como esencia de esta vida.

Y será el tiempo quién me quite la razón, porque no existe vendaje que baste a este corazón, Son de alardes y cobardes que deserten como infames, queriendo salvar el mundo cuando es demasiado tarde.

Caerá la noche y lloraré por lo que añoro, sentado a ras de un balcón roto por atardeceres rojos, bronceándome en los rayos de la luna y sus antojos, apostando mi fortuna siempre al negro de sus ojos…

Más no tengo excusa alguna, y esta vida es tan confusa, no atiné a encontrar mi bala, pero he perdido a mi musa…​

 

que sentido sentir, adorna tus letras, abrazos