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Memorias de mis soledades (II)

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Megara900, 19 de Septiembre de 2009. Respuestas: 7 | Visitas: 772

  1. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Helena resolvió los asuntos que tenía en aquellas tierras y regresó, más pronto de lo esperado. A su regreso decidió visitar a su amigo Leandro, un hombre de edad mayor quien posee un café en el pueblo, siempre muy tranquilo el lugar, a Helena le gustaba ir allí para platicar con él y jugar dominó un par de veces.
    A su salida del lugar pudo distinguir a lo lejos a Esteban, rodeado de los brazos por Sonia, propinándole besos por doquier. A un costado les seguían Ricardo y las amigas de Sonia. Helena se quedó suspendida por un momento, tal vez por la impresión de los hechos, no asimilaba cómo habían sucedido tan rápido las cosas.
    -¡Helena, qué gusto verte de nuevo! –pronunció Esteban mientras le alcanzaba para darle un abrazo.
    -Si, a mi también me da mucho gusto verte. –dijo Helena secamente. Aunque Helena jamás había sabido exactamente lo que era amar, y aunque supiese de antemano que quería mucho a Esteban, era incapaz de demostrar su afecto, odiaba tanto los cambios y la entrada de Sonia en la vida de Esteban representaba un cambio descomunal. Primero Ricardo, y después Sonia, qué iba a quedar de la persona con la que compartía casi todo su tiempo para ella. Se entristeció un poco. Esteban siguió platicando cosas con todos los presentes, Helena seguía perdida en un oculto presentimiento. Tenía en la mente aún la imagen de Sonia abrazándole y besándole. Cuando Esteban le presentó a Ricardo sintió celos, grandes e inimaginables.
    Esteban, tu eres mi mejor amigo, eres la única persona con la que cuento en el mundo ahora. Y de pronto traes a ese Ricardete y me dices que él es tu mejor amigo, entonces yo qué soy. En las amistades, en el amor, en cualquier relación entre humanos todo tiene que ser equivalente y en igual intensidad de ambos lados. Si yo tengo un solo mejor amigo que eres tu, pero tú tienes otro mejor amigo, lo entiendes, todo mi cariño es para vos, pero tu cariño no me toca igual. Qué va, acaso podría reclamarte, si a leguas se nota que soy una tonta necesitada de cariño. Pero si acepté convivir contigo y darte mi amistad, no negársela como a todo el resto del mundo es porque tu eras diferente, eso pensé. Y ahora esa Sonieta. ¿Por qué te besa? Mira lo lindo que te ves sonriendo con ella. Eres muy feliz ahora, de qué te sirve una ermitaña como yo ahora, en realidad nunca me necesitaste para nada. Pero ahora, justo ahora que más te alejas de mi, nace de mi corazón unas palabras jamás dichas a nadie en este mundo, te amo.
    Helena se despidió y no dijo nada más. Esteban se quedó preocupado por ella, pensó que algo malo había pasado en su viaje. Creyó que sería bueno invitarla a la reunión donde pediría formalmente la mano de Sonia, quería que fuese la madrina de cualquier cosa, que estuviera involucrada en esas cosas de mujeres. También deseaba con mucho ahínco que algún día pudiese ser amiga de Sonia. En el fondo también quería mucho a Helena, llevaba en su propio pecho el dolor que ella transmitía. Es cierto que era diferente a todo el mundo, y que un chico como él podía haber aprovechado mejor su tiempo con alguien más, pero fue él quien le buscó e insistió en su amistad. Pensó que de esa manera haría un gran cambio en ella, en abrirle una puerta más para que saliera al mundo y no estuviera siempre sola, no imaginaba que sólo haría su dolor más grande.
    Helena aceptó ir a la reunión. Ni siquiera se arregló, fue con el mismo traje con el que había llegado del viaje. Estaba mirando silenciosamente a través de los cristales, alejada de los demás. En el fondo de la habitación estaban Sonia y compañía, y Ricardo a un lado. Ricardo estaba consciente del ambiente tenso que se respiraba en esa habitación, deseaba poder hacerle un favor a Esteban, hacer que Helena hablase y se comportase simplemente como una dama más y se uniera a Sonia y a sus cuchicheos. Ricardo la invitó a acercarse a las demás, por un momento Helena accedió, pero pudo reconocer en las miradas lascivas y en las risas inoportunas de sus nuevas compañeras que se burlaban de ella, se molestó y decidió retirarse. Ricardo le alcanzó casi al llegar a la salida.
    -¿A dónde vas? Esteban está por llegar, no puedes hacerle esto.
    -¿Hacerle qué? No puedo estar un momento más aquí.
    -¿pero qué cosa te molesta?
    -Es evidente que no encajo en este lugar con tus distinguidas amigas.
    -Pero ellas no te han hecho nada.
    -Claro que no, si lo hubieran hecho, ya les habría descompuesto sus horribles peinados. A ti no te dicen nada porque eres hombre y tu primita quiere que su amiga Martha se quede contigo, pero no ves cómo se ríen de mi, yo no tengo ninguna obligación de soportarles, así que me largo.
    -¡Pero qué cosas dices! Es evidente que estás celosa… Helena, que ya había dado media vuelta regresó furiosa.
    -Si lo estoy o no es cosa que no te importa..
    -Esteban tiene una novia ahora, y pronto se casará, te guste o no. Tu eres de gran aprecio para él pero mira lo que haces, porque eso haces estás celosa… Apenas terminó de hablar Ricardo y Helena le propinó una fuerte bofetada en la mejilla derecha. Estaba furiosa, tanto, que pensaba darle otra, pero Ricardo detuvo su mano y comenzaron a forcejear. Helena lo aventó y los dos se observaron con profundo odio. Helena se marchó, justo cuando llegaba Esteban, quien pudo ver a lo lejos lo sucitado.
    -¿Pero qué ha pasado aquí, por qué discutían? Ricardo, aunque tuviese todas las ganas de decirle que todo fue culpa de los desplantes de Helena, se comportó como un caballero, se tranquilizó y finalmente habló.
    -Helena y yo nos disgustamos,
    -¿Pero tanto así para llegar a los golpes?
    [SIZE=3]-Todo fue mi culpa, por algunos comentarios inoportunos que hice. Se enfadó y me abofeteó.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Bueno, espero que los líos entre ustedes no se extralimiten, porque ambos saben que no estaré a favor de nadie, sus problemas los arreglan entre ustedes, y pronto, porque en un mes será mi boda y ustedes como padrinos y como mis mejores amigos deberán portarse como personas civilizadas.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Yo lo arreglaré todo, me disculparé con ella.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Más vale que lo hagas, no quiero que vayas así con una mano de mujer pintada en tu cara a mi boda, ja, ja.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Qué gracioso te has vuelto.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Esteban entró al recinto a saludar a su novia, ahora prometida, y permaneció junto a ella haciendo planes el resto de la reunión.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Al día siguiente, Ricardo fue a casa de Helena, quien estaba en la terraza justo cuando él llegaba, inmediatamente ingresó a la casa y se esfumó. Ricardo llamó a la puerta y sólo apareció Rosaura, la encargada de la limpieza de la casa.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Venía a hablar con Helena.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Lo siento señor, la señorita no se encuentra.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Pero acabo de ver que estaba aquí justo cuando he llegado.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Sí, pero me ha dado órdenes estrictas de no recibir a nadie.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Bueno, me marcharé por ahora, pero regresaré.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ricardo se marchó desconcertado, ya había hecho suficiente con tragarse su orgullo e ir a pedirle disculpas como para que casi le cerrara la puerta en su cara. Se lo contó a Esteban, quien empezaba a fastidiarse del asunto. Entonces decidió enviarle una invitación a Helena firmada con su nombre para que asistiera a su casa ese día, a las tres de la tarde. Helena asistió, Esteban la recibió amable como siempre, ella estaba más seria que de costumbre. La dirigió a una estancia cerrada y después se marchó alegando que volvería en unos momentos. Helena observó algunos instantes los cuadros de la sala, antes de percatarse que había alguien más en ella. En uno de los asientos se encontraba Ricardo. Helena puso cara de espanto. Enseguida Ricardo se levantó y se dirigió hacia ella.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Escucha se que esto no es lo que esperabas pero de otra manera jamás hubieras aceptado siquiera escucharme. No deseo involucrar a Esteban en esto, el desea que nos veamos bien, si por mi fuera no te pedía disculpas porque la culpa ha sido de los dos, pero te las pido por Esteban.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Helena ni siquiera volteó a mirarle. Ricardo terminaba de hablar cuando dirigió su mirada hacia la ventana, ahora abierta y con Helena en el borde, casi lanzándole una mirada para despedirse.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¡Espera!¿pero qué haces? Y Helena saltó. Era tan solo un piso, la ventana era un poco alta, pero nada difícil para una muchacha ágil y escurridiza como Helena lo era. Además, escapar por la ventana era mucho más heróico y sutil que estar escuchando al estúpido de Ricardo, por nada del mundo deseaba volver a verle, la discusión de aquella noche fue sólo una excusa para terminarle de aborrecer y negarle su palabra.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ricardo se quedó perplejo al descubrir el carácter obstinado de Helena, pero no dijo nada más a Esteban, que por su parte, por algunos asuntos de negocios había decidido postergar la boda tres meses más. Asimismo, planeó un viaje con Sonia para adquirir las cosas necesarias para la boda, empezando un vestido que cumpliera con las especificaciones de Sonia, cosa realmente complicada.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ricardo permaneció en casa de Esteban unas horas más, decidió salir por eso de las 7 de la tarde. Aún estaba enfadado de sobremanera por el comportamiento de Helena, por eso creyó conveniente tomar alguna copa para mitigar el coraje. Llegó al establecimiento, en él había mayormente hombres, jugando cartas y dominó con una soberbia desmesurada. El lugar era tranquilo. Miró hacia la repisa y el cantinero. Y cuál fue su sorpresa al observar a Helena sentada en la barra. Se acercó y se sentó junto a ella. El cantinero acababa de dejar una segunda botella, que Helena devoró como si fuese agua. Sin embargo, no hizo gesto alguno. De no ser porque lo había visto con sus propios ojos, no hubiera creído que Helena estuviera ebria. Estaba tan tranquila, tan silenciosamente normal en aquella silla, sin molestar absolutamente a nadie. Ricardo se sobresaltó al ver que estaba a punto de pedir una tercer botella y finalmente la abordó.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿Qué haces aquí? Vamos te llevaré a casa. Helena le miró lejanamente, casi como si no le conociera. Sus ojos se tornaron un poco vidriosos, no hizo ninguna expresión, ningún suspiro, sólo algunas lágrimas rodaron mecánicamente por sus mejillas. Tenía la misma cara triste de aquella tarde en que discutieron, sólo que ahora un poco palidecida por las lágrimas. Tomó su cara entre sus manos y la giró hacia él. Sus ojos permanecían inmóviles, tiritando débil y azulmente en el fondo, justo como cuando se miraron por primera vez. Ricardo comprendió de pronto que era tonto preguntar el motivo de su embriaguez. Helena continuó llorando un poco, cuando un sujeto se acercó a ellos.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿Por qué está molestando a la dama?¡Déjela en paz!-musitó un hombre blanco y joven en tono molesto. Ricardo también se enfureció.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿Quién diablos eres tu? Esto no te importa, haz el favor de marcharte por donde viniste o..[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿O qué? Vamos demuéstralo.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Estaban a punto de agarrarse a golpes cuando el cantinero intervino, Helena aún permanecía imperturbable, inconmovible por todo lo que sucedía a su alrededor. Ricardo le tomó de la mano para hacerle caminar pero ni sus palabras ni sus esfuerzos lograban que Helena reaccionara, además, estaba un poco adormecida, así que tuvo que cargarla hasta su coche. Helena seguía sumida en su misterio y en sus soledades. Ricardo la tomó de nuevo en sus brazos para dejarla dentro de su casa. Era realmente muy delgada, más de lo que parecía, se preguntaba cómo sus brazos golpeaban tan duro, debía tener huesos fuertes. Anhelaba que alguien estuviera esperando a Helena en casa, pero supuso que era el día libre de los empleados, incluyendo a Alonso. La casa le pareció desoladora. Aunque Helena tenía dinero suficiente para remodelar y modernizar los atuendos de su sala, los muebles seguían siendo los mismos que tuvieron sus padres, y no permitía que nadie los cambiase. Ricardo encendió las luces de los cuartos. Helena recobró un poco el sentido. Se dirigió a una elegante alacena que permanecía junto a la ventana. La abrió y casi de memoria extrajo una botella de vino. Ricardo molesto enseguida repuso.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿Qué crees que haces? Y le arrebató la botella de sus manos. Helena no se dio por vencida del todo y empezó a forcejearla, aún sin pronunciar una palabra. Ricardo se desesperó de tal modo que creyó que la única salida era deshacerse de esa botella. La abrió de golpe y de un solo trago la bebió toda. Helena se tornó angustiada ante la evidente pérdida de su única salvación. Entonces corrió hacia Ricardo, que apunto estaba de limpiar con su mano el vino derramado en sus labios cuando Helena lo detuvo de golpe y comenzó a besarle dulcemente, guiada quizás, por el narcotizante sabor a uva que estaba extrayendo de sus labios y de pronto cayó dormida. Ricardo se quedó en el sofá con el corazón exaltado y con Helena dormida en sus brazos. Le atormentaba ese dolor tan palpable que Helena sentía por la boda de Esteban, que nunca supo disimular. Se tranquilizaba un poco al pensar que había podido sacar a Helena de aquél lugar y traerla a casa, ya que hubiera podido besar a cualquier otro por unas gotas de vino. Recordaba su mirada furiosa, y luego su mirada perdida, sus besos tan indescriptibles, tan dulces, y ahora tenía a esa criaturilla arrogante y berrinchuda durmiendo en su pecho, memorizando su pulso, sincronizando su respiración para no molestarle con la suya. Aún así vestida de hombre derrochaba tanta ternura y una fragilidad de hoja. Después pensó en sus actitudes y comprendió que tan sólo era una niña excesivamente sola y excesivamente necesitada de cariño. La subió a su habitación y la abrigó con una sábana. Algo que empezaba a despertar en su interior le hizo ver que la iba a cuidar siempre, por el simple hecho de que eso lo hacía infinitamente más humano y más feliz.[/SIZE]
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    #1
  2. rodrigotoro

    rodrigotoro Poeta adicto al portal

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    no lo sé....me quedó una sensación en la boca como si pudiese sentir el dolor y tristeza de Helena....es muy duro sufrir por amor, y peor aún cuando es un amor imposible.
    pero al verlo expresado désde el marco de tu literatura elegante, resulta un ejercicio visual e intelectual majestuoso.
    que gran trabajo amiga, digno de leerlo muchas veces.
    me quedo satisfecho de haber recorrido líneas grandiosas....y a la espera de tus sigtes. escritos....R. toro
     
    #2
  3. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    gracias rodrigo por tus abrazos mil besotes para vos.
     
    #3
  4. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Sir, mil gracias por leerme un abrazo inmenso para vos.
     
    #4
  5. David Valdés Estrada

    David Valdés Estrada Fantasma sin número

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    Qué te diré, ese personaje de Helena parece ser de esas chicas misteriosas que tanto me gustan, y que igual que yo, son cobardes y se hacen de marañas enormes dentro de su cabeza. Ahora bien, hay un detalle con la prometida de Esteban, puesto que tú como narradora no la dotas de virtud alguna, tal vez que es bella, arrogante bella; cosa que igual podría ir en contra de las virtudes que podríamos encontrarle a Esteban, o quererle buscar, al ser tan amado por Helena. Simples detalles pues. Por cierto, ese detalle del vino en la boca de Ricardo, no sé porqué me pareció como un comercial de refresco de manzana en donde una chica hermosa se le iba a besos a un muchacho sólo por que no había más refresco de manzana. Mmm... no sé, sigamos indagando. Un beso amiga.
     
    #5
  6. Eugenio

    Eugenio Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Debo pensarlo de nuevo, cuando te dije que ibas demasiado rápido, apenas el protagonista conoció a la antagonista y pues ya se quieren casar, quizá ahí el trabajo debe ser un poco más lento no?

    Es mi opinión, también un detalle que se me estaba escapando, entiendo que es una historia, pero como tal debería apegarse a veces un poco más a la realidad, eso de las botellas de alcohol, la chica llevaba una, yo con ya no sentiría nada, ni donde estoy ni nada, ella se zampa la segunda botella como si nada y aún anda "medio embrutecida" y luego pide otra?.

    Más adelante también, cuando Ricardo la lleva a su casa, ella recuerda donde está la otra botella y aún quiere bebérsela, yo ya no sabría ni donde estoy jajajajajaja.

    Y luego este chico se la bebe de golpe y ella lo besa?

    Pues, creo que son pequeños detalles en los que se debe trabajar un poco más o poner un poquito más de atención.

    En cuanto a la historia mi q
     
    #6
  7. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    David si ahora me acuerdo de ese comercial jaja pero no lo tenía en la mente cuando lo escribí jajaja pero sin duda fue algo muy seductor.
     
    #7
  8. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Eugenio, muchas gracias por visitarme y perdona el formato de mi historia de hecho está inconclusa jeje pretendía hacer algo más que una telenovela pero no soy muy buena para la prosa.
     
    #8

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