1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Memorias de mis soledades (IV)

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Megara900, 26 de Septiembre de 2009. Respuestas: 9 | Visitas: 923

  1. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    11 de Octubre de 2005
    Mensajes:
    3.858
    Me gusta recibidos:
    166
    En esos pensamientos se perdía cuando regresó a su mente la imagen de Ricardo. Le desconcertaba de sobremanera la forma tan dulce en que le había abrazado en el agua. Era un gesto que no pasaba inadvertido para alguien como Helena, que había sido huérfana toda su vida. Comenzaba a odiarse a sí misma por permitir conmoverse en tal forma. Recordaba su mirada, igual de desafiante a la de ella. Descubrió que gran parte del odio inicial que sintió por él se debía a su respuesta natural ante algo desconocido, ahora que lo iba conociendo, poco a poco se iba extinguiendo ese odio, y quizás, era lo que más temía.
    Ricardo, aunque también consternado, no hacía evidente el huracán de pensamientos que llevaba dentro. También recordaba la mirada de Helena, de alguna forma, desde el momento en que sus ojos penetraron en los suyos, supo que nada sería igual en la vida de ambos, incluso aun cuando no supiera de qué manera. Sentía un instinto natural por cuidarla y protegerla, en realidad, esa tarde le hubiera gustado pasar a su casa y cerciorarse de que su salud estuviese bien, después de lo sucedido. Pero dado que conocía el carácter altivo y orgulloso de Helena, supuso que sería mejor dejar las cosas así.
    La mañana siguiente, Sonia y sus amigas salieron temprano, parecían extremadamente complacidas en su labor de organizar una boda. Ricardo se quedó atendiendo a su caballo enfermo y a su caballo bravo. Parecía tener una fuerte obstinación en hacerlo manso, como si ello le fuere a traer un gran premio.
    Helena se encontraba en su habitación. Escribía una carta a un lejano pariente de su padre, no sabía si aún vivía o si la dirección era correcta, tan solo guardaba la esperanza de conocer algún día a los que pudiesen haber sido su familia. En eso estaba cuando escuchó un fuerte estruendo en el patio cercano, aún antes de acercarse a ver lo presentía, y en efecto, era lo que había pensado: el caballo bravo había derribado a Ricardo, que yacía en el suelo bastante golpeado y raspado por el fuerte azote del caballo. Había escuchado a Sonia y sus amigas despedirse, por lo que supuso que nadie podría ayudarle, y con más desgano que ánimo se dirigió a ayudarle. Helena no era una mala persona, era sólo que no le gustaba ganarse la vida ni el aprecio de los demás haciendo favores. Llevó algunas vendas consigo, y un poco de alcohol. La verdad era que Helena sabía más sobre caballos que sobre humanos, como curandera, resultaba bastante torpe. Ayudó a Ricardo a sentarse sobre una banca y empezó a desinfectar las heridas, que se habían llenado de tierra.
    -Gracias por venir… -murmuró Ricardo.
    Helena sólo le miró de reojo, fingiendo estar obsesivamente ocupada en su labor de limpiar las heridas. De pronto frotó una de ellas y Ricardo emitió un pequeño gesto de dolor. Helena se disculpó y continuó nerviosa limpiando. Tan sólo deseaba terminar y marcharse, se arrepentía enormemente de haber ido.
    Ricardo le observaba atento, también un poco nervioso. Sólo le restaba una herida en la mejilla, la cual lavó Helena rápidamente evitando encontrarse con los ojos de Ricardo, quien se percató de su nerviosismo, incluso del temblor en sus manos. En cuanto terminó Helena intentó guardar las cosas aceleradamente, pero Ricardo contuvo su mano.
    -Espera… ¿por qué estás así, acaso me tienes miedo?
    -No es nada, es sólo que… nunca atiendo a personas. La natural rapidez de las respuestas de Helena se vio claramente mermada, era evidente que había buscado una respuesta alterna. Se dio cuenta que aún tenía un poco de sangre sobre la ceja derecha y se dispuso a limpiarla, e inevitablemente sus ojos se encontraron con los de Ricardo, y algo pasó, que no supo exactamente cómo los labios de Ricardo se acercaron a los suyos hasta ese punto en que no hubo más distancia ni más miradas, tan sólo un beso suave y delicado que pareció calmar el nerviosismo de ambos. Se besaron dulcemente, como dos niños. A Helena le vinieron muy despacio a la mente trozos de recuerdos de aquel beso con sabor a vino, entonces supo que le había besado aquella noche. Ricardo supo en aquel momento que en esos ojos soberbios y en esas manos cálidas iba a perderse siempre. Sólo fue un beso, un solo y Helena se despidió.
    Ricardo no pronunció palabra, sólo permaneció en la banca con cara de niño abandonado. La tensión que ambos sentían había desaparecido, ahora era una inmensa calma. Sonia y sus amigas regresaron, ni siquiera se percataron que Ricardo había sufrido una caída, y mucho menos de su letargo. Helena por su parte, no sabía con exactitud la razón de haberle besado, sólo presentía que había algo que los había llevado a encontrarse en esas situaciones. El resto del día sintió unas ganas irrefrenables de ir a buscarle, pero se mantuvo ocupado absurdamente intentando mitigar ese sentimiento.
    Al día siguiente Ricardo salió al establo como los días anteriores y dirigió una mirada desesperada a la ventana de Helena, que esta vez estaba cerrada, se entristeció y preocupó un poco. Tal vez no deseaba verle.
    Helena también empezaba a presentar esa necesidad creciente de saber de él, pero ella tenía un poco más de control sobre sus emociones. Salió un rato más tarde a montar con Cedric y se sentó al pie de un árbol, mientras el caballo bebía agua y allí permaneció dormida algunas horas. Al igual que la vez anterior, Ricardo la encontró durmiendo, sólo despertó cuando escuchó a Cedric. Se sintió apenada y desconcertada, a decir verdad, no sabía cómo sentirse por primera vez en su vida.
    Ricardo se sentó junto a ella, tomó algunas hojas secas entre sus manos.
    -Perdón por besarte –dijo con voz tenue y una mirada tierna.
    -Si, perdón también por eso, y por besarte la otra vez-respondió Helena. Ricardo sonrió un poco y después sonrieron juntos.- ¿Cómo está tu caballo?
    -Ya está aceptando un poco de alimento, mejorará pronto.
    -Ven, te mostraré mis caballos. Helena tomó a Cedric y Ricardo a su caballo. Cuando llegaron, Ricardo bajó primero y después ayudó a desmontar a Helena. Ella sintió que era un esto realmente innecesario, además, la hacía sentir inútil, sin embargo, de alguna u otra forma ese gesto le había agradado. Ricardo estaba maravillado no sólo de ver los caballos, sino de descubrir las espontáneas sonrisas que se le escapaban a Helena estando junto a ellos, y junto a él. Helena no podía definir con claridad ese sentimiento, sólo le recordaba los tiempos en los que vivió con su tío. Helena se despeinó un poco arreglando unas monturas, Ricardo se acercó a ella y le acomodó el cabello, también recordó cuando su tío solía peinarla. Ricardo también era mayor que ella por dos años. También tenía los ojos color azul ensombrecido como ella. Helena revisó las heridas de Ricardo, que ya habían cicatrizado para ese momento. Ricardo le abrazó un poco y le dio un pequeño beso en la frente. Helena tornó su rostro hacia un lado. Sus ojos tenían un tono diferente, no parecían enfurecidos como siempre, pero denotaban preocupación. Ricardo era más alto que ella, cuyo rostro se acoplaba perfectamente entre su hombro y su cuello. Helena se apartó un poco. En el patio vecino se escuchaban las voces de Sonia y compañía.
    -Deben estar esperándote- murmuró Helena, dirigiendo una mirada hacia el patio cercano- Vamos, ve con ellas.
    -Aún no deseo irme- respondió Ricardo con esa mirada acogedora que Helena evadía.
    [SIZE=3]-Bueno si no te vas, yo te sacaré. Helena comenzó a empujarle un poco con sus brazos, pero no consiguió moverlo ni un centímetro. Después rió contagiosamente. –Perdón también por aquella bofetada-[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Pensé que la habías olvidado, dado que golpeas hombres todos los días…[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¡No, tonto! No golpeo hombres todos los días, además te la merecías.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿Y por qué no me diste una bofetada ayer entonces?[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-No lo se, no hagas esas preguntas… Helena se tornó un poco nerviosa. Ricardo se acercó a ella [/SIZE]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Helena temía tanto su cercanía, porque sabía con certeza que no podía contenerse al contacto de sus labios. Ricardo comenzó a besarle, y no pudo más que corresponderle. Sus besos eran una mezcla de todas las cosas que había despertado en ella, desde el rencor y el odio hasta esa dulzura reprimida que tenía dentro de si. Ricardo besó sus manos y ella comenzó a repartir tímidos besos en su frente y alrededor de sus ojos y mejillas. Todo lo que estaba viviendo y conociendo junto a él era totalmente nuevo, y con eso llevaba sus correspondientes miedos. Deseaba interminablemente poder conocerle de una manera más profunda, saber con mayor exactitud lo qué el estaba sintiendo, si era igual a esa sensación intempestiva que experimentaba ella, pero no podía saberlo, sólo debía conformarse con la energía que obtenía de sus miradas y sus largos besos. Esa dulzura que crecía en ella la hacía sentirse inevitablemente triste al saber descubierto su lado femenino, sutil y débil. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Caminaron un rato más sobre los campos, los zapatos de Helena hacían agujeros sobre la tierra. Helena también era lo suficiente alta, pero Ricardo era un poco más. Se abrazaron con fuerza y así permanecieron por horas. Y así continuaron los días y las tardes donde todo fue luz para su exasperado romance. Ninguno de los dos pensó jamás en tener una relación de novios, era tan sólo un secreto que compartían y guardaban ferozmente del resto de las personas. Helena sabía reservarse, en cambio Ricardo siempre que le extrañaba iba a buscarle. Helena le veía a veces como un niño, inquieto y desesperado, tan necesitado de amor como ella.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]En el mundo exterior sucedía que Esteban, al regreso de su viaje, ya no estaba tan seguro de su boda. Pasó que un día, una de las muchachas que trabajaban en la casa de Esteban descubrió algunas cartas y una foto de al parecer un enamorado de Sonia, y eran recientes, y por supuesto, dado que idolatraban al joven Esteban, no iban a permitir que la persona que habría de llevárselo al altar fuese una desvergonzada.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ricardo no sabía qué posición tomar, Sonia era su prima predilecta, pero Esteban era su mejor amigo. No sabía nada del amor oculto de Sonia, ni mucho menos estaba en condición de juzgarle. Ricardo lo discutió con Helena, quien sorprendentemente no dijo nada malo sobre Sonia. Ricardo y Helena se encontraban en la sala cuando llegó Esteban.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-No pensé encontrarte aquí, veo que ya resolvieron sus diferencias, me alegra.-dijo a Ricardo mientras secamente lo saludaba. Enseguida se dirigió a Helena y la saludó cálidamente con un abrazo. Helena le sonrió tímidamente. Se sentaron juntos en el sofá mientras que Ricardo tomó asiento justo enfrente. Esteban comenzó a platicar de su viaje y sus negocios, pero Ricardo tenía un semblante un poco ido, con una mezcla de enojo y celos. Sólo hasta ese momento había recordado el sentimiento que Helena tenía por él. Por otra parte, Esteban permanecía sonriente como siempre, pero un dejo de tristeza se dibujaba en su mirada. Helena estaba seria, sin su peculiar toque de sarcasmo con el que invadía siempre las conversaciones. Se sentía incómoda allí sentada, justo enfrente de Ricardo, con su mirada llena de dudas. De alguna manera pudo entender claramente lo que él sentía y hubiera deseado ir junto a él y decirle que si con alguien soñaba era con su pelo y sus ojos de niño abandonado.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Unos momentos después, Ricardo se retiró. Esteban se sintió un poco aliviado de su partida, sólo por el hecho de que necesitaba hablar con alguien que fuera justo en el tema y no tuviera partidarios ni sentimentalismos. Aunque Ricardo era su amigo, hubiera sido inútil tratar de discutir con él por respeto a su prima y su amistad de por medio. Esteban comenzó su relato junto a Helena.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Tu sabes que yo nunca he sido partidario de los escándalos ni de los compromisos rotos, porque le he dado mi palabra a Sonia de casarme con ella y ahora no se qué debo hacer, ni siquiera he tenido valor de pedirle una explicación. Mariana limpiaba sus cosas cuando encontró estas cartas que me ha dado la misma tarde en que he llegado.- Esteban sacó unos papeles doblados de su bolsillo y se los mostró a Helena, que los leyó preocupadamente, aún sin responder nada.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-No entiendo por qué ha actuado Sonia así conmigo, si desde que nos conocimos se decía libre de todo compromiso. No sé que motivos la orillaron a esto, tampoco se porque este amor que sentía por ella no sobrevivió siquiera esto, incluso aunque fuese una calumnia, ya no la amo, al principio me volvía loco, es tan bonita, pero ahora no creo poder volver a verla de nuevo.-[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Esteban yo no estoy segura de lo que debo decirte. Pero debes hablar con ella primero, hay muchas cosas que se pueden perdonar, algunas otras no. Debes escucharla, debe haber alguna razón para que se comportase así. Si ustedes se aman, yo creo que aún pueden arreglar las cosas-Helena se sorprendía de decir tal cosa, aún cuando nunca había deseado que Esteban se casara con Sonia. Esteban aceptó ir a hablar con Sonia esa tarde, y en efecto fue, pero las cosas no se resolvieron, más bien, acabaron tan solo por terminarse. La casa de Helena resultó servir para guardar todas las cosas que Esteban había comprado para su fallida boda. Sonia se disculpó con Ricardo por lo sucedido y se marchó con sus amigos. Ricardo no supo simplemente qué decirle. Tenía su mente en tantas cosas que le era imposible reaccionar por un momento. Por la tarde, como se había hecho ya costumbre, pasó a visitar a Helena.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Los dos tenían un semblante serio. Ricardo se sentó en el sofá, ella permaneció observándolo, parecía un poco angustiado.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿Qué pasa, qué cosa te preocupa?-murmuró Helena mientras tomaba su cara entre sus manos.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-No lo se, no deseo perderte pero…[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-¿Pero qué? Nada malo va a pasar-Helena le abrazó tiernamente y después se sentó junto a él. –Yo también temo que cuando despierte mañana no quede nada más de esto, pero aún nos tenemos hoy.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Perdóname por portarme celoso y por…[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Qué cosas dices, no tengo nada que perdonarte, vamos, no sigas así de este modo, pareces una margarita desojándose en penas.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Tengo algo importante que decirte, pero no ahora... volveré pronto.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Está bien, sólo cuídate.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ricardo se despidió. Ninguno de los dos sospechaba que esa era la última vez en que se abrazarían durante mucho tiempo.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Helena y Esteban se encontraron en el campo de entrenamiento unos días después, él le preguntó si había visto a Ricardo, a lo cual Helena respondió negativamente. Esteban se mostraba un poco preocupado por el comportamiento extraño de su amigo, decidió que lo mejor era ir a visitarlo, a lo cual Helena accedió contenta, dado que hacía varios días que no le veía y empezaba a extrañarle. Ricardo los recibió fríamente, sin dirigirle una mirada siquiera a Helena, que comenzaba a entristecerse por la actitud caótica que estaba tomando Ricardo.[/SIZE]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Apenas se habían sentado cuando alguien llamó a la puerta. Esteban se ofreció rápidamente a ir. Helena se quedó mirando a Ricardo, que apenas la miraba con esa misma cara de niño adolorido y triste, que hubiera deseado poder consolarle en ese momento. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Esteban llegó casi gritando.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Ricardo, te buscan, es una joven llamada Clara, dice que es tu prometida-pronunció Esteban antes de soltar una carcajada y comentar a Helena.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Ves lo ingrato que es este hombre, somos sus amigos y ni siquiera nos había dicho de se casará pronto, seguro no quería invitarnos. Ricardo se quedó petrificado en los ojos de Helena, que parecían haber revivido ahora el odio primero, y esa dulzura que conoció por un tiempo se había disipado por completo. Llegó una joven pequeña y esbelta, muy sonriente y se lanzó sobre los brazos de Ricardo.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Ricardo, mi amor ¿cuándo pensabas regresar? Te extrañamos mucho todos por allá. Ricardo no contestó nada.[/SIZE]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Helena recorrió amargamente la imagen de los dos abrazándose, sus manos y sus anillos de compromiso. Ricardo lo había tenido allí siempre, sólo una tonta se hubiera prestado a ese juego de niños. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Clara era una joven hermosa, delicada y tierna. Era imposible no amarla o sentir aprecio por ella. De no ser porque Helena era más alta y no se enrizaba el cabello ni se pintaba, hubiera sido posible pasarlas por hermanas.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Bueno creo que Ricardo ya no nos necesita, tengo cosas más importantes que hacer-pronunció Helena mientras se retiraba.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-Si ya veo que no nos necesita-repitió Esteban entre risas- me alegra verte mejor, espero verte pronto en los entrenamientos.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ricardo se quedó junto a Clara, con ganas de salir corriendo tras Helena, pero no podía, no tenía ningún derecho de seguir haciéndole daño.[/SIZE]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Helena llegó a su casa, directo a su habitación. Sabía que no podría dormir esa noche. No estaba triste, pues de algún modo había presentido desde antes que acabaría más pronto de lo que pensaba. No iba a derramar una lágrima más por alguien y no lo hizo. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Por la mañana, Ricardo fue a buscarle a su casa, pero Helena ya se encontraba en el entrenamiento. Ricardo se dirigió a los salones de principiantes y justo como la primera vez, allí estaba Helena descargando su ira en esos inexpertos muchachos. Ricardo comenzó a hablarle, pero Helena le ignoró todo el tiempo, los muchachos se alejaron, el entrenamiento había terminado. Helena retiró su casco y comenzó a guardar sus cosas para partir. Nunca supo cómo o dónde aprendió el arte de odiar con tanta fuerza, tan sólo conocía su habilidad. Al ver la indiferencia de Helena, Ricardo la tomó de un brazo y la hizo volver hacia él, a lo que Helena respondió furiosa con una bofetada, sus ojos brillaron de ira. Se liberó de Ricardo y se marchó con prisa, sin dirigirle una sola palabra. Ricardo comprendió de golpe todo lo que eso significaba.[/SIZE]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Al llegar a casa, Helena encontró una carta, la cual devoró ansiosa, después de leerla, dejó escapar una ligera sonrisa. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [FONT=Calibri][SIZE=3] [/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3] [/SIZE]
    [SIZE=3][FONT=Calibri]Subió a su habitación y comenzó a escribir otra carta, en la cual invirtió casi toda la noche. El siguiente día lo pasó arreglando su equipaje y despidiéndose de sus caballos. Alonso ya había regresado para entonces y le dejó al cuidado de Cedric y de la casa. También fue a ver a Esteba y le habló un poco sobre los planes que tenía. Esteban se había ofrecido para llevarla a la estación del tren y Helena aceptó. [/FONT][/SIZE][FONT=Calibri]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ese día Esteban llegó temprano a su casa, el ruido de los caballos hizo que Clara saliera y saludara a ambos, los dos respondieron amablemente a su saludo. Enseguida salió Ricardo, cuando supo que Helena haría un viaje le dio un vuelco el corazón. Helena, esta vez, le dirigió una mirada, parecía tranquila, como antes, cuando seguían siendo uno mismo. Eran muy diferentes en tantas cosas pero eso mismo los hacía sentirse completos estando juntos. El camino fue largo y molesto para los dos, sólo Clara y Esteban con su peculiar simpatía se esforzaban en mantener la charla. Al llegar a la estación Esteban se encargó de bajar las maletas, él fue el primero en despedirse de Helena, después Clara y al final Ricardo. Clara y Esteban se encontraban unos pasos atrás. Ricardo deseaba poder decirle tantas cosas, pero simplemente no tenía el valor suficiente, no se atrevía en esas circunstancias. Ricardo y Clara habían sido novios desde niños, sus padres habían establecido su compromiso. Los papás de Clara eran padrinos de Ricardo, entre ellos eran primos. Toda la vida ya la tenían planeada juntos, sabían que eran el uno para el otro, o al menos eso les habían hecho creer sus padres. Ricardo había amado siempre a Clara, hasta antes de conocer a Helena, entonces comprendió que lo que sentía por ella era cariño y aprecio de hermanos y amigos de muchos años, pero no amor, que era lo que sentía por Helena. Deseaba poder decirle esto a Helena cuando ella le preguntó casi en voz muda. -¿Me amas?- Ricardo no pudo contestarle, tan sólo le temblaron los labios, Helena bajó la mirada y le dejó un papel doblado en cuadritos en su manga. Helena subió al tren y se despidió de los otros con una mirada melancólica.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Esteban dejó a Ricardo y a Clara en casa de éste. Clara parecía una niña entretenida con todos los lugares nuevos que veía a su paso. Tenía apenas 19 años, y Ricardo 24, pero a voz de sus padres, ya era buen tiempo para que se casaran. Ricardo sabía que no podía romper ese compromiso tan fácil y enfrentar a su familia, en especial a su padre. No podía, pero el precio de su cobardía había sido perder a Helena, sabía que había sido injusto buscarla e impulsarla a que lo amara, estando comprometido, pero estando junto a ella todas las cosas tenían un sentido diferente y ni siquiera había tenido en mente que tenía prohibido enamorarse de alguien más, si, era un completo canalla, y por si fuera poco, a la falda de sus padres, incapaz de desobedecer su parecer.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Clara era una muchacha sumamente alegre, no perturbaba a nadie con su compañía, se había quedado en la cocina entusiasmada con la idea de aprender a hacer galletas para su futuro marido.[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]Ricardo se encerró en su habitación, con tristeza desdobló el papel y comenzó a leerlo:[/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3] [/SIZE]
    [FONT=Calibri][SIZE=3] [/SIZE]
    [I][FONT=Times New Roman]Amor…[/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman]Te escribo porque se que no habrá tiempo de explicarte. Tengo que irme. Encontrar aunque sea un indicio de lo que fue de la familia de mi padre me haría sumamente feliz, sobre todo ahora, que además, necesito alejarme de ti. [/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman]¿Sabes lo que es alejarse de lo que se ama? Tal vez algún día lo comprendas. Me voy porque se que no te odio, no podría odiarte porque te amo irrevocablemente y si permanezco junto a ti te perdonaré y no soportaré verte junto a ella. ¿Cómo no vas a amarla? Si es tan dulce y tierna, un ángel en persona y mira en lo que me has convertido, en una desvergonzada intrusa y no deseo serlo.[/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman]Sin embargo, guardo una última esperanza, para bien o para mal, de que no sea necesario darte esta carta. Esta tarde cuando te diga adiós te preguntaré si me amas.[/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman]Si puedes defender lo que hay entre nosotros, estaré hoy junto a ti.[/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman]Y si sucede lo que espero, lo que he prevenido escribiendo esto, entonces tendrás esta carta entre tus manos tan sólo para despedirme de ti. Adiós Ricardo, adiós para siempre.[/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman] [/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman] [/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [I][FONT=Times New Roman] [/FONT][/I][FONT=Times New Roman]
    [FONT=Calibri][SIZE=3]-[/SIZE][/FONT][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/font][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/font][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
    #1
  2. ROSA

    ROSA Invitado

    #2
  3. rodrigotoro

    rodrigotoro Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    21 de Julio de 2009
    Mensajes:
    1.743
    Me gusta recibidos:
    63
    Realmente es muy triste ver como el destino sigue castigando el alma de Helena. No sé hasta que punto ése amor que comienza a definirse con nitidez en su ser por Ricardo va a ser las alas que le va a emancipar a la felicidad, o un complejo carrusel de dudas y dificiles decisiones. El conflicto entre los amigos, y las propias inseguridades y dudas de su interior amenazan con torturar aún más su corazón....y dudo que se pueda escapar de ella misma..
    Sigue resultando atrapante tu historia, lástima que deba pasar tanto tiempo entre capítulo y capítulo...R. toro
     
    #3
  4. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    11 de Octubre de 2005
    Mensajes:
    3.858
    Me gusta recibidos:
    166
    Rodrigo jeje mil gracias por tu gran apreciación del poema, si, en efecto Helena tendrá muchas complicaciones por ese amor que recién ha nacido y recién se ha desprendido de sus brazos.
     
    #4
  5. Eugenio

    Eugenio Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    17 de Abril de 2007
    Mensajes:
    3.263
    Me gusta recibidos:
    107
    Bueno, aún no termina la historia, creo que para dar na opinión debemos esperar lo que viene más adelante.

    Un beso

    Eugenio
     
    #5
  6. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    11 de Octubre de 2005
    Mensajes:
    3.858
    Me gusta recibidos:
    166
    Eugenio, gracias infinitas por seguir mi historia, un beso jeje que estés muy bien.
     
    #6
  7. David Valdés Estrada

    David Valdés Estrada Fantasma sin número

    Se incorporó:
    18 de Septiembre de 2007
    Mensajes:
    1.825
    Me gusta recibidos:
    47
    Qué de la fruta, tengo ganas de patear a alguien porque acababa de dejar un comentario para esta prosa tan linda tuya y el sistema se vino abajo y perdí el maldito comentario. A ver, deja respiro... Inhalo... Exhalo... Inhalo... Silencio... Sólo silencio. Ahora sí, a recuperar algo de la memoria de aquello que había escrito dejándome llevar por el momento. Ahhh... qué coraje... Bueno. Decía algo así como que... has estado cometiendo un crimen al no continuar esta saga que entrega a entrega se hacía más interesante. Porque al menos, en esta cuarta parte, me andabas engatusando, prácticamente como a un quinceañero que se sienta al televisor para mirar teleseries de época, o se planta en un teatro casi casi vacío para ver cómo unos quinceañeros como él representan obras de Shakespeare, o ve tú a saber de qué, pero de algo. Se remueven mis entrañas como hace diez años, y a mi mente vienen recuerdos de otras letras, de otras plumas... Como cosas de Carlos Ruiz Zafón, en su mejor novela, llamada "La Sombra del viento", en donde una Clara, algo así como una doncella atípica, Cisne ciego, le parte el corazón a Daniel, un niño que apenas despertaba al amor para que este le arrancara los ojos de tajo. Por otro lado también viene Judith, un cuento de Guadalupe Dueñas, un amor trágico tras y en bambalinas. A ver qué día te lo leo. Pero bueno, acá el punto es que me dieron ganas de odiar a Ricardo por guardarse semejante secreto, pero simplemente no pude, al igual que Helena, porque... soy hombre, y sé que el corazón, o lo que conocemos de él, como metáfora significante, es algo que simplemente no tiene dueño definitivo, y que no está comprometido a la eternidad relativa, sino a la eternidad del momento. Eternamente para Helena, eternamente para Clara. Ah qué cosas de la vida. Definitivamente, niña, tienes que seguir escribiendo. Me dieron muchas ganas de abrazarte Ali, cuídate, te mando muchos abrazos.
     
    #7
  8. ROSA

    ROSA Invitado

    #8
  9. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    11 de Octubre de 2005
    Mensajes:
    3.858
    Me gusta recibidos:
    166

    Woow David, qué bueno que te ha gustado esta parte de la historia, tienes razón, uno ama sin contratos y no se puede odiar tan fácil a quien se ha amado tanto, sabes me ha interesado mucho esa novela de La sombra del viento, sobre todo por la historia de sus personajes. Que bueno también que no te caiga mal Ricardo porque a no todos les cae bien jeje y hasta he recibido propuestas de asesinarlo, pero Ricardo precisamente representa al corazón humano, con sus errores y grandezas también, que más tarde saldrán a relucir, muchas gracias amigo por acompañarme en este camino, te mando un gran abrazo :)
     
    #9
  10. Megara900

    Megara900 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    11 de Octubre de 2005
    Mensajes:
    3.858
    Me gusta recibidos:
    166
    #10

Comparte esta página